El pasado domingo, 13 de abril, nuestra
comunidad parroquial acompañó a Jesús en su entrada en la Ciudad de Santa. Como
hace 2.000 años la alegría fue la nota característica. Las familias de nuestra
parroquia se hicieron presente en un gran número que llenaba el templo. La celebración fue sencilla y
muy participativa, reinando un gran silencio meditativo que invitaba a la
reflexión.
Las moniciones, lecturas, cantos y la presencia
de nuestros niños nos ayudaron a conectar con la persona de Jesús, a quien reconocíamos
como Rey pacífico y servicial, Mesías que se entrega desde la humildad.
Los días de Semana Santa se abrían con esta
celebración y se nos invitaba, ya desde la bendición de ramos, a imitar al Maestro para que esta semana grande
de nuestra fe estuviera presidida por la esperanza en un Dios que viene a
nuestras vidas a sanar y salvar.
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