Al Apóstol Tomás se le conoce con el apodo “del
mellizo”. Mellizo ¿de quién?... de Jesús, porque fue el único de los discípulos
que mostró tanto arrojo y capacidad de entrega como Jesús. Es decir, el más
parecido a Él, como un mellizo.
Fue cuando el asunto de Lázaro, cuando Jesús
decide subir a Jerusalén para ver a su amigo enfermo. Y todos le dijeron que NO
subas, que los judíos te buscan para matarte… pero Tomás les dijo a todos: “subamos y muramos con Él”. De ahí lo
del Mellizo, el tan dispuesto a la entrega como Jesús.
Es por eso, que el que es el más entregado y
el que “más carne puso en el asador”, también es el que cuando las cosas
acabaron en aparente fracaso, se sintió el más defraudado y NO ASISTIÓ a la
reunión y exige una manifestación particular, complementaria y especial.
La escena de meter los dedos en el agujero de
los clavos y la mano en el costado, significa que cuando uno está en esta vida
especialmente defraudad@ y herido, por la razón que sea, uno necesita una
manifestación complementaria y especial. Y Jesús nos comprende, nos entiende y
nos la da.
A veces es necesario “palpar” y “ver” que el
camino de la entrega total es el único camino salvador. A veces, como Tomás,
necesitamos volver a esta verdad fundamental: “La entrega, fracaso aparente, es en realidad el único camino salvador”.
Este es el mensaje y enseñanza de la escena.
Y Jesús accede a todo para que lleguemos
todos a esa fe. Ya había comenzado el evangelio diciéndonos que cuando “entró
en casa les mostró las manos y el costado” Es un modo de decirnos e indicarnos
que si quieres descubrir al Resucitado, que está siempre presente en nuestra
vida, el camino más seguro y recto es el del AMOR, traducido en ENTREGA total y
simbolizado en las manos y el costado del que más nos amó y se entregó.
Extraído de un audio de Rafa Pascual (cura de Anguita)
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