Domingo XX Tiempo Ordinario
Que importante es no tomar al pie de la letra las palabras de los textos bíblicos. Tras las expresiones literales se esconde una intencionalidad del escritor que el lector debe descubrir y aplicar a su propia vida. Si no fuera así, tendríamos que decir del evangelio de hoy que Jesús se ha levantado enfadado y de mal humor, porque desea prender fuego a la tierra y traer división y no paz al mundo. Nos descolocan estas palabras del texto porque siempre de los labios de Jesús hemos escuchado otras muy distintas.
Por ello, debemos descubrir, sin hacer grandes tratados teológicos, qué clase de fuego, de bautismo y de división es el que trae y desea Jesús porque no puede ser destrucción y ausencia de paz, ya que no se entiende la Buena Noticia desde otras expresiones que no sean amor, misericordia, acogida, encuentro… como el estilo y las actitudes del discípulo.
En este domingo 20 del tiempo ordinario (ciclo c) vamos a poder descubrir que el seguimiento en fidelidad de las propuestas bíblicas tiene un componente de incomprensión en quienes nos rodean, porque, en vez de tomar el camino que nos marca el mundo, se opta por un proyecto nuevo, no siguiendo los parámetros de la sociedad sino aquellos que se extraen de la vida y misión de Jesús. No olvidemos que todo el capítulo 12 de Lucas es una opción por descubrir que el reino de Dios es el mayor de nuestros tesoros. Este capítulo está lleno de consejos y advertencias a los discípulos. El camino hacia Jerusalén, que narra el evangelista, entra en un momento de resistencias agresivas a la misión de Jesús. Por ello, en este texto, se prevé el desenlace y se previene a los seguidores del Maestro de una realidad compleja y controvertida.
En el evangelio (Lucas 12,49-53) la presencia de Jesús, sus palabras y las palabras posteriores de la primera Iglesia provocan división incluso dentro de la propia casa y familia. El encuentro con Jesús no nos puede dejar indiferentes, sino que debe suscitar una respuesta de fe, y esta respuesta, en muchas ocasiones, crea divisiones y conflicto.
Lucas une en este texto las imágenes de fuego y bautismo (alusión a la muerte-entrega de Jesús) con la división en la familia. Si bien el fuego es un elemento de destrucción también puede ser de purificación y, en algunos casos, de la presencia del mismo Espíritu. El fuego, en este texto, podemos reconocerle como una fuerza positiva de transformación y también como “mecha que prende” un compromiso radical. Por lo tanto, los versículos 49 al 53 nos hablan de un Jesús que crea división con sus hechos y palabras y de un mensaje que es tajante, incluso hasta en el seno de la familia. Pone a todos en tensión porque anuncia un cambio radical rompiendo falsedades. Por eso, Jesús suscita, al mismo tiempo, simpatía y oposición.
Podemos resumir las palabras del Señor y hacerlas más cercanas diciendo que el Maestro ha traído una fuerza de transformación que lleva consigo, si es necesario, el conflicto y la división. Así veía Jesús su misión, su vida en este mundo, su entrega y su muerte. Jesús es una fuerza transformadora que desencadena división interna y, en ocasiones, externa. El proyecto del evangelio basado en el amor y la libertad no es contrario al conflicto.
Reflexión: Quien sueñe con un mundo idílico donde puedan ir de la mano el opresor consciente y el oprimido sin esperanza, se escandalizará de este texto evangélico. La Palabra de Jesús cura las heridas de nuestro corazón, pero, ayer como hoy, provocan una división y rechazo, así como simpatías. También en nuestro corazón se prende la mecha de un contraste interior; esto sucede cuando advertimos la fascinación, la belleza y la verdad de Jesús, pero al mismo tiempo le rechazamos porque nos cuestiona, nos pone en dificultad y nos cuesta priorizarle.
La palabra de Cristo es poderosa: no tiene el poder del mundo, sino el de Dios, ese poder es el del amor. Un amor que no conoce límites, un amor que nos hace amar a los demás antes que a nosotros mismos. Cuando entendemos que la esencia de nuestra fe se halla en el AMOR, no pasajero ni fruto del sentimentalismo, es cuanto este amor se convierte en fuego que lo consume, extiende y enciende todo con pasión. Ese amor pone al descubierto los corazones fríos y mezquinos que sólo piensan en engrandecer su ombligo.
Amig@ descubre que la persona de Jesús y el Reino no es sólo cuestión de ideas y sentimientos. Descubre que seguir a la persona del Maestro y construir el Reino provoca conflicto y división. Esta división ya fue experimentada por los primeros cristianos, incluso entre sus seres más queridos, la propia familia. Es más, la división se hizo pronto persecución en muchas comunidades. El mismo Señor fue la primera víctima de su mensaje.
La "mecha está prendida” ahora es cuestión de que tú la sofoques o la acrecientes… El evangelio es fuego no un manual de ética.