martes, 11 de febrero de 2025

CARTA MAGNA

 

6º Domingo del Tiempo Ordinario

Carta Magna es una expresión que se utiliza comúnmente para referirse a una constitución o a un documento de gran importancia y relevancia en el sistema legal de un país. En España, cuando se habla de Carta Magna generalmente se está haciendo referencia a la Constitución Española de 1978, que es la norma suprema del ordenamiento jurídico español. Es decir, es la ley fundamental que prevalece sobre todas las demás leyes. Todos los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a ella y, a partir de ella, se desarrollan el resto de normas. La Constitución o Carta Magna, establece y regula los principios fundamentales del sistema político y garantiza los derechos y libertades de los ciudadanos españoles. Es la cúspide de la pirámide normativa, por ello, ninguna otra ley o norma puede contravenir lo dispuesto en la Constitución.

En este domingo 6º del tiempo ordinario (ciclo c) se nos presenta la Carta Magna del Evangelio, comúnmente conocido con el nombre de bienaventuranzas. Este tesoro que sale de la boca de Jesús está recogido en Mateo y en Lucas. Pero, más allá de dedicar nuestro tiempo a buscar las diferencias entre las bienaventuranzas en Mateo (Mt 5,1-12) y las de Lucas, sintamos que el Maestro se dirige a los discípulos de todos los tiempos y a cada uno de nosotros en particular, a ti y a mí, que nos exhorta y enseña el verdadero camino de la felicidad. Interpreto las bienaventuranzas como claras advertencias para vivir el seguimiento de Jesús en fidelidad y poder ser dichoso.

El evangelio (Lucas 6,17-26) es dirigido a “un grupo grande de discípulos y al pueblo” de diversas procedencias. Contine las bienaventuranzas que se nos ofrecen como el programa nuclear del Reino de Dios. Son el ideal evangélico de vida y un mensaje liberador para todos, cristianos y humanidad. La escala de valores que predomina en la sociedad queda desestabilizada, ya que Jesús aporta una nueva comprensión de la existencia, muy distinta de la que ofrece nuestro mundo actual. Las bienaventuranzas nos colocan a todos ante la alternativa de felicidad/desgracia, invirtiendo los valores de la sociedad.

Las tres primeras bienaventuranzas de Lucas son, en realidad, una sola. Es un tríptico que declara dichosos a los pobres, a los que “ahora tenéis hambre” y a los que “ahora lloráis” porque se va a dar un cambio radical en la actual situación. Sí, no hay duda alguna, el Reino de Dios ha llegado para los considerados pobres y esta es la dicha y la felicidad: que el Reino les pertenece. Jesús no les promete felicidad, sino que los declara felices.

Las bienaventuranzas no son una recompensa a virtudes morales, esfuerzos y conversión. Las bienaventuranzas son Dios que se pone de parte de los pobres, no porque estos sean mejores o tengan determinadas virtudes, sino porque la situación que ellos viven choca con el Dios de la vida, de la justicia y de la misericordia.

El gozo y la alegría que se expresan en este texto “Alegraos y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”, hunde sus raíces en un Dios misericordioso con los oprimidos, excluidos y descartados. El estilo de la actuación de Dios está marcado por una mirada en favor del pueblo que sufre. Por ello, continúa el evangelista haciéndonos hincapié en quién, en qué o en dónde ponemos nuestra confianza. Con cuatro “ay” se nos manifiesta que toda confianza puesta en la riqueza material es engañosa. Son palabras que invitan al creyente y a toda la comunidad cristiana a dirigir la mirada del corazón al Dios que atiende a los pobres y que nos pide misericordia con los débiles.

De confianza también nos habla la primera lectura (Jeremías 17,5-8) que parafraseando al salmo responsorial (Salmo 1) llama dichoso y bendito a quien pone su confianza en el Señor y a quien Dios hará fructificar. “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor…”  Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza será un árbol plantado junto al agua...”

Reflexión: Se nos traza, en los textos de este domingo, un camino. Puedes sentirlo como una serie de amenazas, pero me gustaría que lo comprendieras desde el amor incondicional del Maestro que desea tu felicidad y no tu miedo. El Dios de la misericordia, del que Jesús es rostro vivo, no pretende amedrentarte y mucho menos esclavizarte, sus acciones y palabras buscan en ti que seas libre, dichoso, alegre y feliz. Él desea que saltes de gozo y para ello te propone un sendero que comienza con la confianza en Él para que seas como el árbol plantado junto al agua y no terreno árido.

Las bienaventuranzas, dice el Papa Francisco, “son como el carnet de identidad del cristiano… en ellas se dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas” No son poesía de Jesús sino propuesta de vivir en nuevos valores. Son un nuevo estilo de vida, nada superficial, que golpean nuestro conformismo. Sólo podemos vivir este camino si el Espíritu Santo hace morada en nosotros, nos invade con toda su potencia y nos libera del egoísmo, la comodidad y el orgullo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario