Con la celebración litúrgica del Bautismo del
Señor en el río Jordán, concluye el tiempo de Navidad; un tiempo de gracia, en
el que hemos reconocido el amor que Dios tiene al ser humano, enviándonos a su
propio Hijo, que acampa, pone su tienda y hace morada en nuestras vidas.
Al contemplar el bautismo de Jesús, contemplamos nuestro propio bautismo, por el que fuimos incorporados al nuevo
pueblo de Dios, que es la Iglesia.
Las lecturas que son proclamadas en las
celebraciones de la Eucaristía de esta festividad, nos muestran a modo de fotografía
instantánea (sin photoshop), quien es y cómo es Jesús de Nazaret, con la INTENCIÓN DE: asemejar nuestra vida a la del Maestro y así poder identificarnos
con su persona y misión.
Por ello, una lectura meditada de la Palabra de
Dios, hoy se hace más necesaria que nunca, porque:
Ø
Nos
muestran el camino a seguir como discípulos bautizados.
Ø
Nos
ayudan a conocer a Jesús.
Ø
Nos
enseñan la misión que debemos asumir en nuestro mundo.
Ø
Y
nos revela que esa misión la debemos hacer vida en nosotros.
Las tres lecturas (Isaías 40, 1-4.6-7; Hechos de los apóstoles 10,34-38; Mateo
3,13-17) que
se proclaman nos definen a Jesús como el Hijo
de Dios, que trae la salvación a todas las naciones, a toda la creación.
Nos muestran que Cristo es Alianza entre
Dios y los hombres, y Luz en medio
de las oscuridades... Y nos resumen la vida de Jesús como aquel que “pasó
haciendo el bien y curando toda dolencia”
A orillas del río Jordán, Dios se hace
presente en Jesús. “Dios estaba con él” Y le acompañará a lo largo de su vida
con la fuerza del Espíritu.
NUESTRO BAUTISMO… No puede ser un mero
acontecimiento social, ni una simple reunión familiar… Es GRACIA, es REGALO de
Dios que nos compromete NO a cumplir con una lista de preceptos sino a:
1) Vivir como hijos de
Dios
2) Cumplir su voluntad
3) Ser en el mundo “otros cristos” con la misma misión “sanar”
“salvar” “liberar”
¡Ojalá! Seamos reconocidos como Jesús fue
definido por Pedro. “pasó, pasaste, haciendo el bien”
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