domingo, 31 de mayo de 2020

“RUAH” ESPÍRITU, SOPLO Y ALIENTO DE DIOS


1.- En el silencio y en serenidad, cierro los ojos, relajo mis pensamientos y me lanzo esta pregunta: ¿Cómo, a qué, a quien… compararé el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios, "Ruah"?

Descubro mi respiración, me centro en ella y me siento vivo, criatura de Dios, hermano con todo lo creado.
Me doy cuenta que sin este movimiento de aire dentro de mí no podría existir… inspirar y espirar, dos movimientos respiratorios, tan inconscientes como imprescindibles, que logran, sencillamente, la ventilación pulmonar, pero sobre todo me renuevan y me invitan a repetirme, una y otra vez, que estoy vivo, que soy humano, que pertenezco a la Tierra como hijo creado, que soy amado por Aquel que es el Amor.

Lo que es la respiración para mi cuerpo, lo es el Espíritu Santo para mi vida interior y para mi acción misionera. Sin este Espíritu, aliento de Dios, no podría vivir, me faltaría el aire que me renueva, que me ventila, que me hace estar vivo espiritualmente.

2.- Ahora, en este momento, hoy es el día para mirar tu corazón sin juzgarlo.
Te invito a penetrar en ti, a escucharte y mirarte, a contemplar la acción del Espíritu en ti. No te pido que te examines, que vuelvas a repetirte el mal que haces, ni siquiera te pido que veas lo bueno que realizas… NO, sólo te pido que te contemples serenamente, que seas consciente de que estas lleno de vida y que repitas, como si de un mantra se tratara, “Ven Espíritu Santo, entra hasta el fondo del alma. Ven, luz y fuente de consuelo”

Sigue contemplando tu corazón... qué encuentras, qué percibes, qué descubres: ¿sientes en él tierra reseca o fertilidad? ¿Salud o enfermedad? ¿Frío o calor? ¿Sientes tu corazón torcido y golpeado o, por el contrario recto, en paz con ánimo y fuerza?
No dejes de contemplarle. Insisto, no te juzgues, sólo escucha tu respiración. Y descubre en ella al “Padre amoroso del pobre

3.- Dios te quiere. Él sabe de tus esfuerzos, trabajos, fuegos, lágrimas, luchas y duelos…No te deja sólo en la batalla de vivir, y hoy, como en un Nuevo Pentecostés, envía y sopla su aliento de vida, su Espíritu, sobre ti.

Recíbelo, ábrele tu corazón, deja que penetre hasta el fondo de tu alma, porque este Espíritu es Santo, es luz divina que te enriquece.

4.- No te inquietes, el Espíritu no llega a tu vida para hacerte daño. Él quiere ser descanso, tregua, brisa y gozo que te reconforte en el arte de vivir y no de sobrevivir.
Él viene a regar, sanar, dar calor y guiarte para que, lleno de Dios, seas discípulo, testigo y misionero que lleve la Noticia Buena del Evangelio a todas las gentes, hasta el confín de la tierra, rompiendo todas las fronteras que separan y dividen a los hombres.

5.- En Dios, solo hay un lenguaje… el del AMOR con mayúsculas; lenguaje que entienden todos, sean de la nación que sean, aunque se distingan por etnias y culturas distintas, aunque cataloguemos al ser humano por posiciones sociales, políticas y económicas diversas… Todos te entenderán el lenguaje tuyo si es lenguaje de Amor, lenguaje del Espíritu de Dios.
La unidad en el amor será el signo visible por el que reconocerán que el Espíritu de Dios habita en ti.
                              
6.- Por ello, no dejes de repetirte: Ven Espíritu Santo: Reparte tus dones, dale al esfuerzo su mérito, salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén

viernes, 29 de mayo de 2020

EL PROTAGONISTA DE PENTECOSTÉS

Vengo anunciando, desde hace varias semanas, que con la presencia del Espíritu Santo, comienza en la vida de los apóstoles y de la Iglesia un nuevo tiempo. Tiempo en el que se nos recuerda que la comunidad de los creyentes está viva porque es conducida y guiada, no por hombres, sino por este Espíritu de Dios que la hace caminar hasta los confines del mundo.

El tiempo del Espíritu es una nueva etapa, la definitiva, de la acción de Dios en la historia de la salvación. Por lo tanto el protagonista de esta nueva etapa es el Espíritu, que tenemos que entender como la fuerza y presencia activa del Señor que obra la salvación de los hombres.

Igualmente, con Pentecostés, se inaugura la comunidad de los discípulos que tendrán como misión hacer real y visible la presencia de lo divino en el mundo.

Tanto la primera lectura (Hechos de los Apóstoles 2,1-11) como el evangelio (Juan 20, 19-23), que este domingo proclamamos, nos muestran lo central de este día: El Padre derrama, por medio de Jesús, el Espíritu Santo sobre los apóstoles para que sean testigos del Resucitado en toda la tierra (Hechos 1,8)

La primera comunidad de los apóstoles, que estaban reunidos aún dubitativos y con miedo, reciben el don del Espíritu de las manos de Dios, de ahí la escenografía que se nos representa (viento, lenguas de fuego, ruido, estruendo…) y que recuerda las manifestaciones de la divinidad, teofanías o visiones del “día del Señor” de los profetas.
Pero el don del Espíritu Santo, no es un tesoro para esconderlo y mimarlo en las profundidades del corazón, sino que los apóstoles se aprestan para que sea el Espíritu quien les anime y guíe a llevar a cabo su misión de anunciar el Evangelio.
Es el Espíritu quien constituye a los apóstoles en TESTIGOS ante todos los pueblos, representados por los allí presentes (Hechos 2,9-11). No hay fronteras para la salvación, todos están destinados a ella y es una realidad que es entendida por todos, “cada uno en su lengua

La comunidad, que recibe el Espíritu, se convierte en el nuevo pueblo de Dios que se hace misionero. Podríamos decir que en Pentecostés nace la Iglesia comenzando a anunciar a Jesús y su significado salvífico para todos los hombres.

El evangelio de Juan que se lee este domingo de Pentecostés recoge las claves de este tiempo de la Iglesia resumidas en cuatro palabras: paz, misión, espíritu y perdón.

La paz es el saludo del Resucitado y el rasgo más importante de los nuevos tiempos. Paz en el corazón de cada hombre y en el mundo.
La misión de los cristianos será transmitir a todos los hombres esa paz; el modo de hacerlo es por medio de la reconciliación, el perdón. Por eso, Jesús encarga, a los apóstoles, su misma misión: “como el Padre me envío así os envío yo”, con el poder de perdonar en su nombre y así también ellos podrán dar la vida de hijos de Dios.
Y para que cumplan eficazmente la misión, Jesús entrega a los suyos el Espíritu. Sopla sobre ellos y reciben el don del Espíritu Santo, para indicar que son hombres nuevos, la semilla de una nueva humanidad. 
La fuerza de lo alto viene a suplir la debilidad de lo humano porque es tarea difícil y muy costosa convencer a los hombres -atrapados en el miedo- del mensaje de vida que brota del sepulcro del resucitado.

Reflexión: Creo que se impone en nosotros la necesidad de un “nuevo Pentecostés” Necesitamos hacer una re-lectura de los hechos y acontecimientos y sentir que el camino de la decepción-miedo se puede convertir en camino de alegría y esperanza, como sucedió a los apóstoles el día de la Pascua.
Creo que es necesario “resetear” el corazón, apagar todo aquello que nos impide escuchar, en nuestra propia lengua, que un mundo nuevo es posible y, así, abrirnos a la novedad que nos ofrece el Espíritu.

Si, amig@, ha llegado la hora de mirar dentro de ti mismo con una mirada nueva, fruto del don del Espíritu. Empezar a descargar nuestro “ordenador del corazón” de todos los archivos de miedos, enfrentamientos, discordias, divisiones, tristezas, chismes… y crear comunidad como signo de la novedad cristiana que nos ofrece el espíritu de Pentecostés.

Con esta fiesta concluye el tiempo de Pascua, y quiero finalizar esta reflexión invitándote a orar con la plegaria eucarística segunda en la que se reza, tras la consagración, estas palabras:

Te pedimos humildemente que
el Espíritu Santo congregue en la unidad
a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo

martes, 26 de mayo de 2020

OREMOS AL ESPÍRITU DE DIOS

Ven Espíritu Santo,
envía tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.

domingo, 24 de mayo de 2020

EL ARTE DE REINVENTAR-SE


Creo que no expreso nada nuevo si os digo que esta pandemia, covid-19, alarma sanitaria…. (como queráis llamarlo) ha supuesto para nuestras vidas y actividades un cambio radical, ya que hasta en lo más mínimo hemos tenido que adecuarnos a unas medidas sanitarias que nos imponían, por el bien propio y común, y por solidaridad con nuestros prójimos, como la distancia, el confinamiento en nuestros hogares, la mascarilla, la higiene (sobre todo en las manos)...

A todos los niveles: sociales, religiosos, laborales… ha atacado este virus y de tal manera que actividades que siempre han formado parte de nuestra historia, personal y comunitaria, han tenido que ser relegadas y suspendidas. El paisaje habitual sufrió un cambio, en todos los órdenes de la vida, y hasta lo más insignificante y cotidiano, aquello que realizábamos casi por costumbre y sin darnos cuenta, se tuvo que remplazar y mudar.

Nuestros “micro-mundos” se pusieron “patas arriba” hasta el punto de preguntarnos si ese mundo pequeño y mío estaba cimentado en unos principios solidos e inmutables, o había sido construido como torres y castillos en el aire, que el más pequeño e invisible de los virus había tambaleado.

Permitidme que os diga que sólo permaneció inalterable el interior. Cambió nuestra forma de relacionarnos con Dios, pero no la posibilidad de relacionarnos con Él. El virus arrasó con todo pero no con los sentimientos que habitan en el corazón. Puso distancia física entre seres humanos pero no consiguió la distancia emocional.

Nos tuvimos que “reinventar” para poder comunicarnos, para mantener las relaciones humanas, para poder ejercer nuestro trabajo, para no dejar de conectarnos de una forma nueva con lo divino…. Sin este “reinventar-se” habríamos sufrido la tentación de “tirar la toalla”, de poner distancia, más que física, sobre quien nos quieren, de entrar en bucle de sentimientos negativos o de penetrar en la espiral de ver la botella más vacía que llena…Y, así, reinventar se convirtió en un arte que tiene su principio en la esperanza.

Reinventar-se no puede ser un arte pasajero, ni estar sujeto a modas o a ataques virulentos de un mal concreto, sino que, más bien, debe ser un antídoto permanente que nos ayudará a afrontar el futuro con nuevas ilusiones, expectativas y metas.
Si no nos reinventamos podemos caer en el peligro de agachar la cabeza entre las piernas o poner la palma de la mano en la mejilla dando señales inequívocas que esta situación nos supera,  desalienta o desanima.

Cierto que en nuestra parroquia ha habido muchas celebraciones que se han tenido que suspender o posponer: primeras comuniones, catequesis, encuentros con la Palabra, campamento Scouts, bodas, grupos sinodales… pero no es menos cierto, que podemos volver, fase a fase, con un nuevo espíritu y con unas nuevas formas para seguir transmitiendo aquello que es el centro de nuestra espiritualidad y a lo que hemos sido llamados: “hacer discípulos” “anunciar el evangelio del Reino”

Es hora de ilusionarnos en la misión. Es el tiempo de pensar entre todos, sacerdotes y seglares de nuestra parroquia, cómo acercar, más y mejor el mensaje de Jesús a quienes nos rodean y forman parte de esta comunidad. Es la hora de reinventar-se.
Os animo, y a mí mismo me lo digo, que es posible volver con más fuerza, sintiendo que esta pandemia ha podido ser, también, una oportunidad para crecer humana y espiritualmente, para reflexionar y ver quiénes somos, qué es lo importante y qué es lo que queremos realizar con nuestra vida. Y para continuar con nuestra labor mejorándola y buscando nuevos caminos.
Por ello, si sentís, en cualquier ámbito de vuestra vida y también en el pastoral, un decaimiento… pensad que no hay mejor manera para superar al adversidad que con la fuerza del ESPÍRITU y el arte de REINVENTAR-SE.



viernes, 22 de mayo de 2020

ASCENSIÓN: CAMBIO DE ETAPA


A los 40 días de la Resurrección se celebra la festividad de la Ascensión. El número cuarenta en la Biblia simboliza el cambio de una etapa a otra en este caso concreto, los apóstoles viven un proceso de cuarenta días en el que se van encontrando con Jesús, se suceden las apariciones y Él les va preparando a la misión que les va a encomendar. Cuando están preparados Jesús les invita a asumir el testigo del anuncio de su Buena Noticia.

En la primera lectura (Hechos de los Apóstoles 1,1-11) de este domingo encontramos a Jesús con sus apóstoles, les anuncia la promesa del Espíritu, quien les dará fuerzas para ser sus testigos hasta los confines del mundo. Jesús sube al cielo, ellos lo ven levantarse hasta que una nube se lo quita de la vista.
Mientras los apóstoles miran asombrados ese ascenso de Jesús, dos hombres los devuelven a la realidad: “Galileos ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?
Ha comenzado el cambio de una etapa a otra. Jesús se ha marchado y ellos deben cumplir el encargo de ser sus testigos, con la fuerza del Espíritu Santo. Comienza su tarea y labor.

Reflexión: Al igual que los primeros discípulos también comienza nuestra tarea. Nosotros recibimos el testigo de los apóstoles y nos adentramos en la apasionada labor-misión de anunciar el Reino con palabras, gestos y obras hasta los nuevos confines de la tierra que no son solo geográficos.
Anunciar a todos, con alegría, la vida nueva que nos ofrece Cristo muerto y resucitado fue, es y será la misión del discípulo de todos los tiempos. Anunciar la conversión, el perdón y la misericordia de Dios es el testimonio que cada día debe salir de nuestros templos para entrar en las casas, oficinas, hospitales, trabajos, colegios…. y acercarse a todo ser humano sin fronteras ideológicas, étnicas, culturales, sociales, económicas…
Quedarse “plantados mirando al cielo” no es una opción apta para el discípulo. El miedo, la comodidad, el individualismo, la cobardía, la desconfianza nos paraliza y no son herramientas válidas para aquel que es invitado por Jesús a entrar en el cambio de una nueva etapa; la etapa de descubrir la presencia de Dios y anunciarlo.

En el evangelio (Mateo 28, 16-20) Jesús se dirige a sus discípulos, que asombrados por su presencia unos le adoran y otros dudan. Les invita a “hacer discípulos” e incorporarlos a la familia del Nazareno mediante el bautismo y su enseñanza. Y les ofrece una promesa que les ayudará “sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo
Mateo hace así una síntesis en cuatro versículos de toda la teología presentada en su evangelio.

Reflexión: Se nos pide mantener una actitud de confianza para anunciar la presencia de Jesús, proclamar el evangelio y descubrir a Dios en la vida. Ser discípulos es aceptar a Jesús como Señor-Maestro que nos muestra el rostro del Padre y del Reino.
La misión de hacer discípulos comienza con el bautismo y es completada con el encargo de enseñar a vivir de acuerdo con lo que Jesús les ha mandado.
Este es el testamento que ha de transmitir el evangelizador, que conlleva la humildad para reconocernos eslabones de una cadena en la que Jesús y sus mandamientos son el origen y el único Maestro.
Confiar, aceptar, enseñar, transmitir… son verbos que no pueden ser ajenos al corazón del misionero de cualquier momento y lugar, también a nosotros del siglo XXI.
Tomemos conciencia de lo que hemos recibido para que nuestro corazón comprenda la grandeza a la que hemos sido llamados.

Si deseáis ampliar vuestra reflexión os ofrezco este artículo que podéis encontrar en el blog:


miércoles, 20 de mayo de 2020

TIEMPO DEL ESPÍRITU


Vamos pasando hojas del calendario y nos damos cuenta, casi sin notarlo, que dejamos atrás la Semana Santa y Pascua y que nos adentramos a vivir, 50 días después, la Fiesta de Pentecostés.

Si hacemos memoria, en estos días pasados hemos vivido el misterio de nuestra fe, hemos celebrado, en régimen de confinación pero no carente de toda su fuerza, la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús; y ahora con todo lo rezado, reflexionado y celebrado miramos hacia delante, hacia este tiempo que Dios abre ante nuestros ojos, que se abre ante nuestras vidas; este tiempo que es una “Nueva Era” en el que la alegría, la bondad, la limpieza de corazón y la sencillez deben ser notas características del discípulo.

El mejor testimonio de la primera comunidad cristiana era, como nos dice el libro de Hechos de los  Apóstoles 2,47: “la alegría y sencillez de corazón”.
Hoy hace falta recuperar la alegría de gozar de Cristo Resucitado, que permanece en el corazón de quien ama, e igualmente, recuperar la fuerza del Espíritu que nos impulsa, anima e ilumina para dar razones de nuestra fe y esperanza, porque el peor signo de la descomposición de una comunidad cristiana y humana es la tristeza y el miedo.

Han sido muchos los momentos, a lo largo de este tiempo pasado, en los que la comunidad cristiana se ha unido en meditación para interiorizar las enseñanzas del Maestro de Nazaret.
Todos estos momentos, que hoy podemos contemplar en la lejanía, no pueden “caer en saco roto”, sino, más bien, deben ser como el bastón de apoyo en el camino de nuestra espiritualidad cristiana. Tampoco son tesoros recibidos para esconderlos con celo en nuestros corazones, porque si nos hemos encontrado y llenado de Jesús es para vaciarnos en el amor a Dios y a los hermanos.

Vivir espiritualmente sumergidos en la mediocridad es no conocer el auténtico sentido de la muerte y resurrección de Cristo. La Pascua ha sido una invitación serena a la alegría cristiana y a la esperanza. Ahora se nos abre la puerta de un tiempo nuevo en el que se nos invita a ser, con nuestras actitudes y forma de vivir, portadores, sembradores y evangelizadores de la buena noticia que trajo Cristo al mundo.

Recibamos al Espíritu Santo, lancémonos en sus brazos con confianza,  Él será quien nos vaya enseñando como andar por este nuevo camino que Dios nos regala. Es el tiempo del Espíritu.

domingo, 17 de mayo de 2020

CUANDO ME AMÉ DE VERDAD…


Charles Chaplin es conocido principalmente como uno de los grandes genios del cine, en cuya filmografía abundan obras maestras, auténticas joyas llenas de imaginación y brillantez. Pero Chaplin nos regaló profundas reflexiones y lecciones de vida como esta que quiero compartir contigo y que ha aparecido en  mi móvil por medio de un whatsapp.
Me parece de gran belleza con una gran carga de verdad y sinceridad. Te invito a interiorizar… pero si simplemente lo lees con detenimiento, creo que ya ha merecido la pena. Disfrútalo, vívelo y, si te atreves, acógelo sin malas excusas.

CUANDO ME AMÉ DE VERDAD…

"Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta, y en el momento exacto, y entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene un nombre… Autoestima

Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia, y mi sufrimiento emocional, no es sino una señal de que voy contra mis propias verdades.
Hoy sé que eso es… Autenticidad

Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a aceptar todo lo que acontece, y que contribuye a mi crecimiento.
Hoy eso se llama… Madurez

Cuando me amé de verdad, comencé a percibir que es ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona, sólo para realizar aquello que deseo, aun sabiendo que no es el momento, o la persona no está preparada, inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto

Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas, situaciones y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. De inicio mi razón llamó a esa actitud egoísmo.
Hoy se llama… Amor Propio

Cuando me amé de verdad,  dejé de temer al tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero, y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es… Simplicidad y Sencillez

Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón, y así erré menos veces.
Hoy descubrí que eso es… Humildad

Cuando me amé de verdad, desistí de quedarme reviviendo el pasado, y preocupándome por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez.
Y eso se llama… Plenitud

Cuando me amé de verdad, percibí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando la coloco al servicio de mi corazón, ella tiene una gran y valioso aliado.
Todo eso es… Saber Vivir

No debemos tener miedo de cuestionarnos, de hecho hasta los planetas chocan, y del caos suelen nacer la mayoría de las estrellas."
Fdo: Charles Chaplin

viernes, 15 de mayo de 2020

NUEVA ERA DEL ESPÍRITU


Este domingo, sexto del tiempo de Pascua, es prólogo de todo lo que viviremos en las próximas semanas. El Señor nos va preparando para su partida al Padre y nos anuncia la presencia del Espíritu (“Paráclito”) que vive y está con nosotros, para poder tener una nueva vida de santidad.
La celebración de este domingo es una invitación a la “confianza” en la Palabra de Jesús, necesaria para transmitir la Buena Noticia del Evangelio, así como una invitación a ser “signos” en medio del mundo con nuestra forma de ser y actuar.

“El que guarda mis mandamientos ese me ama” son palabras de Jesús a sus discípulos, proclamadas en el evangelio de este domingo. El Señor recuerda que el amor va más allá del cumplimiento de la ley. 
Amar es otra cosa, es ser signo visible y engendrar VIDA. Esto es la resurrección de Cristo y nuestra propia resurrecciónY quien es capaz de entender así el mensaje de Jesús vive libre y alegre y genera nueva alegría de tal manera que las dificultades no apagan la fuerza del evangelio, sino que se transforman en fuerza capaz de cambiar las estructuras de nuestro mundo.
El legado de “amor a todos”, que nos deja Jesús, es una seria invitación a ser testigos valientes que rompen todo tipo de fronteras.

La primera lectura (Hechos de los Apóstoles 8,5-8.14-17) de este domingo es un ejemplo claro de todo lo expresado. Felipe proclama, en Samaria, a Cristo, como Mesías esperado, realizando signos que recuerdan a los de Jesús (sanar toda dolencia) La conclusión parece lógica: “la ciudad se llenó de alegría” como consecuencia de la proclamación del Evangelio.
La noticia de que Samaria ha acogido la Palabra de Dios llega a los apóstoles, que están en Jerusalén, y se hacen presentes Pedro y Juan, quienes confirman la misión de Felipe. Rezan e imponen las manos para que reciban, junto al mensaje del evangelio, el don del Espíritu Santo.

Reflexión: Se nos presenta la necesidad de la evangelización. El mensaje de Jesús no es para una élite, sino que todas las personas están llamadas a recibir este anuncio. Necesitamos el don del Espíritu Santo para dar razones de nuestra fe y esperanza, no desde la acritud sino mostrando la dulzura de Jesucristo.
La humildad, el respeto, la limpieza de corazón… (2ª lectura) son las cualidades que se nos pide para ser testigos del Evangelio. Nuestras palabras, actitudes y conducta son nuestros “signos” para la evangelización; de tal manera que el obrar bien “desarme” al ser humano e incline su corazón hacia el Maestro.

El evangelio (Juan 14,15-21) desarrolla como tema central la partida de Jesús al Padre. Esta partida no produce una situación de “orfandad” para los discípulos, sino una nueva era, marcada por la presencia y acción del Espíritu Santo; fortalecida por el amor, la práctica de los mandamientos de Jesús y la promesa de un tiempo futuro en el que el Padre y el Hijo permanecerán para siempre con el discípulo.
Al Espíritu Santo, en este evangelio, se le da en nombre de “Paráclito” que tiene el significado de: “ayudante, asistente, sustentador, protector, abogado” y sobre todo “animador e iluminador”. Su función se centra a favor del creyente. Y debe ser el Paráclito para los discípulos lo que había sido Jesús

Junto a la promesa del Espíritu en la comunidad de los creyentes, Jesús promete permanecer siempre con aquellos que le aman.

Reflexión: Los discípulos del Maestro no quedamos “huérfanos”, sino que se nos otorga una vida nueva. Esta vida está presidida por nuestra unión con Dios que hay que entenderla en términos de AMOR. Adquirimos por lo tanto un compromiso con el Maestro: creer en sus palabras y amarle
Estar unido con Jesús, por medio del amor, nos debe conducir a guardar lo que Él nos ha enseñado. Él nos ofrece una nueva alianza, donde el Espíritu permanecerá siempre con aquel que es capaz de amar con obras concretas que dan vida.

sábado, 9 de mayo de 2020

NUESTRA PARROQUIA ESTÁ PREPARADA PARA ENTRAR EN LA FASE 1


Nuestra parroquia Beata María de Jesús, está ya desinfectada y limpia, para volver acoger el culto el próximo lunes 11 de mayo, en la fase 1.
Agradecer, desde este blog, a todas las personas que habéis venido a ayudar a limpiar nuestra parroquia y salones para poder tener nuestro templo abierto como piden las autoridades sanitarias.

Al grupo de monitores del Movimiento Scouts “Alveus”, así como otros feligreses vinculados con nuestra parroquia y que se ofrecen siempre a lo largo del año.

Igualmente agradecer a quienes nos han prestado su ayuda dándonos el material necesario, así como las indicaciones a seguir para poder realizar esta labor.

Os recuerdo que en esta primera fase hay un aforo limitado, concretamente 65 personas sentadas, que es muy conveniente que vengáis con tiempo. Es necesario venir con mascarilla y manos lavadas de casa.
Para más información os remito a artículos de este blog que os indican las medidas a tener en cuenta



También os comunico una vez más los horarios de celebraciones de la Eucaristía:

- Lunes a viernes: 11, 00 h
- Jueves y viernes: 11,00 h y 19,00 h
- Sábado: 19,00 h
- Domingo: 10,30 h, 12,00 h y 19,00 h

Por último, seamos prudentes y obedientes a las indicaciones que se nos irán ofreciendo en la entrada del templo para poder celebrar la Eucaristía con las medidas necesarias ofrecidas por la Conferencia Episcopal y autoridades sanitarias. Gracias de nuevo a todos.






viernes, 8 de mayo de 2020

CAMINO AL PADRE


El texto del evangelio (Juan 14,1-12) de este domingo, quinto de Pascua, está tomado de los discursos llamados de “despedida”. Jesús no permanecerá mucho tiempo más con los suyos, y los discípulos quedan sobrecogidos, tristes, abatidos… Por ello el evangelio comienza con palabras de ánimo que invitan, no al temor, sino a la confianza y a apoyarse en Dios y en Él.
Jesús pretende tranquilizar el estado de ánimo de sus seguidores y les anuncia que camina delante a prepararles un “sitio”. No se marcha, sólo se adelanta para que, pasado un tiempo, vuelvan a estar juntos. “La casa de su Padre” es el ámbito de Dios. Él se va a prepárales la posibilidad universal y permanente de una unión total y eterna con el Padre.

Les anuncia el lugar a dónde va y el camino a recorrer, presentándose a sí mismo como Dios (“Yo soy”) que tiene una misión ser “Camino, Verdad y Vida”
Cristo es el Camino para llegar al Padre; un camino que es Verdadero, fiel, firme, seguro… un camino que es Vida y vida abundante para quienes lo recorren.
Jesús establece una conexión entre Él y el Padre (“Quien me ha visto… ha visto al Padre” “Yo estoy en el Padre y el Padre en mi”)

Pero Jesús da un paso más y dice: “El que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores” Es una invitación clara a realizar las acciones concretas del Maestro, ya que estas obras serán el signo de la comunión nuestra con Jesús y el Padre.
Las obras a realizar irán encaminadas a que otros tengan vida. La fe se manifestará en ser vida.

Reflexión: “¿Si no sabemos a dónde vas cómo podemos saber el camino?” Felipe no andaba desencaminado ¿por que cómo saber el camino si no tenemos clara la meta? Nuestra vida es recorrer un itinerario, un proceso… pero para que esa existencia tenga sentido tiene que tener un horizonte, una meta.
Sólo sabiendo dónde queremos llegar podremos recorrer el camino, o lo que es lo mismo para saber el camino hay que saber dónde se va. Y es aquí donde las palabras del evangelio de hoy cobran un significado especial, porque nuestro camino, nuestra seguridad y nuestra meta es Jesús. Él es la vía que nos acerca al Padre.
El cantante Bono, del grupo U2, lo expresaba así. “Cristo es mi camino para comprender a Dios

Es tiempo para valorar nuestro ser cristiano, entender nuestra vida como camino y vocación. Es tiempo de comprender la alegría de sabernos miembros de una Iglesia que tiene como misión realizar las “obras de Cristo” y es el momento de renovar la misión de anunciar el Evangelio y dar vida.

Si Jesús es Fuerza de salvación que nos libra de nuestros miedos por su misericordia, si es Sol que ilumina a los que viven en tinieblas y es Guía que conduce nuestros pasos por el camino de la paz… nosotros tenemos que hacer de nuestra vida y de nuestro caminar un reflejo de este Jesús fuerza, sol y guía.

Sabemos la meta, sabemos el camino… ya no nos basta con vivir, hemos de vivir con sentido sino queremos limitarnos a “sobrevivir”. Por ello definamos nuestra opción fundamental, preguntémonos por nuestra identidad, por nuestros ideales, por nuestras motivaciones, por nuestros entusiasmos y energías.
Sintámonospueblo adquirido por Dios” (2ª lectura) al que pertenecemos, por pura gracia divina, para proclamar las hazañas de Aquel que nos llamó a salir de las tinieblas y entrar en la luz.
Sigamos a Jesús, es decir, estemos adheridos a su persona y a su actividad, compartamos con Él su vida y su misión. Vivamos en el hoy, siglo XXI, su estilo de vida y su manera de ser y de actuar.

Descubrir a Jesús como camino, verdad y vida significa entrar en un esquema de vida nuevo, distinto, donde la gratuidad del servicio adquiere un valor fundamental.

lunes, 4 de mayo de 2020

CARTA PASTORAL DE NUESTRO OBISPO "CON GRATITUD Y ESPERANZA"

Nuestro obispo de Sigüenza-Guadalajara, Atilano Rodríguez, ha escrito una sentida Carta Pastoral a todos los diocesanos. En la misma ofrece unas reflexiones al hilo de los acontecimientos que se han sucedido con motivo de la pandemia del Covid-19 y tras una reflexión meditada durante el confinamiento vivido en las últimas semanas.

Las primeras palabras de la carta, titulada Con gratitud y esperanza, son de recuerdo a los que más han sufrido en este tiempo, a causa de la enfermedad o la muerte de sus seres queridos. También agradece que, gracias a los distintos medios de comunicación, los cristianos puedan haber participado, y sigan haciéndolo, de las celebraciones de la fe en este tiempo en el que, para cumplir responsablemente con la continuas indicaciones de las autoridades, los templos han estado cerrados al culto.

La carta tiene varios capítulos dedicados al agradecimiento, de una forma especial, al personal sanitario y demás servidores públicos, por los que, asegura, ha tenido un recuerdo particular durante este tiempo; a los trabajadores y voluntarios de Cáritas, que han tenido que multiplicar sus esfuerzos para atender a los más pobres que se han multiplicado; a las personas consagradas, que han estado, desde sus distintos carismas atendiendo diversas realidades, a las familias que, en este tiempo, han tenido ocasión de convivir más por el obligado aislamiento y a los sacerdotes que han multiplicado, con gran imaginación, los medios para estar cerca de sus comunidades ofreciendo consuelo y esperanza.

El Obispo reflexiona, en el cuerpo central de la carta, sobre las enseñanzas que esta situación tan particular nos puede ofrecer. El coronavirus nos ha hecho parar y recapacitar. El obispo se pregunta por la relación entre el hombre y Dios, en un apartado centrado en la religiosidad actual, que considera muy personalista y poco profunda, con poca experiencia de la finitud humana y prepotente ante los acontecimientos. Por el contrario, nos dice que en este tiempo “hemos comprobado que somos débiles, vulnerables y necesitados de la ayuda de los demás”, y que, aun valorando la ciencia y la técnica, no debemos excluir a Dios como si fuera “un estorbo para el progreso” relegándolo al “ámbito privado”.

Se nos recuerda la importancia de vivir la fraternidad, que hemos recuperado en esta novedosa situación, de valorar la libertad, que hemos descubierto al ver limitados los movimientos, la convivencia, el trabajo y el culto y de encontrar el sentido de la vida, para no experimentar la angustia y la desesperación.

En su mirada al futuro, tras la experiencia de esta dolorosa realidad, la carta del obispo ofrece algunas pautas para la acción pastoral en la diócesis, que tendrá que seguir caminando de forma sinodal, retomando los trabajos que se venían realizando.
Don Atilano invita a todos a crecer en la oración que nos ayuda “a poner la confianza en el Padre, a crecer en la identificación con Jesucristo y a entregarnos a los hermanos sin condición”. También reclama que se busque la paz interior, desde el silencio y la escucha, para que Dios y el resto de los hombres puedan tener una palabra en los proyectos personales. Escuchar para acompañar. Escuchar para compartir, con esperanza, los dolores y sufrimientos de la humanidad.

El obispo, al llegar al final de su reflexión, no quiere olvidar a los que más sufren y sufrirán las consecuencias de la pandemia en todos sus aspectos, también en el económico. Invita a aunar esfuerzos en torno a las asociaciones caritativas de la Iglesia, especialmente con Cáritas, que tendrán que dar respuesta también a nuevas pobrezas. Los necesitados aumentan, los recursos merman, pero con la ayuda de todos, también de las instituciones civiles y, sobre todo, de los voluntarios habrá que afrontar la nueva realidad.

Las palabras del obispo concluyen con una referencia a la Virgen María, a la que en la provincia de Guadalajara se venera de una forma especial en este mes de mayo. Muchas son las romerías que habrían de celebrarse estos días y han de ser suspendidas. A María, siguiendo la recomendación del papa Francisco de contemplar la vida de la Virgen con el rezo del rosario este mes de mayo, termina el obispo pidiendo su protección para toda la diócesis.

ENLACE A LA CARTA PASTORAL
https://www.siguenza-guadalajara.org/images/documentos/carta-pastoral-gratitud-esperanza.pdf