lunes, 27 de abril de 2020

HE DESEMBARCADO EN LA OTRA ORILLA


Mauritania. Lejos de nuestras costas es un punto más en el mapa, seguramente para muchos. Uno de tantos países del continente africano que ni siquiera sabemos situar con certeza.
Sekou es uno de tantos jóvenes que sueña con cruzar fronteras y llegar a cumplir lo que todos en el fondo deseamos: una vida digna.

He podido compartir con él sus últimos tres días en el hospital. Solo. Asustado. Angustiado. Desorientado a veces. Preocupado por su familia. Pero enganchamos muy bien en este pequeño espacio de tiempo. Nos sentíamos bien cuando nos veíamos y lo poco que hablaba era para sentirse acogido en medio de lo que él también intuía.

Ayer, en la mañana, a primera hora, pasé a verlo como de costumbre para darme una idea de cómo estaba la situación que cambiaba por momentos. Esta vez tenía los ojos entreabiertos con la mirada perdida, apagada. Agonizaba.
Me quedé compartiendo con él sus últimas 3 horas de vida.
Puse una música suave con la llamada a la oración árabe que se repetía una y otra vez como meciendo las últimas olas suaves que van llevando hasta la orilla, al cielo, su tierra, su orilla definitiva

Hoy la patera de la vida de Sekou llegó a la orilla del cielo común donde todas las almas que buscan a Dios se encuentran y descansan.
Sekou dejó su último aliento en esa cama de hospital, agarrado a mi mano. Recé para que el Dios de toda la creación lo recibiera en la orilla y descansara de este viaje último, tan duro, lejos de todos los suyos y sin sus raíces. Al canto de la llamada a la oración Sekou entregó su último aliento a Allah y nos despedimos con la paz y la certeza que este último tramo no estuvo solo. Yo tampoco. Y me fortaleció.

En medio de una sociedad que invisibiliza y repele al emigrante, desde el silencio de una habitación de hospital, desde la orilla de la eternidad, Sekou pone su historia y la de tantos para reclamar justicia, dignidad y paz para todos. La patera hoy ha llegado a puerto.
Autor. Juan Ma Arija. Capellán de Hospital

sábado, 25 de abril de 2020

ORACIÓN... PARA LOS PEQUEÑOS PASOS


Señor, no pido milagros y visiones, pido la fuerza para la vida diaria. Enséñame el arte de los pequeños pasos. Hazme hábil y creativo para notar a tiempo, en la variedad de lo cotidiano, los conocimientos y experiencias que me atañen personalmente.

Enséñame a distribuir correctamente mí tiempo: dame la capacidad de distinguir lo esencial de lo secundario.
Te pido fuerza de Auto control y equilibrio para no dejarme llevar por la vida y organizar sabiamente el curso del día, para poder ver lo alto y lo lejano, y aunque sea pocas veces encontrar tiempo para disfrutar del arte. Ayúdame a hacer cada cosa de mi presente lo mejor posible, y a reconocer que esta hora es la más importante.

Guárdame de la ingenua creencia de que en la vida todo debe salir bien. Otórgame la lucidez de reconocer que las dificultades, las derrotas, las caídas y los fracasos son oportunidades naturales en la vida para crecer y madurar.
Envíame en el momento justo a alguien que tenga el valor de decirme la verdad con amor. Haz de mí un ser humano que se sienta unido a los que sufren.

Permíteme entregarles en el momento preciso un instante de bondad, con o sin palabras.
No me des lo que yo pido, sino lo que necesito. En tus manos me entrego.
¡Enséñame el arte de los pequeños pasos!

Oración de : Antoine de Saint-Exupéry.
Autor del libro “El principito”

viernes, 24 de abril de 2020

JESÚS TRANSFORMA


El encuentro con Jesús transforma la vida de la persona. Los caminos que recorremos con la resurrección no son fracaso y desconsuelo, sino esperanza, bendición e ilusión por saber con quién nos hemos encontrado. Creo que, cuando nos encontramos con Jesús y le aceptamos, nos transformamos.
El anuncio de la Resurrección, para el cristiano, no es un invento, sino la consumación de la Historia de la Salvación, del camino que Dios recorre con la humanidad.
La implicación de Dios con el hombre tiene que llevar a que el hombre se implique con Dios. La forma de actuar del cristiano serán los signos que muestren nuestra transformación.
Las lecturas de este domingo tercero de Pascua nos invitan a hacer una lectura creyente de nuestra vida, a leer los acontecimientos desde el don de la fe y a transformarnos.

La primera lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2,14.22-23) nos sitúa a Pedro, después de Pentecostés, que toma la palabra, se pone en pie y da testimonio de lo ocurrido en Jerusalén. El discurso de Pedro explica la vida y misión de Jesús y cómo en Él se han cumplido las Escrituras (versíc. 22-36)
Jesús Nazareno fue acreditado por Dios a través de signos y prodigios. Los judíos lo mataron pero Dios no le dejó en el sepulcro sino que lo ha resucitado y exaltado.
Estas palabras de presentación de Jesús dan paso, a continuación, a la invitación a adherirse a Él mediante el bautismo (versículos 37-41) aunque el texto litúrgico de este domingo no nos lo presenta.

Reflexión: La finalidad del envío del Hijo al mundo es: la salvación de todas las personas. “Tanto amó Dios al mundo” (Jn 3,16). Dios es identificado como origen de la salvación, no de la condenación, y pone en marcha el plan salvífico por su amor  hacia la humanidad. Esta es la clave de la vida de Jesús: la manifestación del amor libre y gratuito de Dios por nosotros.
El deseo de Dios en salvar a todas las personas se hace camino concreto en nuestra realidad personal: creer en Jesús. Él se hizo carne para revelarnos el amor infinito e incondicional del Padre.
Por eso, creer es más que aceptar un conjunto de doctrinas, es seguir este camino de amor abierto por Dios que da a la vida un sentido y horizonte nuevos.
El anuncio de la muerte y resurrección de Jesús y la salvación que brota de ellas, no se queda en algo meramente teórico y distante, sino que tiene repercusiones en quienes lo aceptan. "Las cosas no pueden seguir igual"

El evangelio de Lucas (24,13-35) nos presenta a dos discípulos camino de Emaús. No reconocen a Jesús que se acerca a ellos y le narran lo esencial del acontecimiento del Nazareno: su nombre, su identidad de profeta, sus acciones y palabras poderosas, su muerte en cruz y que unas mujeres, y algunos de los suyos, encontraron el sepulcro vacío.
Estos acontecimientos no sólo les han producido pena sino que también desánimo, desaliento y desesperanza. Todas sus expectativas se han desplomado. (Ya han pasado tres días desde que esto ocurrió)
Jesús, tras escucharlos, apunta su torpeza para entender y les explica que en los acontecimientos ocurridos se ha cumplido la Escritura. Acepta la invitación de entrar en casa y realiza unos gestos que para los discípulos de Emaús son conocidos: “Toma el pan, pronuncia la bendición, lo parte y se lo da
Estos gestos son suficientes para que se les abran los ojos y le reconozcan. 
Él desaparece.

Los discípulos de Emaús hacen memoria, sienten que ardía su corazón mientras les explicaba las Escrituras y toman conciencia, en el corazón, del encuentro con Jesús, se transforman, se llenan de alegría, vitalidad, entusiasmo y vuelven a Jerusalén a contar lo que les ha ocurrido y como han reconocido al Maestro al partir el pan.

Reflexión: El sepulcro vacío es un signo, pero no determinante para creer. Es, el encuentro con el Resucitado, el que despierta la fe y nos transforma.
Nos preguntamos ¿Cómo y dónde podemos encontrar a Jesús resucitado? porque nosotros, como los discípulos de  Emaús,  a veces, caminamos cabizbajos, desanimados, con la esperanza que se desvanece, desconcertados e instalados en la decepción.
Y, sin embargo, Jesús camina muchas veces junto a nosotros como un desconocido y para reconocerle tenemos que abrir el corazón y dejarnos guiar por la luz de su Palabra.
Nuestra luz para el camino es la Palabra. Escuchar, leer, meditar, orar… la Palabra nos da pistas para recorrer el camino de la vida con el Resucitado y vivir de forma diferente.
Se nos recuerda, a los miembros de la Iglesia, que en el “partir el pan” el encuentro con el Resucitado es posible. Será en la Eucaristía donde podemos vivir un encuentro profundo con el Señor, que nos lleva, no a huir de este mundo, sino a un testimonio de fe y compromiso con las distintas realidades que nos rodean. 
Igualmente, podemos encontrar a Jesús Vivo en lo grande, bueno y bello, en los acontecimientos de la vida, en la vivencia de los sacramentos y en nuestros prójimos

martes, 21 de abril de 2020

POR CONTAGIO


La resurrección de Jesús, para nosotros los cristianos, es la victoria del amor sobre la raíz del mal; una victoria que traspasa el sufrimiento y la muerte, que nos abre un camino en nuestras oscuridades, porque transforma el mal en bien. No es la resurrección una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas, sino que la resurrección es esperanza de Jesús, que “infunde en el corazón la certeza de que Dios conduce todo hacia el bien(Papa Francisco homilía Vigilia Pascual 2020)

Por lo tanto, la resurrección de Jesús es Buena Noticia que debemos “contagiar” al mundo, que anda necesitado de esperanza, ante los desafíos a los que ya se enfrentaba y a los que se añade esta situación de pandemia que somete a la “familia humana” a una gran prueba.

“Contagiemos esperanza”. Dejemos que sea Jesús quien triunfe en nuestro corazón y en nuestra vida. Que no triunfe entre nosotros el miedo y la muerte porque ello nos llevará a seguir viviendo en la indiferencia, egoísmo, división y olvido.

No es el tiempo de la indiferencia porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia.
Sí es el tiempo de mirar a los más débiles del mundo (pobres, quienes viven en las periferias, prófugos y los que no tienen un hogar) para que no se sientan solos y no les falte los bienes de primera necesidad, los medicamentos y la posibilidad de una adecuada asistencia sanitaria. Se relajen, además, las sanciones internacionales, se reduzca, o incluso condone, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres

No es el tiempo del egoísmo porque el desafío que enfrentamos nos une a todos y no hace acepción de personas.
Sí es el tiempo de la solidaridad que supera rivalidades del pasado y que nos hacen sentirnos formar parte de una única familia donde nos sostengamos mutuamente.

No es el tiempo de la división porque Cristo es Paz.
Sí es el tiempo del alto el fuego global e inmediato, de poner fin a las guerras, del dialogo que termine con el sufrimiento, con el terrorismo y la muerte de inocentes.

No es el tiempo del olvido porque el Señor de la Vida es cercano. 
Sí es el tiempo de no dejar de lado a tantas otras situaciones de emergencia y facilitar la ayuda internacional a la población que sufre a causa de la grave coyuntura política, socio-económica y sanitaria. Dejar de lado y olvidar  lleva consigo el sufrimiento de muchas personas: crisis humanitarias, personas refugiadas y desplazadas a causa de guerras, sequías y carestías, migrantes y refugiados (muchos de ellos son niños) que viven en condiciones insoportables.

-Es el momento, para el cristiano, de sentir que la resurrección de Jesús “nos ha curado y nos ha hecho revivir, que nuestra amargura se ha vuelto paz” (Isaías 38).
-Es el momento de dar gracias a Dios porque “nos ha enviado su luz y su verdad que nos guían hasta su morada” (Salmo 42)
-Es el momento de contagiar esperanza a nuestra vida y entorno, familia y amigos, así como aquellos desconocidos y lejanos de nuestro corazón.
-Es el momento de acercarnos a los más vulnerables, a los enfermos y sus familias, a los ancianos, a las personas que están solas, a los que han fallecido y las familias que lloran por la muerte de sus seres queridos, y que en algunos casos ni siquiera han podido darles el último adiós.
-Es el momento de dar gracias a quienes trabajan exponiendo sus vidas por cuidar y atender al prójimo porque nos ofrecen un testimonio vivo. Gracias a quienes garantizan los servicios esenciales necesarios para la convivencia civil, a las fuerzas del orden y a los militares. A quienes desde la Iglesia (sacerdotes, religiosos y seglares) ofrecen consuelo, oración, ayuda y caridad.
-Es el momento de, permaneciendo en casa, reflexionar, para detener el frenético ritmo de vida, para estar con los seres queridos y disfrutar de su compañía.
-Para muchos es momento de preocupación por el futuro que se presenta incierto, por el trabajo que corre el riesgo de perderse y por las demás consecuencias que la crisis actual trae consigo.
-Por ello es momento de animar a quienes tienen responsabilidades políticas a trabajar activamente en favor del bien común de los ciudadanos, proporcionando los medios e instrumentos necesarios para permitir que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas.

Las palabras indiferencia, egoísmo, división y olvido. ¡Queremos suprimirlas para siempre! y contagiar esperanza.

Este artículo está basado en el mensaje “Urbi et Orbi” pronunciado por el Papa Francisco el Domingo de Resurrección 12 de abril 2020. Si queréis leer completo el mensaje podéis hacerlo en este enlace:

sábado, 18 de abril de 2020

ORACIÓN DEL VÍA LUCIS. CAMINO DE LA LUZ. ORACION PARA EL TIEMPO DE PASCUA


Oración Preparatoria: Señor Jesús, con tu Resurrección triunfaste sobre la muerte y vives para siempre comunicándome la vida, la alegría, la esperanza. Tú, que fortaleciste la fe de tus discípulos enseñándolos a amar con obras, fortalece también mi corazón vacilante, para que me entregue lleno de Ti a los hermanos.
Quiero compartir contigo y con tu Madre la alegría de la Resurrección. Tú que me has abierto el camino hacia el Padre, haz que, iluminado por el Espíritu Santo, goce de la pertenencia al Reino de los Cielos.

PRIMERA ESTACIÓN. ¡Cristo vive!: ¡ha resucitado!
“El ángel dijo a las mujeres: No temáis, buscáis a Jesús crucificado. No está aquí: ¡Ha resucitado! Va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis” (Mt 28,5-7)
Reflexión:
Cuando la muerte parece haber dicho la última palabra, hay que proclamar llenos de gozo que Cristo vive, ¡ha resucitado!. Esa es la gran noticia que da fuerza a nuestra fe y que llena de alegría nuestra vida. Es noticia que se entrega a todos, no se puede encerrar en recintos sagrados.

-      Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
-      Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
-      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era….

SEGUNDA ESTACIÓN. Encuentro con María Magdalena
“María Magdalena fue y anunció a los discípulos: ¡He visto al Señor!” (Juan 20,18)
Reflexión:
María Magdalena se convierte en la primera misionera de la resurrección. No reconoce al Señor, le confunde con el hortelano. Sólo al oír su nombre, ella se da cuenta que es el Maestro. Jesús resucitado te ama y te llama por tu nombre para que esparzas semillas de esperanza con tu oración y amor, con gestos de atención y afecto.

-      Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
-      Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
-      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…

TERCERA ESTACIÓN. Jesús se aparece a las mujeres
“Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante Él. Jesús les dijo: no temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán” (Mt 28,8-9)
Reflexión:
Jesús, el autor de la esperanza, dijo: No temáis, no tengáis miedoHe aquí el anuncio de la esperanza. Hoy, este anuncio es para nosotros. El derecho a la esperanza; es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios. Es un don del Cielo. La esperanza de Jesús infunde en el corazón la certeza de que Dios conduce todo hacia el bien

-      Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
-      Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
-      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…

CUARTA ESTACIÓN. Los soldados custodian el sepulcro
“Algunos de la guardia comunicaron lo ocurrido. Les encargaron: Decid que sus discípulos robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais” (Mt 28,11-14)
Reflexión:
Señor Jesús, dame la limpieza de corazón y la claridad de mente para reconocer la verdad. Que nunca negocie con ella para ocultar mis flaquezas, mi falta de entrega, que nunca sirva a la mentira, para sacar adelante mis intereses. Que te reconozca, Señor, como Verdad, Camino y Vida.

-      Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
-      Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
-      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…

QUINTA ESTACIÓN. Pedro y Juan ante el sepulcro vacío.
“Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro… Éste, entró, vio y creyó. Hasta entonces no habían comprendido las Escrituras: que Él había de resucitar de entre lo muertos” (Mt 28,11-14)
Reflexión:
Pedro y Juan son los primeros apóstoles en ir al sepulcro. Y comprueban que todo es como les han dicho las mujeres. Cristo ha vencido a la muerte. Señor Jesús, también yo, como Pedro y Juan, necesito encaminarme hacia Ti. Te pido responder con prontitud a lo que puedas querer de mí. Que sepa escucharte para correr, con alegría y esperanza, a buscarte.

-      Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
-      Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
-      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…

SEXTA ESTACIÓN. Jesús muestra las marcas de la cruz
“Se presentó ante ellos y les dijo: Mirad mis manos y mis pies, soy yo en persona… Ellos no acababan de creer por la alegría y seguían atónitos” (Lc 24,39-41)
Reflexión:
Cristo resucitado se presenta en medio de ellos, y les muestra sus llagas como la señal de su victoria sobre la muerte. No es un fantasma. Es el mismo Jesús que los eligió como amigos. Señor Jesús, dame la fe y la confianza para descubrirte en todo momento. Que vivo y presente entre nosotros, ilumines mi camino de discípulo.

-      Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
-      Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
-      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…

SÉPTIMA ESTACIÓN. Jesús en el camino de Emaús
Esa misma tarde dos discípulos vuelven desilusionados a sus casas. Pero un caminante les devuelve la esperanza y la ilusión. Sus corazones vibran de gozo con su compañía, sin embargo sólo se les abren los ojos y le reconocen al verlo partir el pan. (Lc 24,13-32)
Reflexión:
Señor Jesús, ¡cuántas veces estoy de vuelta de todo y de todos! ¡Tantas veces estoy desengañado y tristes! Ayúdame a descubrirte en el camino de la vida, en los hermanos, en la meditación de tu Palabra y en la celebración de la Eucaristía, donde te ofreces a mí como alimento.

-      Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
-      Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
-      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…

OCTAVA ESTACIÓN. Jesús dona el poder de perdonar
“Sopló sobre ellos y les dijo. Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados” (Jn 20, 22-23)
Reflexión:
Jesús hace partícipe a los apóstoles de la misericordia de Dios, de la capacidad de volver a la amistad con el Padre. Ayúdame a sentir en mi vida la alegría profunda de actuar con ternura y perdón.

-      Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
-      Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
-      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…

NOVENA ESTACIÓN. Jesús fortalece la fe de Tomás
“Dijo Tomás: Señor mío y Dios mío. Jesús le dice: ¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto” (Jn 20, 28-29)
Reflexión:
Señor Jesús, auméntame la fe, la esperanza y el amor. Dame una fe fuerte y firme, llena de confianza. Te pido humildad para creer sin ver, para esperar contra toda esperanza y para amar sin medida, con un corazón grande.

-      Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
-      Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
-      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…

DÉCIMA ESTACIÓN. Jesús en el lago de Galilea
“Jesús se apareció otra vez a los apóstoles junto al lago de Tiberíades…. Aquel discípulo, a quien Jesús amaba, dice a Pedro: Es el Señor” (Jn 21,1-14)
Reflexión:
La barca de Pedro es imagen de la Iglesia, cuyos miembros estamos llamados a poner por obra la llamada de Jesús: "ser pescadores de hombres". Echar las redes pero contando con el Señor, fiándome de su palabra. En las circunstancias difíciles es el momento de la confianza en Dios. Hay que saber descubrir y señalar a Jesús como Aquel que nos acompaña.

-      Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
-      Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
-      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…

UNDÉCIMA ESTACIÓN. Jesús confirma a Pedro en el amor
“Jesús dijo a Pedro: ¿me amas más que estos? Pedro contesto: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo apacienta mis ovejas… Y añadió: Sígueme” (Jn 21,15-19)
Reflexión:
Pedro queda a solas con el Señor. Jesús no le reprocha sus negaciones porque el amor es más grande que todas nuestras cobardías. Jesús es fiel a sus promesas, siempre está abierta la puerta de la esperanza para quien sabe amar. Seguir a Jesús es apacentar con ternura.

-      Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
-      Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
-      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…


DÉCIMA SEGUNDA ESTACIÓN. Jesús entrega su misión a los apóstoles. La despedida
“Jesús dijo: Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros, hasta el final de los tiempos” (Mt 28,19-20)
Reflexión:
Señor Jesús, que llenaste de esperanza a los apóstoles con el mandato de predicar la Buena Noticia, ensancha mi corazón para que crezca en mí el deseo de llevar al mundo, a cada ser humano, la alegría de tu Resurrección, para que así el mundo crea en Ti y crezca la fraternidad.

-      Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
-      Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
-      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…

DÉCIMA TERCERA ESTACIÓN. Jesús asciende al cielo.
“A la vista de ellos fue elevado al cielo, mientras Él se iba marchando, dos hombres vestidos de blanco les dijeron: ¿Galileos que hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que fue llevado al cielo, volverá como le habéis visto marcharse” (Hechos 1,9-11)
Reflexión:
Todos se han reunido para la despedida del Maestro. Sienten la separación, pero el Señor les ha llenado de esperanza: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". Es el momento de ponerse a trabajar, de emplearse a fondo para llevar el mensaje de alegría hasta los confines del mundo. Comienza el "Tiempo de la Iglesia"

-      Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
-      Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
-      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…

DÉCIMA CUARTA ESTACIÓN. Jesús envía su Espíritu. Pentecostés
“Se llenaron todos del Espíritu Santo” (Hechos 2,1-14)
Reflexión:
Cincuenta días después de la Resurrección, el Espíritu se derrama sobre la Iglesia naciente. Reciben el Espíritu Santo que llena de luz la mente y de fuego el corazón de los discípulos para darles la fuerza y valentía para predicar el Reino de Dios.
Ven, Espíritu Santo, derrama el fuego de tu amor para que, transformado por tu fuerza, te ponga en el centro de mis palabras, gestos y acciones, para que todo lo que realice lo haga bajo tu luz e impulso.

-      Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
-      Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
-      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era…

Oración Final: Señor y Dios nuestro, fuente de alegría y de esperanza, he vivido con tu Hijo los acontecimientos de su Resurrección y Ascensión hasta la venida del Espíritu Santo; haz que la contemplación de estos misterios me llenen de tu gracia para dar testimonio de tu Hijo en medio del mundo.
Te pido por tu Iglesia: que sea fiel reflejo de las huellas del Maestro en la historia y que, llena del Espíritu Santo, manifieste al mundo tu amor. 
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

DONES DEL RESUCITADO


Caminamos por este tiempo de Pascua en el que se nos invita continuamente a la VIDA. Una vida nueva y renovada que trae consigo un compromiso personal y comunitario. Por lo tanto, se hace urgente la “salida hacia los otros”, así como el visibilizar la comunión-unión con el ser humano.
Las lecturas, de este 2º Domingo de Pascua, nos invitarán a realizar un proyecto de vida que nos haga cristianos creíbles y testigos de que el Señor ha vuelto a la Vida y se hace presente, resucitado, en cada uno de nosotros.
Este proyecto vital tendrá que incluir, por un lado, el conocimiento de Jesús a través de la formación y la escucha de la Palabra y, por otro, la opción por la comunidad y la comunión con la celebración de la Eucaristía, la oración, el servicio y el compartir.

La primera lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2,42-47) nos presenta la primitiva comunidad cristiana. Nos ofrece un resumen (sumario) donde la Iglesia muestra que el Reino de los Cielos ha comenzado y que es posible, guiados por el Espíritu, una vida de hijos de Dios y fraterna.
Para ello se nos invita, en primer lugar, a la constancia, es decir, la capacidad de permanecer y superar las dificultades que pudieran surgir en la comunidad. Esta constancia se concreta en escuchar la enseñanza de los Apóstoles, en la comunión (que constituye la fraternidad) en la Fracción del Pan y en la oración.
Seguidamente,  junto a los prodigios que realizan los apóstoles, se nos ofrece como signo, de la nueva comunidad cristiana, el compartir los bienes. Con ello la común-unión interna se manifestaba externamente y de forma concreta vendiendo las posesiones  y repartiéndolas según las necesidades de cada uno.
Por último se nos ofrece como signo la oración comunitaria tanto en el templo como en las casas, donde se partía el Pan y se alababa a Dios.
El resultado de esta forma de vivir la fe era que el ideal de la vida cristiana se contagiaba y crecía.

Reflexión:
Nuestras comunidades no vencerán los miedos, ni sentirán la alegría de la fe, ni conocerán la paz, mientras que Jesús no ocupe el centro de sus encuentros, reuniones, asambleas, grupos…
Superaremos las dificultades, mostraremos la presencia del Reino de los Cielos y la posibilidad de un mundo de hijos de Dios y hermanos cuando imitemos seriamente la vida de las primeras comunidades cristianas, adaptadas a nuestro siglo XXI 

En el evangelio de hoy, Juan 20,19-31, se nos narra las apariciones de Jesús a los Apóstoles.

-Primeramente al grupo sin la presencia de Tomás.
En los discípulos permanece el temor, el Señor se presenta en medio de ellos y saluda con la PAZ, seguidamente se identifica mostrando las manos y el costado para que le reconozcan como el mismo que fue crucificado. La reacción de los discípulos es de GOZO y ALEGRÍA al ver al Señor.
El Maestro les encarga su misma misión: “Como el Padre me envío así os envío yo”. A continuación sopla sobre ellos, (al igual que Dios sopló sobre Adán y le dio vida) y reciben el don del ESPÍRITU SANTO y el poder de PERDONAR en su nombre y así también ellos podrán dar la vida de hijos de Dios.
-Después se aparece  al grupo con la presencia de Tomás.
Este no cree en el testimonio de los restantes apóstoles y pide señales para creer. Jesús recoge el desafío y se presenta de nuevo invitando a Tomás a que “no sea incrédulo sino creyente” Tomás le confiesa como Señor y Dios, reconociendo la divinidad de Jesús.

Reflexión:
Estemos alegres porque el Señor resucitado está presente en medio de nosotros. Reconozcamos y descubramos en Jesús al Mesías e Hijo de Dios, la consecuencia de este descubrimiento y la aceptación del mismo es una nueva vida, la vida eterna,
Siéntete “dichoso” si crees, porque Jesús alaba a todos aquellos que creen sin pruebas y te llama bienaventurado porque sin haber visto has creído. Da testimonio con tu vida de la esperanza de Jesús y de todos los dones que nos ofrece la resurrección, especialmente del don del Espíritu Santo.

viernes, 17 de abril de 2020

¿QUÉ DEBO HACER?


RESPONSABILIDAD DE NUESTROS ACTOS

Nuestros actos individuales, que realizamos como madres y padres, hijos e hijas, esposos, miembros de una comunidad de vecinos, integrantes de un equipo de trabajo, usuarios de determinados servicios o como consumidores… tienen repercusiones sobre las “otras personas” y “nuestro entorno”
Por ello, cuando te preguntas, ¿qué puedo hacer para mejorar la vida de los que comparten conmigo la existencia? o ¿cómo puedo contribuir a hacer más sostenible nuestro mundo? muchas veces la respuesta no se halla lejos de lo cotidiano.
En nuestro día a día, en todo lo que hacemos, podemos encontrar soluciones prácticas y sencillas para ser más responsables con el mundo que nos rodea y, así, mejorar la vida nuestra, de quienes nos rodea y del entorno. 
Podemos hacer un planeta más habitable y mejor con la sencillez de reducir los residuos, consumiendo responsablemente, colaborando con proyectos de voluntariado, comprando en tiendas solidarias o de comercio justo… En fin todo aquello que conocemos y que desde muchos sectores de la sociedad y desde la Iglesia se nos invita a realizar.

Igualmente, aquellos actos que realizamos como cristianos repercuten en la comunidad eclesial, en la Iglesia, en la proclamación y extensión del evangelio, en la construcción del Reino de los Cielos, en la fraternidad….

En nuestra vida de discípulos y cristianos también nos podemos preguntar ¿qué tenemos que hacer o qué podemos hacer? La respuesta, desde los evangelios, no se halla muy lejana a nosotros mismos, es en la Palabra de Dios en donde se nos invita a la conversión y al anuncio de la nueva vida que nos propone la Resurrección de Cristo.
Volver a Jesús, conocerle, profundizar el sentido de su vida y proclamarle con nuestras palabras, gestos y obras desde la sencillez, desde lo más pequeño y cotidiano, a veces insignificante, pero que a la vez es extraordinario.
Estamos llamados a reconocer la voz del Señor y ser las manos, los labios y el corazón del Maestro que tiene palabras de ánimo para aquellos que necesitan Luz en sus oscuridades, Vida en sus muertes, Libertad en sus esclavitudes.

Por ello, todo lo que realicemos los cristianos tiene que ser entendido en clave de Evangelio, Iglesia y Comunidad que  tiene ¡Un solo Señor, una sola Fe, un solo Dios y Padre!
La división, el enfrentamiento, las fobias… nunca podrá ser entendido desde el evangelio de Jesucristo por el daño y dolor que realizamos y por el anti testimonio que mostramos.


miércoles, 15 de abril de 2020

HOJAS ALEGRÍA DE PASCUA. TRINIDAD Y CORPUS (CICLO A)

HOJA ALEGRÍA Nº 76
DOMINGO DEL CORPUS CRISTI
HOJA ALEGRÍA Nº 75
DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
HOJA ALEGRÍA Nº 74
DOMINGO DE PENTECOSTES
HOJA ALEGRÍA Nº 73
DOMINGO DE LA ASCENSIÓN
HOJA ALEGRÍA Nº 72
DOMINGO SEXTO DE PASCUA
HOJA ALEGRÍA Nº 71
DOMINGO QUINTO DE PASCUA
HOJA ALEGRÍA Nº 70
DOMINGO CUARTO DE PASCUA
HOJA ALEGRÍA Nº 69
 DOMINGO TERCERO DE PASCUA
HOJA ALEGRÍA Nº 68
DOMINGO SEGUNDO DE PASCUA