Si te adentras en el evangelio (Lucas 2,1-14) puedes observar miles de detalles. Por ejemplo, que el anuncio del tesoro del Mesías está destinado explícitamente y en primer lugar a los pastores: personas que, en aquel tiempo, eran marginadas social y religiosamente.
Igualmente puedes descubrir que el poder del Salvador muestra un camino nuevo, no ligado al poder humano, ni a la riqueza ni a lo espectacular. También puedes contemplar que la señal para encontrar al Mesías es una señal tan cotidiana y normal, tan sencilla y pequeña, que no está al alcance de los que buscan acontecimientos extraordinarios y exclusivos. “Aquí tenéis la señal, encontrareis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”
“Os anuncio una buena Noticia, que será la gran alegría para todo el pueblo, hoy os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor.” La Buena Noticia del nacimiento de Jesús va a depender de la mirada de quien lo contempla. Algunos podrán mirar sin descubrir nada y otros si la verán porque su mente y su corazón están abiertos a la capacidad de asombro de un Dios cercano, sencillo que forma parte de nuestra historia.
Reflexión: Belén se convierte en una escuela. Volver a Belén continuamente, en nuestra vida de discípulos y no en unos días concretos del calendario, es una necesidad para comprender, mirar y sentir la bondad de Dios para contigo y conmigo.
No es difícil encontrar al Niño la noche de Navidad. Lo difícil es continuar el encuentro, convertirlo en el punto de referencia donde se oriente nuestra existencia. Lo difícil es dejarle que acampe entre nosotros cada día, acogerlo, aceptarlo como eje y motor de nuestra vida. Lo difícil es encontrar al Maestro, que ya no está en Belén, sino en nuestro mundo de inteligencia artificial, de ordenadores, de murallas que separan y olvidan, de seres humanos descartados, de desigualdades, de conflictos y guerras… Por eso hay que seguir buscándolo. No podemos perder la vocación de exploradores porque tenemos la misma señal: “Encontrareis un niño”
Amig@s la Navidad viene a nuestras vidas como
noticia de gozo, también como encrucijada y como tiempo propicio para tomar
decisiones. Nuestra actitud es la de los pastores que buscan y se ponen en
camino, que cuentan y anuncian lo que han visto y oído, que se levantan y
exploran… Sólo después de encontrar un tesoro podemos disfrutar de él… Eso sí,
tiene su riesgo: hay que exponerse, arriesgarse, mancharse y acercarnos a los
lugares donde el Niño en silencio está envuelto en pañales y en un pesebre.
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