jueves, 30 de mayo de 2024

PREFERIBLE EN MESA REDONDA

 

Domingo del Corpus Christi

A los que nos ha tocado en más de una ocasión, cenar en soledad damos un valor inmenso al compartir una misma mesa y mantel. Compartir la mesa es el gran símbolo de la convivencia, de la reconciliación y de la inclusión, porque sentados entorno a la mesa se rompen las barreras que nos dividen, no hay comensales prioritarios y todos tenemos el mismo “status”… Por esto, cada día más apuesto por la “mesa redonda”, donde no hay ceremoniales, ni preferencias, ni diferencias de asientos, ni lugares de privilegio. La mesa redonda más famosa es la que nos narra la leyenda del rey Arturo de Camelot; una mesa alrededor de la cual se sentaba el rey y sus caballeros para discutir asuntos cruciales para la seguridad del reino. Una mesa, donde los que se reunían eran todos iguales y no tenían asientos reservados.

Al leer las lecturas que la Iglesia nos presenta en este domingo del Corpus Christi (ciclo b) me doy cuenta que la atmosfera que se respira, los gestos que se realizan y palabras que se pronuncian me invitan a contemplar algo más allá que una comida de amigos o una cena de despedida. Es un gesto profético de entrega y de una alianza nueva. Celebrar la festividad del Corpus Christi es vivenciar las alianzas realizadas entre Dios y su pueblo, entre Dios y tú, a lo largo de la historia.

La primera lectura (Éxodo 24, 3-8) recuerda una de aquellas alianzas. Parecía que iba a ser la única y definitiva, ya que el compromiso del pueblo parece ser firme: «Haremos todo lo que dice el Señor.» Pero pronto, debido a la infidelidad del pueblo, se toman otros caminos. Y las alianzas se suceden una tras otras. Se hace necesaria una alianza nueva, definitiva, sin debilidades y cargada de fortaleza.

En esta alianza del Éxodo, la sangre derramada sobre el altar, simboliza la comunión de vida del pueblo con el Señor. El hombre reconoce a Dios cercano que le dio la libertad y le invita a ser su colaborador. A su vez el pueblo acepta el compromiso que se le ofrece. Moisés sella la alianza, tomando la sangre símbolo de vida y proclamando «Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»

El evangelio (Marcos 14,12-16.22-26) nos presenta, en una primera parte (v.12-16) a los discípulos que realizan las instrucciones dadas por el Maestro para la celebración de la Cena Pascual. En un segundo momento (v.22-26) se nos relata la institución de la Eucaristía.

Me gustaría que pusieras atención en los gestos y palabras de Jesús, porque te ayudarán a comprender el significado de aquella mesa/cena. El Señor realiza un signo profético de lo que ha sido toda su vida y de lo que está apunto de acontecer con su muerte: un pan que se parte-comparte (“Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomad, esto es mi Cuerpo”) y una copa de vino que hace pasar entre todos, contra el habitual vaso individual, símbolos de una vida entregada por todos y de una donación en favor de todos. “Tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por todos»

Estos versículos explican el misterio de la encarnación y son la clave para entender toda la historia de la salvación; historia de comunión, donación y alianza nueva y definitiva de Dios con el ser humano.

Reflexión: En el Pan y Vino de la celebración de la Eucaristía está la presencia de una vida entregada, que nos obliga a los cristianos a la donación de la propia vida en favor de los demás y de forma especial de los más desfavorecidos; por ello se celebra al día de la caridad en este domingo del Corpus. No sólo creemos en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, sino que esta fe nos obliga a tomar parte en el mismo destino de Jesús.

Cristo es el mediador entre Dios y los hombres, es el único sacerdote de la Nueva Alianza, y así lo recordamos en cada celebración eucarística y así lo hemos escuchado en las palabras del evangelista Marcos. Pero no olvidemos que Jesús invita a sus discípulos a preparar la sala. Ellos se ponen a disposición del Maestro y participan en la Cena no sólo de la presencia de Jesús sino también de su misión y destino.

En este día del Corpus Christi 2024 se nos invita  a vivir comprometiéndonos a seguir la obra de Jesús y a tener la disposición de servirle a Él y a los hermanos, de tal manera que allí donde se nos necesite abramos camino a la esperanza, ofreciendo amor en forma de escucha, acogida, dedicación de tiempo… Abre tu mente y corazón y dónate a aquellos que carecen de los mínimos derechos y viven postrados en la soledad, tristeza y pobreza. La Última Cena fue precedida de innumerables comidas con los pobres, pecadores, publicanos, prostitutas… Comidas de mesas redondas.

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