Vengo a ti, Señor cargado de intenciones,
repleto de motivos, sobrado de palabras,
lleno de méritos.
Cargo
un enorme baúl de logros y por si acasos.
He
acumulado propuestas, he hablado en tu nombre,
he
presumido de tu amistad. Te traigo alardes de virtud
y tablas de cumplimiento.
¿Por
qué esta angostura? Abre más la puerta,
que
no logro entrar con todo.
Me
desespero, protesto, gesticulo,
me
enfado, te llamo, apremiante.
Abre, Señor, ¿a qué esperas?
Algún
día comprenderé que, para pasar,
he
de soltar motivos, palabras y méritos.
Puedo
desprenderme de resultados, prevenciones,
y quitarme las medallas.
Al
fin, despojado de apariencias y desnudo de garantías,
serán tu amor y tu gracia la única llave necesaria.
«La
puerta estrecha» @jmolaizola
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