jueves, 11 de septiembre de 2025

CENTRO Y EJE

 

Exaltación de la Santa Cruz

Podemos definir como “centro y eje” a la idea fundamental de un raciocinio o al tema predominante en un escrito o discurso. Con otras palabras, en esta reflexión quiero hablar del núcleo, centro, base, esencia y fundamento de nuestra fe. En mi caso particular, cada día que pasa, creo en menos verdades absolutas. Me doy cuenta, al estilo de una cebolla, que mis pensamientos son capas que envuelven una sola idea fundamental. Desde esta idea predominante, a modo de eje y centro, parten y se sustentan otras. Pero reconozco que sin la idea o pensamiento eje las demás no tendrían mucha o ninguna aceptación en mí. En fin, no te extrañes ni te eches las manos a la cabeza, si te cruzas conmigo y te digo que sólo creo en una verdad. Puede que a ti te pase lo mismo

En esta fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz se nos ofrece el centro y el eje de la fe cristiana, de la buena noticia de la salvación. En tres breves trazos, sin grandes discursos, se nos describe el acontecimiento salvífico; un acontecimiento cuya iniciativa parte de Dios, que se realiza por medio del Hijo y que el ser humano puede rechazar o acoger mediante la fe en el Enviado. No existe mejor síntesis de la fe cristiana. Por ello, se consciente que te encuentras ante el mejor resumen de la teología de San Juan y posiblemente de la vida cristiana.

La primera lectura (Números 21,4-9) que puedes denominar “la serpiente del desierto”, nos relata cómo la serpiente de bronce, que Moisés hizo obedeciendo el mandato de Dios y puesta sobre un mástil, sirvió de salvación para todo israelita que, mordido por las serpientes en el desierto, la mirara. No es difícil hacer un símil con la cruz de Cristo. En esta ocasión alude a la muerte en cruz de Jesús y a su poder salvador y dador de vida.

Las mordidas, de las diferentes serpientes que pululan por el mundo, se sanan con la mirada puesta en Aquel que, con sus brazos extendidos, se eleva en la cruz.

El evangelio de hoy (Juan 3,13-17) corresponde al diálogo de Jesús con Nicodemo. Recuerda que Nicodemo es presentado en el evangelio como un representante del judaísmo docto (Jn 12,42) pero que no quiere que sean conocidas sus simpatías hacia Jesús. Por eso acude al Maestro de noche. Nicodemo es un fariseo principal (Jn 3,1) miembro del sanedrín, interesado por conocer las obras de Jesús y no tanto su persona. Nicodemo representa a aquellos cristianos, creyentes más o menos maduros, que silencian su fe porque manifestarse seguidor de Jesús perjudicaría su posición social o sus intereses. En este contexto es donde Jesús expresa el centro y el eje de la vida y fe cristiana: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna”

Con frecuencia olvidamos que el amor de Dios es universal, que alcanza a la humanidad entera. Olvidamos que el propósito del amor de Dios es que el mundo tenga vida auténtica, que cada uno de los seres humanos tengamos vida verdadera. La prueba del amor de Dios es que Él toma la iniciativa en amarnos y que Él entregó a su Hijo para que no vivamos en la tiniebla sino en la luz de la salvación.

Por ello, cuando los cristianos adoramos la cruz no ensalzamos el sufrimiento, sino el amor de Dios y su cercanía que ha querido compartir nuestra vida haciéndose hombre y nuestra muerte muriendo en cruz. Salva el amor infinito de Dios que nos acoge como hijos. Quien desee ser fiel al crucificado no debe buscar con masoquismo el sufrimiento o el dolor, sino amar como Dios nos ama.

Por último, una esperanza debe alentar nuestros corazones: una vida “crucificada”, vivida con el mismo espíritu de amor, fraternidad y solidaridad con que vivió Jesús, sólo le espera resurrección. No nos podemos anclar en la cruz porque un Dios muerto no sirve para nada. Cristo ha vencido a la muerte.

Reflexión: Que triste es que los cristianos no sepamos descubrir que Dios es fuente de vida, cercano al mundo, que toma la iniciativa de amarnos, que ama sin condiciones, que anima y sostiene nuestra existencia. Mientras que no seamos capaces de descubrir un Dios así, sólo “sobreviviremos” pero no viviremos. Ser creyente es sentirse amado y llamado a vivir con plenitud, desde nuestra adhesión a Jesús, nuevas posibilidades, nuevas fuerzas y nuevos horizontes en nuestra historia cotidiana.

Amig@ te invito a saborear que Dios es amor y que no puede ser otra cosa. Sólo cuando saboreas, desde la fe, que Dios te ama comienzas a crecer en la confianza en Él y a entender con gozo las palabras del evangelio de hoy. Desde la libertad y sin imposiciones de nadie, es tiempo de sentarse consigo mismo y reconocer cuál es el eje y centro de tu vida de fe, para poder trazar tu camino con la seguridad de ser feliz y dichoso. Vas a tener que desojar las capas de la cebolla y descubrir tu principio, idea, verdad o pensamiento en el que gira tu discipulado. ¡El eje transversal que dirían los modernos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario