miércoles, 13 de octubre de 2021

LUCHA DE TRONO


A veces pretendemos un cristianismo “light” o “descafeinado”. Parece que queremos ser cristianos con el mínimo o poco o ningún esfuerzo ni dificultad... En otras ocasiones buscamos “tronos y honores”, primeros puestos, por los que somos capaces de luchar, retar, trepar, criticar, ningunear… En todos estos casos le robamos fuerza al mensaje del Nazareno, hemos equivocado el camino de fidelidad y obediencia a la voluntad del Padre que nos mostró Jesús y hemos pisoteado la ley del servicio y entrega al “otro”.

San Marcos nos propone su evangelio, sobre Jesús y el Reino de Dios, como un camino desde Galilea a Jerusalén. Todos los acontecimientos que transcurren en este trayecto y que Marcos narra (milagros, exhortaciones, predicaciones, gestos y palabras…) tienen la intención de ir preparando a sus discípulos para comprender el misterio de la Cruz, y asumir su misma misión liberadora y sanadora, misión de servicio y de entrega.

En el trasfondo de las lecturas de este domingo 29 del Tiempo Ordinario (ciclo b) debemos tener en cuenta las palabras que Jesús dirige, en versículos anteriores, a sus discípulos: “El Hijo del Hombre va a ser entregado  a los sumos sacerdotes y los escribas, lo condenaran a muerte y lo entregaran a los gentiles, se burlaran de Él, le escupirán, lo azotarán y lo mataran Y a los tres días resucitará” (Mc 10,33)

El evangelio dominical (Marcos 10, 35-45) es la respuesta que recibe Jesús a sus palabras anteriores de entrega, pasión, cruz y resurrección. Por un lado, Santiago y Juan, que buscan puestos de honor: “Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir. Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Por otro lado, los restantes diez discípulos, que al oír las pretensiones de los dos hermanos “se indignaron contra Santiago y Juan” Los Doce están en actitud de lucha por el trono.

Podemos comprobar que los discípulos insisten en esperanzas terrenas y en sueños de grandeza humana. Una vez más se ve obligado Jesús a instruirles, mostrando las condiciones para poder pertenecer al Reino y formulando lo que ha de ser la ley de la comunidad cristiana.

1.- Las condiciones quedan expresadas con las imágenes “cáliz y bautismo” que evocan el sufrimiento y la participación en la pasión y muerte de Jesús. El camino de la pertenencia al Reino es desde la participación en la vida de Jesús. El discípulo está llamado a seguir al Maestro en el presente, dejando que Dios programe libremente su  futuro. «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.»

2.- Tras las condiciones, proclama Jesús la Ley que ha de estar siempre presente: hacerse servidor de los demás. “El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos” El servicio como oposición a la actitud de los poderosos del mundo que tiranizan a los pueblos.

La comunidad que esté caracterizada por el servicio, ha de ser una comunidad sin deseo de poder, ni ambición de dominio, ya que ambas corrompen el corazón. La autoridad, en dicha comunidad, ha de reflejarse en la realidad del servicio y no en la posibilidad de mandar. Sólo una comunidad de servidores podrá ayudar eficazmente a la humanidad en la búsqueda de la fraternidad.

Reflexión: La vida cristiana tiene su Jerusalén particular y su dificultad. No es fácil ser discípulo y no está exento de dificultades, tiene sus cruces, pero eso sí, es bello. Una cosa no contradice a la otra. Es curioso, la belleza y la felicidad, que nos ofrece la pertenencia al Reino de los Cielos, no se contrapone con la dificultad, la exigencia y la cruz que tiene el seguimiento en fidelidad de Cristo, es más se hace imprescindible combinar.

Nuestro modelo es Jesús, que no duda en ofrecerse a sí mismo. Toda la obra del Maestro hay que interpretarla en clave de SERVICIO, un servicio sin límites, que llega hasta la entrega de la propia vida en favor de los demás. El fruto de esta entrega y servicio será la salvación, sanación y liberación de todos los oprimidos por el mal. Desde el Maestro  el servicio ya no es un piadoso consejo sino una condición imprescindible para aquellos que sentimos la llamada al seguimiento de la persona de Jesús.

¿Dónde te sitúas? El camino de Cristo y nuestros caminos, a veces no son los mismos, incluso en ocasiones son contrarios y no conducen al mismo destino. Mientras los discípulos, buscan primeros puestos, Jesús pide caminar hacia Jerusalén, sin miedo, mediante la exigencia de la cruz y la actitud de servicio. ¿No crees que asumir la misma misión de Jesús comporta compromiso, esfuerzo y entrega en nuestra historia personal y servicio al hermano?

No hay comentarios:

Publicar un comentario