Parece que con 52 para 53 no debería de
alucinarme con tanta facilidad, igual es que escondo un niño dentro de mí y aún
no me he dado cuenta de ello. Alucino que la encíclica del Papa “Fratelli tutti” sea nombrada en el
hemiciclo, alucino, aún más, que sea “arma arrojadiza” y alucino sobremanera
que no haya sido leída en su integridad y se juzgue con total impunidad a favor
y en contra de la encíclica y, de paso, de aquel que la escribió. Eso sí, en
sectores católicos haciendo una distinción entre el Papa y el cardenal
Bergoglio, porque hay que dejar claro que una cosa es su Santidad y otra Jorge
Mario Bergoglio. Y no sé por qué tengo esta capacidad para el alucinamiento
cuando lo único que ocurre es que se repite la historia de hace dos mil años
con Jesús de Nazaret. ¡A ver si ya empiezo a aprender… que tengo edad para ello!
Y es que hace dos mil años, al Maestro,
ciertas autoridades judías, encabezadas por los fariseos, intentaron poner de
manifiesto que ni sabía de la ley de Moisés ni sabía interpretarla y que por
tanto no era una persona digna de crédito.
En el evangelio (Mateo
22,34-40) de este domingo XXX del tiempo ordinario (Ciclo A) plantean a
Jesús, los fariseos, la pregunta: ¿Cuál
es el mandamiento principal de la ley? Es decir el mandamiento más
importante. Parece una pregunta sin dificultades en su respuesta, pero sin
embargo, es complicada ya que responde a una preocupación especialmente sentida
entre los fariseos y maestros de la ley. El estudio de la ley de Moisés les
había llevado a deducir una serie interminable de preceptos, en concreto 613,
como ejemplo véase la primera lectura
de hoy Éxodo 22,20-26 y ante la imposibilidad de recordar y
practicar todos estos preceptos surgió la pregunta de este domingo, con claras
intenciones de poner a Jesús en descredito ante el pueblo.
Las opiniones existentes, entre los maestros
de la época, ante esta pregunta eran distintas, eruditas y opuestas, por ello
quienes hacen la pregunta esperan que Jesús no sepa responder. Sin embargo, los
que buscan sorprender quedan sorprendidos porque Jesús no simplemente dice cuál
es el mandamiento principal, sino que además les muestra el origen de todos los
preceptos: el amor a Dios y al prójimo. Estas
son las dos claves y los dos preceptos que propone Jesús en las que se
encierran todas las enseñanzas de la ley y los profetas.
Reflexión:
La ética cristiana no está basada en una complicada lista de preceptos, sino en
amar a Dios y a los hermanos sin separar ambos amores, pues ambos se implican y
reclaman mutuamente.
Las leyes humanitarias, que aparecen en la
primera lectura de la liturgia de este domingo, del libro del Éxodo, tienen
como destinatarios a los más desasistidos: el emigrante, la viuda, el huérfano
y el pobre. Dios mismo se presenta como aquel que se encarga de su protección y
defensa.
Curiosamente, San Francisco de Asís y, dos
mil años después, el Papa Francisco promueve en la encíclica, “Fratelli tutti”, lo mismo que Jesús en
el evangelio de hoy. (¡Curioso eh!)
ü
Se
nos propone, en la Encíclica, un modelo de lenguaje y de comunicación que se
basa en el amor, actuando cada uno
de nosotros como un buen samaritano.
ü
Se
nos pide dirigir la mirada hacia la fraternidad
y la amistad social, de tal manera que ambas no se queden en un bello
sueño, sino que se hagan realidad desde nuestro compromiso individual y
comunitario.
ü
Y,
por si fuera poco, se nos traduce la primera lectura al momento actual. El Papa
vuelve a fijar su mirada en los pobres,
en los que viven en las periferias de la vida, en las fronteras, en los
migrantes. En el derecho que tienen a desarrollarse como ser humano y a vivir
con dignidad tanto en su tierra, como en la tierra de acogida.
Podemos, si queremos, seguir buscando polémicas
o lanzarnos encíclicas, documentos y noticias los unos a los otros a la cabeza.
Podemos seguir alucinándonos o alucinando… Yo, por mi parte, te insisto en que
tu vida y la mía tenga “sabor a Evangelio”, que tu actitud, mejor nuestra actitud, sea la de la Palabra
de hoy: amar. Que nos acerquemos al “otro-prójimo”, conozcamos cuál es su
realidad, nos detengamos, le escuchemos, le atendamos y le busquemos la mejor
de las respuestas para que no le falte de nada... sabiendo que al amar al
hermano amamos a Dios
“Alimentemos
lo bueno y pongámonos al servicio del bien”, (nº 77 de la Encíclica “Fratelli Tutti”)
“Todos
los compromisos que brotan de la Doctrina Social de la Iglesia «provienen de la
caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley
(cf. Mt 22,36-40)» (Encíclica “Fratelli Tutti” nº 181)