jueves, 21 de julio de 2022

RADIOGRAFÍA DE DIOS

 

Creo que no es necesario que os defina que es una “radiografía” porque todos tenemos experiencia de haber pasado, alguna vez, por esta prueba de exploración en nuestro cuerpo. No es comparable a una simple fotografía de un instante vivido, sino que la imagen que se obtiene, por medio de rayos X, está oculta a la vista y por medio de esta técnica se descubre lo que el ojo humano no ve.

En este domingo 17 del tiempo Ordinario (ciclo c) las lecturas que son proclamadas en la celebración nos descubren, a modo de radiografía, quien es Dios. Podemos hacer un símil ya que las lecturas que son presentadas, continuamente nos invitan a bucear más allá de la letra escrita y así aproximarnos a Dios. Igual que se necesita de la técnica de exploración, que es una radiografía, para conocer el verdadero alcance de una lesión física, necesitamos de la Palabra para conocer al Dios verdadero que se nos revela.

El evangelio (Lucas 11,1-13) nos presenta a Jesús que da respuesta a la inquietud de un discípulo «Señor, enséñanos a orar» Desde este deseo, el evangelista transmite a sus lectores la oración que el Maestro enseñó a sus discípulos. La oración del PADRE NUESTRO no sólo resume las convicciones y deseos que deben aparecer en la oración cristiana, sino que además define la naturaleza de Dios denominándolo “Abba-padre-papaíto”. Jesús utiliza la expresión de padre para dirigirse a Dios como signo de especial intimidad.

La Iglesia primitiva utilizará este término de padre para dirigirse a Dios (Romanos 8,15, Gálatas 4,6) Dios será o deberá ser experimentado por los cristianos, no como un poder que coarta la vida, sino como un padre autor de nuestra libertad.

Si continuamos sosegadamente con la oración presentada por Jesús conoceremos que Dios se manifiesta como salvador ante los ojos de todas las naciones y por ello su nombre debe ser santificado. Descubriremos que Dios tiene un plan para el mundo: el Reino ya presente en Jesús y que se pide que se manifieste pronto y definitivamente en la tierra. E igualmente se nos muestra que Dios es a quien se puede acudir para que nos llene de su Espíritu y así con su fuerza podamos nosotros conseguir el pan de cada día, el perdón de los pecados (que permite al creyente vivir su vida como hijo y no esclavo) y la entereza ante la tentación.

Continúa la Palabra de este domingo, enseñándonos que nuestra relación con este Dios no puede estar basada en la apetencia del momento o en el día concreto del calendario, sino que aboga por una relación incansable e insistente que elimina toda posibilidad de comprensión mágica de la oración.

La primera lectura (Génesis 18,20-32) también nos hace una bella radiografía de Dios. Aparece la ternura y la compasión del Señor ante la petición de Abraham que apela a la justicia que debe presidir los actos del “juez de toda la tierra”.  Se nos presenta un Dios justo que se hermana con la compasión, una justicia que no mezcla a inocentes con culpables; una misericordia que perdona a todos por amor a los justos. Se nos revela que el Dios de Abraham está dispuesto a perdonar.

Reflexión: Que preciosa radiografía se nos ofrece de Dios. Desde la palabra Padre emanan un sinfín de características que nos gritan cuál es el Dios que “es en nosotros” y cuál debe ser nuestra misión de hijos. Igualmente se nos invita a contemplar la oración como necesidad en el creyente y como deseo de un mundo diferente. Además, se nos ofrece la imagen de Dios que camina con nosotros y que está muy lejos de la concepción de un dios mágico y caprichoso, alejado de la vida del ser humano y alienante.

Te invito, desde estas lecturas, a una relación nueva con lo divino, con el Absoluto, que esté presidia por la oración; de tal forma que sea la práctica central y la característica especial de tu religiosidad. Orar es reconocer humildemente nuestras limitaciones y nuestras fragilidades, pero orar también es el anhelo de quererlas superar con la fuerza del Espíritu.

Te invito a que reveles al Dios del perdón que se manifiesta como salvación y liberación. Te invito a que muestres al mundo que Dios es Amor, a quien el mismo Jesús denominó “Padre”. Te invito a que tu vida sea plegaria y a que, con tus palabras y obras, seas el mediador, el vehículo de bendición, el puente que acerque al ser humano a Dios. Te invito a que no busques en la relación con Dios una respuesta “automática” sino a que pidas y solicites el don del Espíritu, que te permitirá afrontar las diversas situaciones de la vida con la fuerza de lo alto. Para ello destierra todo lo que suene a magia en tu relación con el Señor, pero no al componente de mágico y maravilloso que conlleva el saberse en los brazos de un “Padre- Abba- Papaíto”

Y por último con el salmo responsorial da gracias de todo corazón.

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