Foto: Corona de Adviento en la Parroquia de la Beata.
Dios, se instala en lo pequeño, en lo
aparentemente insignificante y nos descoloca sacándonos de nuestras seguridades
e invitándonos a confiar en Él. Sólo desde la confianza en Él y en su camino
de pequeñez podemos contemplar que Dios hace posible y real lo que a los ojos
del ser humano parece imposible e irrealizable.
La señal de “Dios con nosotros” para el rey Ajaz y para José, esposo de María,
es la misma: “La pequeñez y vulnerabilidad de un niño”.
Dios promete su presencia y fuerza en Jesús;
Él es nuestra señal, Él es el gran signo de Dios. Ese niño, se llamará Enmanuel
(Dios con nosotros) y nos mostrará y ofrecerá un Dios salvador, reconciliador y
misericordioso. Un Dios Padre.
Va llegando a su término el Tiempo de
Adviento, hemos vivido el cuarto domingo y nos preparamos para presentarnos en
las puertas de Belén.
Abramos bien los ojos y contemplemos los signos de vida que Dios
nos ofrece. Estos signos vendrán envueltos, no en grandezas y poderes, sino en
lo sencillo. Busquemos a Dios en la suave brisa y no en aires huracanados e
impetuosos.
Confiemos en Dios. Él no abandona al ser humano a su
suerte. Él es Emmanuel, Dios con nosotros. Si la desconfianza se apodera de
nuestra vida, habrá sido el inicio de nuestra ruptura con Dios.
Dios sigue contando con nosotros para hacer real su
plan de salvación, como contó con el SI
de María y de José. Busquemos, por lo tanto, con nuestras acciones cumplir la
voluntad de Dios. Este será el camino para hacer Navidad todos los días del
año.
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