Sí, somos imperfectos y para nuestra salud es
de vital importancia aprender a querer y aceptar la imperfección de la vida. No
camuflemos nuestra imperfección mostrándonos maravillosos, exitosos y perfectos
porque la realidad es que, a Dios gracias, somos imperfectos y aceptar nuestras
imperfecciones nos hace vivir en plenitud el momento presente.
Ahora bien una cosa es aceptar y otra
conformarse. Te pediría que no las confundieras, ya que conformarse es asumir
algo con lo que no estás de acuerdo, mientras que aceptar es ver que hay algo
que es de una manera pero que se pueden enfocar nuestras fuerzas en algún
aspecto que puede ser cambiado.
Que nuestra vida no es “color de rosa”, lo
sabemos. Que en nuestra vida hay sueños que no se cumplen, castillos en el aire
que se desmoronan, sufrimientos, decepciones, enfermedades, desengaños,
estafas, finales… También lo sabemos y si no lo sabes tienes un serio problema…
pero que podemos actuar, dando pequeños pasos, para ir cambiando algunos
aspectos de nuestra existencia en busca de “lo perfecto” sin agobios ni
ansiedades, creo que se hace necesario.
Escuchábamos el domingo pasado la confesión
de fe de Pedro a Jesús, a quien le denominó como Hijo de Dios y Mesías. En este ambiente es en el que Jesús declara
hoy, en el evangelio
de este domingo (Mateo 16,21-27), que
su camino hacia la resurrección pasa por el sufrimiento, la entrega, la cruz y
la muerte. Es decir anuncia el Maestro la pasión y éste anuncio conlleva una
oposición en sus discípulos.
La reacción de Pedro muestra que su
comprensión del misterio de Jesús es imperfecta, a pesar de su confesión de fe.
Sigue viendo en el Señor un Mesías glorioso según las expectativas de su
tiempo… y encuentra en Cristo un rechazo a su actitud porque al pedirle que
abandone el camino de la cruz, Pedro se convierte en un obstáculo que le impide
avanzar en su vocación de HIJO obediente a la voluntad del Padre.
Pedro, que recibe la felicitación de Jesús en
el evangelio del domingo pasado, hoy encuentra, por parte de Jesús, palabras de
oposición a su actitud, no a su persona…. Y es que Pedro sigue siendo “discípulo imperfecto”
Por ello el Señor recuerda a Pedro las
palabras que le dirigió cuando le llamó a ser su discípulo: “El que quiera venirse conmigo que se niegue
a sí mismo que cargue con su cruz y me siga…” Le invita a ponerse detrás de Él, a ocupar el
puesto de discípulo y a seguirle por las sendas que sus pasos van marcando.
Reflexión: Podemos
caer en la misma tentación de Pedro, que no es otra que tener la osadía de
ponernos “frente” a Jesús y
obstaculizar su camino de entrega, porque la cruz nos parece escandalosa para
el Señor- Mesías.
La opción de Cristo es que el lugar del
discípulo es el del seguimiento, el ponerse “detrás” de Él. No nos equivoquemos pero sólo el que “pierde la vida por Jesús la encuentra”
Me gustaría que comprendiéramos que,
sintiéndonos imperfectos en el seguimiento de Jesús, focalizáramos nuestras
fuerzas en lo que podemos cambiar, sin conformarnos ni con nuestra vida ni con
nuestra mediocridad.
Yo hoy te diría que dieras gracias a Dios si,
al igual que Pedro, te sientes imperfecto; si reconoces que, en algunas
ocasiones, tu vida no es la del discípulo perfecto; si comprendes que hay mucho
que cambiar en tu seguimiento porque estas en camino y proceso; si aceptas el
reto de ser rostro de Dios en el mundo. Y si sabes ocupar el lugar detrás del
que es el Primero.
Gracias a Dios que no somos perfectos,porque sino la soberbia seria nuestro adorno
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