Posiblemente, este año 2020 sea el año en el que
podemos entender más y mejor la vida y obra de San Roque. La razón es sencilla,
vivimos en nuestra sociedad y mundo una situación muy parecida a la vivida por
nuestro Santo.
Andamos inmersos en una pandemia que nos ha
llegado de imprevisto, que ha hecho cambiar nuestros hábitos y costumbres; y
que nos plantea retos nuevos.
San
Roque, a la muerte de su padre y una vez que vendió sus bienes y los repartió
entre los pobres, toma la decisión de peregrinar a Roma… En su camino se
encuentra con la epidemia de la peste que asolaba toda Europa. Siente compasión
de la gente afectada por la peste y siente la invitación de Dios de entregarse
a los que sufren, a curar y atender a los enfermos; incluso a enterrar a
aquellos que habían fallecido.
Nadie
se atrevía a acercarse a los enfermos y cadáveres por miedo a ser contagiados.
ENSEÑANZA PRIMERA: No podemos nosotros
mirar para otro lado ante el dolor físico o espiritual de nuestros prójimos.
Debemos hacer lo cotidiano, lo sencillo con una gran carga de compasión; es
decir “padecer con”. Si así actuamos lo sencillo lo haremos maravilloso y extraordinario.
No cabe en el cristiano el egoísmo, el
mirarse a su propio ombligo olvidándose del que camina en la vida a nuestro
lado.
Como San Roque aprendamos la compasión como estilo de vida.
En Piacenza,
San Roque, contrajo la enfermedad; su cuerpo quedó lleno de manchas negras
y úlceras. Como no quería ser una carga para nadie, se arrastró hasta las
afueras de la ciudad para morir solo y se refugió en un bosque.
ENSEÑANZA SEGUNDA: Practiquemos la
caridad. Pensamos que caridad es tirar de billetera y sin embargo,
personalmente creo, que caridad es tirar de corazón. Hoy, en las circunstancias
en las que vivimos de brotes de epidemia, la caridad se traduce en pequeños
gestos que ayudaran a no extender el contagio y a frenar su expansión.
San Roque se retiró fuera de la ciudad para
no contagiar ni ser una carga para nadie, a nosotros se nos pide algo tan
sencillo como una mascarilla, higiene, distancia física y obediencia a las autoridades sanitarias, que buscan el bien común.
Cuenta
la tradición que un perro alimentaba con un pan a Roque; esto ocurrió durante varios
días, pues el perro sacaba el pan de la cocina de su amo y se lo acercaba a
Roque.
Un día
el amo decidió seguir a su perro hasta descubrir lo que ocurría. Entonces el
amo del perro se encargó de cuidar a Roque y curarle sus llagas. Cuando se
recuperó, regresó a la ciudad, donde siguió curando no solo a personas, sino
también a animales.
ENSEÑANZA TERCERA: Seguir el evangelio
de Cristo se realiza desde la humildad. Dejarse curar y sanar es también un
gesto de sencillez. Necesitamos del “otro” porque no somos personas perfectas.
Nuestros prójimos nos pueden ayudar a ser mejores personas. No rehusemos lo que
de grande, bueno y bello nos aportan y enseñan quienes conviven con nosotros.
Aceptemos sus consejos con humildad y sencillez, sintiéndonos necesitados,
incluso mendigos… Y volvamos de nuevo a “vivir
para los demás”
Al
parecer, San Roque falleció tras un largo periodo en prisión, pues en una
guerra que hubo en Montpellier lo confundieron con un espía y lo tomaron
prisionero.
ENSEÑANZA CUARTA: No busquemos con
nuestras acciones el aplauso de la gente, sino el aplauso de Dios. No busquemos
el halago, la fama o el prestigio entre los que nos rodean. Que lo que
realicemos, bien con nuestras palabras y obras, sea para acercar los hombres a
Dios.
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