Si echamos la vista atrás, nos damos cuenta que nuestra vida está salpicada de opciones y decisiones que hacen que nuestra historia tome un rumbo, un camino, dejando al lado otras posibilidades. En toda vida existe un momento decisivo que marca diferencia. Es ese instante que te hace avanzar hacia una vida de realización y logro, o permanecer estancado en la lamentación. Puedo decir que el momento decisivo, es el momento crucial y determinante de tomar la decisión más importante de tu vida, con absoluta convicción, aspirando a ser la mejor versión de quien se sabe ante un salto que va a marcar diferencias.
Celebra la Iglesia, en este domingo, el final del tiempo de Navidad. Y Lo hace con la celebración del Bautismo del Señor (ciclo c) Esta fiesta, en la que Jesús recibió de manos de Juan el bautismo, marcó el momento decisivo de la vida entera de Jesús. Hasta este momento era un perfecto desconocido y un anónimo habitante de una aldea perdida de Galilea… pero con el bautismo recibido y la presencia del Espíritu comienza en Jesús un cambio de rumbo en su vida, se revela como el Mesías de Dios. «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco»
La primera lectura (Isaías 42,1-4.6-7) se encuadra dentro del primer poema de los “Cantos del Siervo del Señor”. El Siervo, no confundir con esclavo, representa un modo peculiar de proceder del hombre delante Dios. Este “Siervo”, para los cristianos, se convierte en señal espiritual de Jesús porque, aparte de ser elegido por el Señor, tiene la misión de traer la salvación a los hombres y de ser “alianza del pueblo y luz de las naciones” Podemos advertir que la descripción de las características del Siervo del Señor, son señales que nos hablan del Maestro de Nazaret.
El evangelio (Lucas 3,15-16.21-22) nos narra el momento decisivo de la vida de Jesús. Comienza su ministerio y misión. Todo su quehacer estará presidido por ser el Hijo amado en quien Dios se complace. Así Jesús es definido, desde el comienzo de su labor, como un rey mesiánico que llevará a cabo su misión no desde el poder, sino siguiendo el ejemplo de humildad del Siervo (1ª lectura)
En el bautismo Jesús vio el cielo abierto, sintió la presencia del Espíritu y oyó la voz del Padre. Dios lo declaró en el Jordán como su elegido, su preferido… Desde aquel instante la vida del Maestro fue vida para los demás. Allí comenzó la predicación de la Buena Noticia, el Evangelio. Por ello, creo que el Evangelio tuvo como punto de partida la más profunda experiencia de Dios que podemos imaginar.
La presencia del Espíritu Santo acompaña esta nueva tarea y este nuevo rumbo que adquiere la vida de Jesús. “Bajó el Espíritu Santo sobre Él” Le acompañará en su actividad de predicar el Reino, como luego lo hará con los apóstoles (Hechos 2,4 y 4,31) y estará presente en toda su misión con una actualización de su fuerza.
La tarea del Bautista ha terminado, se inicia el tiempo en el que el centro es Jesús. Él ocupa el primer puesto. Sin embargo no está solo le acompaña todo el pueblo. “Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado” No es el bautismo de Jesús un hecho histórico simplemente a recordar, sino que aprendemos que Jesús se intercala como uno de tantos, en medio de una masa de personas que se sentían gente extraviada y necesitada de perdón. Cuando uno se siente así y palpa el cariño de Dios, entonces y a partir de ahí, el Evangelio está en marcha.
Reflexión: La novedad que aporta Lucas en el bautismo, frente a otros ritos de ablución de su época, es el don del Espíritu. Él nos permite reconocer nuestra identidad de hijos de Dios y hermanos de Jesús. Es el Espíritu quien impulsa a la misión, quien transforma el corazón y quien ayuda a instaurar un mundo nuevo en el que esté presente las características del Reino de Dios. No hay evangelización sin la acción del Espíritu Santo.
Reconoce que Dios sigue actuando, así lo ha hecho a lo largo de la historia, y así lo hace, hoy, en ti. Elige a lo pequeño y débil para conquistar a lo grande y fuerte. Dios te ha llamado, te ha cogido de tu mano y te invita a ser alianza y luz para que ilumines las oscuridades y libertes de las esclavitudes. Y para esta misión, al igual que al Siervo y a Jesús, Dios ha puesto su Espíritu sobre ti.
Esta fiesta del Bautismo del Señor nos invita
a contemplar nuestro propio bautismo, a reconocerlo como regalo y a actualizarlo
como cristianos adultos. Sabemos qué significó aquel gesto recibido de niños,
valoremos la fe que nuestros padres quisieron transmitirnos y crezcamos en ella
y en el seguimiento a Jesús.
Ser cristiano, ser bautizado, no lo consideres algo indiferente y sin valor, sino que sea una marca profunda y un momento decisivo que te lleve a cambiar de rumbo y poner la barca de tu vida en dirección a Dios y a los hermanos.
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