Cuando algo pierde las propiedades para lo que se creó y deja de funcionar, lo lógico es cambiarlo, sustituirlo o reemplazarlo. Puedes vivir en la nostalgia del pasado manteniendo algo que no cubre tus expectativas o puedes vivir en el presente transformando lo inútil en útil, lo inferior en algo incomparablemente mejor. ¿Quién de nosotros no ha sustituido o reemplazado su viejo coche, que ya no funciona y nos daba multitud de quebraderos de cabeza y de viajes al taller, por uno nuevo? ¿Quién no ha dejado en el cajón de los recuerdos aquel primer móvil que llamábamos “ladrillo” y ha comprado uno más actual, moderno y multifunción con el que puede comunicarse mejor, whatsappear, enviar dinero por bizum, hacer fotos…?
Estos cambios que hacemos en nuestra vida, a nivel material, suponen una novedad, ya que dejamos lo viejo y caduco, lo que no tiene funcionalidad, ni nos sirve y optamos por lo nuevo, lo útil y lo que colma nuestras necesidades. El signo (más que milagro) que nos ofrece el evangelista Juan, en la Boda de Caná, supone también para nosotros, discípulos del siglo XXI, una gran novedad.
La Palabra de Dios, especialmente el evangelio, de este domingo 2º del tiempo Ordinario (ciclo c) mediante el signo que se realiza en una boda que acontece en el pueblo de Caná, nos ofrece como pensamiento fundamental la gran novedad que aparece con la presencia de Jesús. Las realidades antiguas han sido sustituidas o reemplazadas por otras nuevas: lo que verdaderamente purifica al hombre, no es el agua que contiene las tinajas (Juan 2,6) sino el vino nuevo que proporciona Jesucristo.
El evangelio (Juan 2,1-11) nos presenta la obra de Jesús como el comienzo de un nuevo tiempo, una nueva creación. El marco es una boda, con la que se nos indica el comienzo de unas nuevas relaciones entre Dios y el pueblo. Las tinajas de piedra son signos de la purificación judía, pero no pudieron cumplir su finalidad a la que habían sido destinadas y dan paso a un vino excepcional y abundante. (El vino era una característica de los tiempos y bienes mesiánicos) En la misma línea podemos considerar las palabras de María a Jesús “No les queda vino” constatando algo que era esencial en los tiempos mesiánicos: la abundancia y exquisitez del vino, como lo afirmará el mayordomo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora»
Desde este momento Jesús comienza su ministerio público y actúa movido por la voluntad del Padre. No admitirá propuestas distintas de nadie ni siquiera de su madre.
La conclusión del signo nos dice abiertamente que su finalidad primera está centrada en Jesús. “Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él” (Juan 2,11) La figura de María queda subordinada a Él.
Reflexión: Comienzo haciendo una aclaración que debemos tener en cuenta. El milagro de las bodas de Caná, por los diversos rasgos que son destacados, manifiesta su categoría de “signo”; por lo tanto deberemos distinguir entre milagro y signo. Con sencillez lo expongo: Milagro es algo muy preciso. En cambio, la palabra signo permite sugerir que, más allá del hecho que sucedió, hay una carga simbólica muy importante. Lo que sucedió en aquel momento concreto (milagro), puede proyectarse a otras muchas situaciones de futuro (signo)
Al iniciar el Tiempo Ordinario, tras haber vivido las celebraciones de Adviento y Navidad, se nos abre un tiempo nuevo donde Jesús va a ser el centro. El Señor nos guía, este domingo, para que desterremos de nuestras vidas aquello que no nos ayuda a encaminarnos a la felicidad y sustituirlo por lo auténtico y genuino que nos hace celebrar nuestro seguimiento como fiesta de amor. El ritualismo del Antiguo Testamento que confería “pureza religiosa”, fue sustituido en el mejor “vino de fiesta” y sólo así creció la fe de los discípulos. Jesús rompe la forma de entender el encuentro de Dios con el hombre basada en formulas, mandatos, prohibiciones… y la reemplaza por el amor.
Creo que las palabras de María hoy adquieren, para ti y para mí, un especial significado: «Haced lo que él os diga» Es decir, podemos seguir imbuidos en nuestra religiosidad anquilosada en el pasado que no nos ofrece crecimiento en la fe, o fiarnos de las palabras y acciones de Jesús en nosotros que nos otorgan el vino nuevo de la alegría, un peso y consistencia en la vida y un crecimiento en la entrega y en el seguimiento.
Amig@ entras en el tiempo de descubrir la
gran novedad, que supone para ti, el cogerte de la mano del Maestro. El miedo,
la culpa, el pecado… ha pasado, llega el tiempo nuevo del amor incondicional.
Eres libre y puedes escoger. El Espíritu obrará en ti maravillas, déjate
transformar en vino excelente y abundante.
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