martes, 7 de noviembre de 2023

SI TE HA PILLAO LA VACA…

 

Tiempo Ordinario. Domingo XXXII

¿Quién de nosotros no ha dado una cabezadita y se ha dormido profundamente esperando el resultado final de las votaciones del Festival de Eurovisión? y ¿quién no se ha perdido el desenlace final de una película porque se ha quedado adormilado cuando los anuncios comerciales se suceden uno tras otro? o ¿quién no se ha quedado frito como un angelito y no ha podido ver el resumen del partido de futbol de su equipo porque los comentaristas no dan paso a las imágenes esperadas?

Todos tenemos experiencia en este terreno, pero el problema no radica en dormirse sino en ser precavido y estar preparados para que cuando venga el final de Eurovisión, el desenlace de la película o el resumen del partido de futbol, tú y yo, estemos despiertos, atentos y podamos participar de aquello que estábamos esperando. Si de verdad te interesa Eurovisión, la película o el futbol seguro que encuentras las formas y maneras para estar en pie y con los ojos abiertos.

En este domingo XXXII del Tiempo Ordinario (ciclo a) la Palabra de Dios compara y describe el Reino, una vez más, con una de las celebraciones más alegres y festivas: el banquete de bodas. No poder participar en él es perderse la oportunidad de celebrar algo importante. Hoy se nos llama la atención a no descuidarnos, estar en vela y atentos para poder vivir en toda su plenitud del Reino de Dios.

El evangelio (Mateo 25,1-13) nos presenta la parábola de las diez doncellas, una exhortación a estar preparados para la venida del Señor, que puede tener lugar en el momento menos esperado (“A medianoche) La mención del retraso del novio y la exhortación a estar en vela, «porque no sabéis el día ni la hora» son llamadas de atención para que nos despertemos de la apatía y falta de motivación.

Dice el texto que “las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas”. Estar preparado puedes darle el significado de escuchar y poner en práctica las palabras de Jesús en su evangelio. El retraso de la venida del Maestro no te puede llevar al adormecimiento y al descuido, ni puede hacer que tú, cristiano, te desentiendas de tus compromisos. Si algo nos ofrece esta parábola es la certeza de la venida de Jesús, y es eso lo que debe impulsarte a un compromiso activo poniendo en práctica las enseñanzas del Maestro, bañándolas con el mandamiento del amor. Por ello, la desilusión por la tardanza no es actitud evangélica.

Creo que el peligro que podemos tener los cristianos es doble: por un lado, el despreocuparnos porque el Señor tarda y, por otro lado no tener paciencia para esperar su llegada. Pero ambos peligros tienen como antídoto una vigilancia continua sin improvisar a última hora cuando “nos ha pillao con el carrito del helao”. Esta improvisación la encontramos en cinco de las doncellas cuando dicen: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas"

Estar preparado, vigilante, a la espera… no es algo que pueda delegar en otros. Es una opción personal: cada uno tiene que poner el aceite en su lámpara. Y entiendo yo, que esto es lo que quieren decir las cinco doncellas, que habían sido sensatas y se habían aprovisionado de aceite en alcuzas. "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis."

Reflexión: Vivimos un tiempo rico en posibilidades de salvación. No es la proximidad o lejanía de la presencia del Señor lo que hace importante el tiempo en el que vivimos, sino reconocerle presente en el hoy y sentarnos con Él en el banquete del Reino. No es cuestión de sentir miedo y angustia preguntándonos cuándo vendrá el Señor sino, más bien, descubrirle envuelto en miles de ropajes, rostros, alegrías, dolencias… y  abrirnos a la realidad de Dios que nos ofrece Jesús.

Nosotros los humanos, de alguna manera, siempre andamos buscando “esperanzas” que marcan nuestra vida diaria. Éstas pueden ser muy distintas y variadas. Pero la verdad es que, cuando reducimos el horizonte de nuestra vida y nos limitamos a vivir de pequeñas esperas, nos empobrecemos y se nos van apagando las lámparas, oscureciéndose nuestro “mini-mundo”. Nos puede ocurrir como a las doncellas, no previsoras, que se les gasta el aceite de sus lámparas mientras esperan al novio.

Al cristiano y a nuestras comunidades se nos pide “saber esperar” al novio (Jesús) por encima de dificultades y adversidades. Creo que, en la mayoría de las ocasiones, lo que nos ocurre es que queremos ser nosotros quienes marcan el ritmo a Dios y no bailar al ritmo paciente de Él. Y cuando nos damos cuenta que tarda, se nos apodera el sueño y, por no ser previsores, nos ha “pillao la vaca”, ya sabes el estribillo de la canción, no hace falta que te lo cante.

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