martes, 2 de abril de 2024

ERROR… INSTALARSE EN LO VIEJO

 

Segundo Domingo de Pascua 

Con toda la intencionalidad del mundo, y no por mera casualidad, llega a mi whatsapp una fotografía de una camiseta de un club de futbol, concretamente del Atlético Aviación. La camiseta es antigua, se encuentra bien cuidada, limpia y plegada, se presenta en una vitrina para ser expuesta como reliquia del pasado y para ser mirada y no usada, ya que, aquel Atlético Aviación, es el actual Atlético de Madrid. Cometería un error fatal quien viviera instalado en las glorias del pasado, aferrado a lo viejo, perdiéndose las oportunidades que se abren en lo nuevo. Vivir en la añoranza de lo de antes, de lo viejo, es vivir mirando una vitrina de un museo. Lo nuevo es apertura a experiencias vitales que te sacan de oscuridades y te ofrece nuevos campos de acción.

Con la fe nos ocurre lo mismo que con la camiseta del Atlético Aviación. Puedes cometer el error de conservarla en una vitrina por miedo a que se manche o puedes enfundártela sin complejos. Necesitamos reconocer al Señor que se hace presente y así, hacer de nuestra vida, lugar de testimonio.

Estamos celebrando el segundo domingo del tiempo de Pascua (ciclo b), las lecturas son una invitación a no vivir en la oscuridad, con las puertas cerradas y llenos de miedos. Es decir, a no aferrarnos a lo viejo, a lo de antes, y experimentar la nueva vida que nos ofrece el Resucitado. El seguimiento de Jesús, en este tiempo de Pascua, es una apuesta, no por mirar vitrinas de un museo que no dan vida, sino por sacar a la luz y testimoniar, con alegría y paz, que Jesús ha resucitado y que con Él una nueva vida se nos abre.

El evangelio (Juan 20,19-31) nos ofrece reconocer cuales son los signos de Jesús Resucitado y cómo y cuándo se hacen presentes. Se inicia el texto con Jesús que vuelve a los suyos (versículos 19-31) y libera de ataduras antiguas, enviándoles a una misión con la fuerza del Espíritu. En el centro del pasaje evangélico encontramos a Tomás (versículos 24-29) que representa a aquellos que no hacen caso al testimonio de la comunidad ni perciben los signos de la nueva vida. Se instalan en reliquias del pasado y para ello exigen tocar y constatar palpablemente «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» El evangelio de este domingo concluye (versículos 30-31) manifestando que todo lo escrito y realizado por Jesús es para tener vida creyendo.

Los signos o señales de la presencia de Jesús, que puedes encontrar en el texto, a mi modo de ver son tres: La paz/alegría, el Espíritu Santo y el perdón. Y por ello, no hay texto de las apariciones de Jesús resucitado que no contengan estos signos.

Entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.». Aquel grupo de hombres y mujeres decepcionados, angustiados por el supuesto fracaso del líder, impotentes para ya dar un sentido a nuevos proyectos en su vida… encuentran en Jesús resucitado una fuerza y una paz que los liberará del miedo. Este es el centro de la experiencia pascual: el encuentro con aquel que es capaz de liberarnos del desencanto y generar la alegría. “Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor”

El segundo signo que resalto es: “Exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo» Jesús confiere a los discípulos la misión de dar vida y les capacitará para ello entregándoles el Espíritu. Creer hoy en la resurrección nos llevará al compromiso de luchar por una vida más humana, plena y feliz.

Por último, el perdón es la oferta del Señor. Jesús no hace ninguna alusión ni realiza ningún reproche al abandono, traición o negación de sus discípulos en la pasión. No existe ningún gesto de exigencia por parte del Maestro para reparar lo acontecido días atrás, sino que les ofrece gratuitamente el perdón, no sólo perdón como liquidación de conflictos pasados, sino como fuerza que despierta esperanzas y energías nuevas en quien perdona y en quien es perdonado. El perdón de Jesús es la virtud de la persona nueva, de la persona resucitada.

Reflexión: Si el encuentro con Jesús resucitado fue para los primeros creyentes una experiencia que reanimó su vida y su fe, hoy, para ti y para mí, este encuentro debe también transformarnos, reanimarnos, llenarnos de alegría y paz, liberándonos de miedos y cobardías y abriéndonos a horizontes nuevos para impulsar la Buena Noticia.

La misión que en el tiempo pascual tenemos es apasionante porque se nos invita a ser creyentes «Dichosos los que crean sin haber visto.», a ser testigos del perdón reconciliando las divisiones que pueden existir en el “mini mundo” que nos rodea y a compartir la vida allá donde sólo existe oscuridad y muerte.

Amig@ si después de contemplar este pasaje del evangelio de Juan sigues prefiriendo mirar vitrinas de museos donde hay camisetas que ya no se usan, creo que deberías revisar tu fe en un Dios vivo.

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