martes, 7 de septiembre de 2021

COMPARTIMOS MISIÓN Y CAMINO

 

“Cargar con la cruz”… ¡Uf! vaya expresión. En muchas ocasiones se nos ha traducido cruz por enfermedad. Y creo que esto es descafeinar la propuesta del Maestro y hacer un reduccionismo de las palabras del Evangelio.

Tomar la cruz para el discípulo, primeramente, es convertirse de raíz, renunciando a los propios criterios y asumir los criterios de Dios, que a menudo no concuerdan con nosotros, ni con nuestros juicios, gustos y valoraciones. En un segundo lugar, diría que cargar con la cruz es apostar por una vida de entrega y solidaridad. El discípulo que apuesta toda su existencia por el “tener” queda empobrecido. La vida en plenitud es donación del amor. Y en tercer lugar, cargar con la cruz, es dar testimonio de la fe, incluso cuando ello te acarre desprecios, burlas, incomprensiones….

Desde estas propuestas comprenderás las exigencias y la dificultad que el camino del seguimiento de Jesús comporta. Pero si eres fino de vista y oído asimilarás su belleza. Las lecturas de la Palabra de Dios de este domingo 24 del Tiempo Ordinario (ciclo b) nos ofrecen la identidad y misión del Mesías, que es también la  nuestra de discípulos.

La imagen que nos ofrece la primera lectura (Isaías 50, 5-9a) sugiere la de un prisionero, que después de haber sido maltratado (“ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos”) espera el momento del juicio. Pero, por la mañana, temprano, se ha despertado con la seguridad de que Dios lo ayudará y ahí encuentra su fuerza. Espera el momento del juicio con esperanza porque siente “cerca al defensor”, el Señor mismo se hará cargo de su defensa. Este personaje es consciente de su misión y de su destino.

En el evangelio (Marcos 8,27-35), tras la confesión de Pedro del mesianismo de Jesús, se nos presenta la misión y el destino del Mesías. Es el primer anuncio de la pasión y resurrección, la primera enseñanza sobre la verdadera naturaleza de su mesianismo. Es una instrucción clara no una mera “conversación de pasillo”.

La enseñanza es iluminadora. El camino que debe recorrer Jesús es: pasar por la cruz-muerte (padecer, ser condenado, ejecutado…) para resucitar, triunfar y ser glorificado.

Normal que Pedro no esté dispuesto a aceptarlo, lo considera una ocurrencia poco acertada y se siente en la obligación de expulsar y desterrar esta idea de Jesús. La actitud de Pedro le hace merecedor de una dura recriminación con una orden tajante y un calificativo severo. (Ver NOTA del comentario)

A mi corto entender creo que Jesús coloca a Pedro en el puesto de discípulo y que como tal ha de seguir al Maestro. Jesús está mostrando no solo su misión y destino sino también la de aquellos que le sigan.

Reflexión: Se muestra la dificultad que entraña la visión de un Mesías sufriente. Este es el espejo donde tiene que mirarse todo creyente. Para ti y para mi resulta difícil aceptar aquello que no es de nuestro agrado o que desbarata nuestros sueños e ilusiones. No nos pongamos las manos en la cabeza por la actitud de Pedro porque también es la nuestra.

Jesús nos enseña y nos prepara a acompañarlo con “nuestras cruces” en su camino. Nos prepara a ser “cirineos” que le ayuden a llevar su cruz. Nuestra vida cristiana no es solo algo externo espiritual y bueno, sino que es seguimiento por encima de todo. La salvación que nos ofrece Jesús es seguirle en su mismo camino, esta es nuestra identidad y misión. Por ello puedo concluir diciéndote que: El camino del Mesías es el camino del discípulo. No inventemos otro distinto.

Por ello, iniciaba esta reflexión proponiéndote, a mi modo de ver cuáles, eran, desde el texto del evangelio de hoy, las exigencias de este camino por el que debe transitar el discípulo:

1.- “Negarse a sí mismo”. 2.- La vida es donación no posesión. 3.- Testimoniar valientemente su fe.

La propuesta de Jesús es: llegar a la Resurrección por el camino de la Cruz, por Getsemaní. ¿Quieres ser discípulo mío?, pues toma tu cruz y sígueme; ¿quieres ser grande? pues hazte pequeño y servidor de los demás; ¿quieres ser el primero? pues sé el último; ¿quieres tenerlo todo? pues vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y sígueme.

Tras estas exigencias se nos añade una promesa consoladora: «El que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.» Es decir gustar aquí y ahora del Reino de Dios.

1 comentario:

  1. NOTA: El calificativo de “Satanás” le equipara al que actúa en contra de Dios, como un “adversario” que intenta arrebatar sus palabras

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