martes, 14 de febrero de 2023

ENTRE EL DESCONCIERTO Y LA PROVOCACIÓN

 

7º Domingo Tiempo Ordinario

Cuando las palabras de alguien o el estilo de algunos rompen con lo convencional, lo políticamente correcto, lo que está de moda o lo que más nos apetece y nos ofrecen una frescura y novedad no manchada por intereses personales y ocultos…. digo que esas palabras y persona andan entre lo desconcertante y la provocación. Cuando te detienes ante estas palabras y personas e intentas escuchar su rumor y su eco, nacen en ti y en mí, preguntas que nos trastocan la comodidad y la facilidad en la que estábamos instalados.

Aquello que tantas veces hemos escuchado de “salir de la zona de confort” lo provoca, en muchas ocasiones, lo diferente a lo comúnmente establecido, pero auténtico y veraz.

En este 7º Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo a) vas a encontrarte con el núcleo más original y especifico de nuestra fe y del evangelio de Jesús. Y lo que se te propone es la superación y el cambio de escala de valores para no conformarte con el mínimo establecido que regula tu vida. Ahí es nada, como para no sentirnos desconcertados y provocados. (Por no decir acojonados)

En la primera lectura (Levítico 19,1-2.17-18) se nos invita a comprender que todos los preceptos, códigos de obligaciones de los israelitas, mandamientos… se pueden reducir a uno: “sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo” El espejo donde debe fijarse el ser humano en su actuar y vivir es Dios mismo que es diferente, defensor de la justicia y salvador de Israel. Por ello el pueblo tiene que ser distinto de otros pueblos y caracterizarse por el amor. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

Desde este postulado, la primera lectura del levítico, nos invita a trazar el camino de no odiar de corazón al hermano, ni a usar la venganza como estilo de justicia, ni a nutrirnos del rencor… sino a resolver los litigios dialogando y corrigiendo porque el amar al otro debe ser como amarte a ti mismo.

En el evangelio (Mateo 5,38-48) Jesús nos propone un camino que supera la ley del “Ojo por ojo, diente por diente” (Ley del Talión) que, aunque era una forma de poner límite a la venganza y de hacer posible la convivencia, no dejaba sitio al amor sin medida, comprensivo, sin leyes de correspondencia… porque con la llegada del Reino se hace presente el amor de Dios que nos ama antes de que lo merezcamos y, por ello, la venganza, la violencia, el egoísmo tienen que dar paso a la bondad, la no violencia y la generosidad.

La frase: “Yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen” nos explica el alcance de este nuevo estilo de vida que nos propone Jesús. El amor cotidiano no puede quedar reducido al grupito de los más cercanos sino que alcanza incluso a los “enemigos”. Es un amor sin fronteras y sólo puede entenderse desde el amor de Dios, que es para todos.

Por favor, no me seas hortera, “amar al enemigo” no es introducirlo en el círculo íntimo de tus amistades, pero si aceptarlo como persona. “Amar al enemigo” no es tolerar y aplaudir las injusticias que comete. “Amar al enemigo” no es retirarse a la comodidad de mirar para otro lado y no luchar contra el mal. “Amar al enemigo” no es dejar que el otro nos destruya, sino combatir la injustica y el mal sin buscar la destrucción de la persona que lo causa.

Reflexión: Los discípulos debemos amar como ama Dios, este es nuestro signo distintivo: «sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto». Esta es la clave para entender todo lo que el Maestro nos enseña y propone en este evangelio. Este es el desconcierto y la provocación que nos muestran las palabras de Jesús y su misma persona que supo llevar a buen término aquello que pronunció con sus labios. A imagen de Dios cada uno de nosotros debemos ser buenos y justos sin poner barreras al amor.

Una vez más, la Palabra de Dios nos zarandea, nos expulsa de la comodidad del “cristianismo sofá”  y pone en entredicho los límites y acotaciones que solemos hacer en esto de amar. Si el modelo de referencia es Dios, como nos dice Jesús, no nos podemos conformar con el cumplimiento del mínimo establecido.

Las palabras de Jesús no dan soluciones técnicas a nuestros conflictos, pero si nos hacen descubrir desde que actitud los debemos abordar. No es extraño que sientas esta Palabra del Evangelio de hoy como discordante y desconcertante, aún más, viviendo en medio de una sociedad competitiva donde todo vale. Pero quizás es lo que necesitas escuchar para arrancar todo germen de violencia que crece dentro en ti y en tu entorno.

Jesús te provoca a un servicio humilde antes que a palabritas efusivas, a un amor que sea reflejo y expresión del amor del Padre. Te provoca a no contentarte con hacer el bien sino a traducirlo en misericordia, a descubrir en el otro a tu hermano y no sólo con quien te ama sino también a quien te rechaza.

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