
4º Domingo del Tiempo Cuaresma
Cuando tenemos medido, pesado y contado el
comportamiento, las acciones y reacciones de una persona y, sin embargo, nos
sorprende en el momento menos esperado, le atribuimos la expresión: “eres
una caja de sorpresas". Entiendo que esta expresión no sólo se
utiliza para describir a personas que son versátiles, cambiantes y difíciles de
comprender, sino también a aquellas que tenemos enmarcadas en una concepción y
algo descubrimos que rompe nuestros esquemas.
Es importante tener en cuenta que ser una caja
de sorpresas no siempre implica algo negativo. Muchas veces, la
imprevisibilidad puede ser emocionante y divertida, ya que nos mantiene en vilo
y nos permite experimentar cosas nuevas e inesperadas. Además, también puede
significar que esa persona está llena de cualidades y talentos ocultos, que
pueden ser revelados en cualquier momento, siempre y cuando estemos dispuestos
a descubrirlos.
En este domingo 4º
del tiempo de cuaresma (ciclo c) te invito a que descubras a un Dios que
es, manifestado por Jesús, como toda una caja de sorpresas. Le tenemos
amordazado y maniatado, parece que Dios tiene que ser “blanco y en botella”,
“impar y menor de tres”. Pues bien, hoy se nos manifiesta como un tipo
sorpresivo.
El evangelio (Lucas 15,1-3.11-32) posiblemente
sea uno de los textos más conocidos por todos. Lo hemos denominado como la
parábola del hijo prodigo, aunque, más bien, es la parábola del padre bueno, ya
que nos muestra la bondad del padre que olvida todo lo que hizo el hijo. Una
bondad incomprendida por el hijo mayor, que representa a escribas y fariseos.
El inicio del texto nos
da la clave para entender la parábola expuesta: “Solían acercarse a Jesús
los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas
murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos» De forma habitual Jesús
andaba entre descreídos y recaudadores con fama de ladrones. Con esta parábola,
junto a la oveja perdida y moneda perdida, el evangelista quiere justificar
este extraño y escandaloso comportamiento del Señor, que se hace cercano a los
más indeseables. Así pues, se trata de una introducción muy expresiva que nos
muestra el rostro de Dios y cuál es su proceder. A la vez, nos muestra el
porqué del proceder de Jesús comiendo y acogiendo a pecadores, prostitutas,
recaudadores de impuestos, pecadores…
Me gustaría que, en esta ocasión, te fijaras
más detenidamente en la descripción del padre de la parábola. Y que te dieras
cuenta que, ante la vuelta del hijo menor, su reacción es una caja de sorpresas
creciente. El versículo 20 enumera cinco actos que van de sorpresa en
sorpresa creciente: “lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó
al cuello y se puso a besarlo” Después, sin dejar de acabar la confesión de
perdón del hijo, realiza otros tres gestos que suponen acogida,
rehabilitación y alegría: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo;
ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y
matadlo; celebremos un banquete".
Vestir a una persona con el mejor traje de fiesta significa en Oriente, dignidad,
aprecio e invitado de honor. En el lenguaje bíblico el vestido nuevo es símbolo
de que ha llegado el tiempo de la salvación. Como bien dice la segunda lectura (2Cor
5,17-21) “El
que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha
comenzado”
Vestirlo de otra forma es reconocerlo de otra forma, no como esclavo sino como
hijo.
El anillo simboliza que se
entrega a otro toda la confianza. El anillo-sello es la señal de la transmisión
de plenos poderes. Las sandalias es símbolo de libertad porque el
hijo no debe andar más tiempo descalzo como un esclavo. Por último, el banquete,
en toda la tradición bíblica, es símbolo de alegría compartida y de comunión
plena, de fiesta y acogida.
Dios es así, ama sin condiciones, da todo lo
que tiene. Su perdón y misericordia es una rehabilitación total de la dignidad
perdida. El amor de Dios no tiene límites, ni tiene pagos a contra-rembolso, ni
componentes de venganza, ni es ternura a cobro revertido. Es tan caja de
sorpresas que quiere que compartamos su alegría y participemos en la fiesta por
la recuperación y encuentro de cualquier hermano nuestro que “estaba perdido
y lo hemos encontrado”
Reflexión: Desde la justicia estricta de los hombres no podrás comprender este
movimiento del padre, como no lo comprendía el hermano mayor, que representa a
los cumplidores estrictos de la justicia implacable de Israel. Sólo desde un
Dios que es acogida podremos entender que abrace y perdone al hijo perdido,
fracasado y arruinado. A ti y a mí nos interpela esta parábola y nos pregunta
sobre cuál es nuestra visión de Dios y qué relación tenemos con Él.
¿Comprendes ahora por qué
te decía que Dios es una caja de sorpresas? No me digas que la Palabra de Dios
no es actual y viva.