Delegación Diocesana de Migraciones
Sigüenza-Guadalajara
Arañas y Visigodos
María Adell y Concha Carrasco
4 de febrero de 2019
Migrantes y prestaciones sociales
Casi el 60% de los españoles,
según sondeos del Centro de Investigaciones Sociológicas, se muestra convencido
de que los migrantes reciben del Estado más de lo que aportan: absorben más
prestaciones sociales (pensiones y desempleo, son buenos ejemplos), abusan de la
sanidad pública, bajan el nivel educativo... Y creen, además, que la balanza no
se compensa porque se piensa que la gran mayoría de los migrantes no cotizan a
la Seguridad Social y no pagan impuestos. Estas afirmaciones son muy severas y
muy alejadas de la realidad…
Ayudas sociales
Comencemos
por las ayudas sociales. El acceso a los servicios sociales es un derecho que depende
de la situación socioeconómica personal o familiar y no de la nacionalidad
española. Hay que aclarar que las personas extranjeras apenas representan el 1%
de los beneficiarios de pensiones en
España y más de la mitad de ese porcentaje proceden de la Unión Europea.
En la provincia de Guadalajara, de los beneficiarios de las prestaciones
por desempleo tan solo un 17% eran
extranjeros en el año 2017 (un total de 1457 personas), de los cuales casi el
50% lo fueron porque habían cotizado a la Seguridad Social el tiempo suficiente
para tener derecho a esta prestación. La proporción es mucho más baja si se
trata de la Renta Mínima de Inserción:
solo el 1,3% de los beneficiarios es extranjero.
Sanidad
Continuemos
con la sanidad (derecho universal). La población extranjera tiene una media de
edad inferior a la población de la provincia de Guadalajara, y es un hecho que
las consultas médicas son frecuentadas en mayor medida por población de edades
avanzadas. De hecho, el gasto sanitario de personas extranjeras sólo supone un
6,5%.
Educación
Y
finalicemos con la educación, otro derecho universal de todo ser humano. Los
bajos resultados académicos y el fracaso escolar no dependen de la procedencia
de la persona, sino de su situación socioeconómica y el nivel educativo
familiar, además de factores como la incorporación tardía al sistema educativo
o el desconocimiento del idioma.
La presencia de la población
escolar inmigrante favorece la interculturalidad y varias de las competencias
clave presentes en la LOMCE (competencias sociales y cívicas y conciencia y
expresiones culturales). Según las estadísticas del Ministerio de Educación, en
Educación Infantil, Primaria y Secundaria hay 700 000 alumnos inmigrantes,
frente a los algo más de 8 millones de alumnos nativos españoles, por lo que solo
representan el 7% del alumnado, porcentaje similar en la provincia de
Guadalajara.
¿Por qué, si los datos van en
dirección contraria a las percepciones, seguimos culpabilizando a la persona
migrante? ¿Será que necesitamos un chivo
expiatorio al que odiar? Seamos optimistas en la respuesta, porque «nadie
nace odiando a otra persona por el color de su piel, su historia o religión. La
gente aprende a odiar. Y, si pueden aprender a odiar, pueden aprender a amar,
pues el amor le resulta más natural al corazón humano» (Nelson Mandela).
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