Es imaginable la conversación que puede surgir entre dos personas que tienen una misma ilusión, un mismo gusto, una misma afición o viven en situaciones similares. Cuando te encuentras con alguien con quien “conectas”, por la razón que sea, fluye un diálogo no forzado, se sintoniza inmediatamente porque se descubren intereses comunes y se perciben vínculos, entre ambos, que facilitan el encuentro y la conversación.
No es difícil imaginar que dos apasionados del futbol, y más si son “culés” (aficionados del Barça), estos días tendrán tema suficiente para entablar una conversación. Igualmente ocurrirá con dos jóvenes que comienzan sus estudios en la universidad y realizan la misma carrera, o dos madres primerizas que se encuentran en la sala de espera del pediatra, o dos personas que salen a pasear con su mascota al mismo parque… Aquello que les une les acerca… la frialdad, la indiferencia, la lejanía es más difícil que ocurra aunque sean dos perfectos desconocidos.
Al coincidir este domingo 15 de agosto con la Solemnidad de la Asunción de María, la lectura del evangelio, que se proclama en la celebración, nos sitúa a María en casa de su prima Isabel (Lucas 1,39-56) Entre ellas surge una fácil conversación fundamentada en una misma ilusión y en una situación concreta de alegría, porque ambas han sentido las maravillas de Dios en su propia vida. Desde el minuto uno, María e Isabel conectan y su conversación se va tornando en alabanza- acción de gracias-oración.
Aquel inicial “hágase”, revelaba fe y confianza en Dios. La misma Isabel reconoce y llama bienaventurada “a la que ha creído, porque lo que ha dicho el Señor se cumplirá” (Lucas 1,45) Ahora María demuestra su fe a través de la caridad y visita a su pariente. Este encuentro de las dos madres es en realidad el encuentro de los dos hijos… Ya en el seno materno Juan anuncia, por boca de su madre, a Jesús como el Mesías y Señor. “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” (Ver nota de comentario)
“El Magníficat” es la respuesta de María al saludo de su prima. Es un salmo de acción de gracias compuesto de citas y alusiones del Antiguo Testamento, especialmente del canto de Ana, madre de Samuel (1 Samuel 2,1-10)
Se inicia este salmo con una acción de gracias personal de María, porque Dios ha puesto su mirada en Ella, a pesar de la humildad y pobreza de su vida. “Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava” Por eso, será llamada dichosa, no porque Ella se autoproclame con este título, sino porque Dios se sirve de lo pequeño, sencillo y humilde para hacer presente la maravilla de su salvación en la historia del ser humano. “Me felicitaran todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí”
Igualmente, en el Magníficat, María expresa la acción de gracias del pueblo de Israel porque todas las promesas se cumplen en el niño que va a nacer. “Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Por último resaltar que el evangelista Lucas, en este canto, muestra un tema de su predilección: Dios “hace proezas en los pobres”, “los ensalza” y los “colma de bienes”… mientras que “dispersa al soberbio de corazón, derriba del trono al poderoso y despide vacíos a los ricos”
Reflexión: Este encuentro de las dos madres, que comienza con un acto de caridad producto de la fe hecha obra, te estimula a salir al encuentro de quien está en situación de necesidad y, desde tu fe, comprometerte con el “otro” imitando el estilo de entrega y disponibilidad de María.
Igualmente, puedes observar y meditar, desde este texto evangélico, las maravillas que el Poderoso ha hecho en ti, porque también a tú eres “mirado” por Él y eres elegido para hacer presente la salvación de Dios en tu historia y en la historia del hombre y de la mujer de hoy. Para ello vive la alegría y la humildad, que son dos actitudes que se desprenden de ser mirado por Dios.
Por último, te invito a que descubras la pedagogía de Dios que se desprende en esta conversación de madres. Es decir: que los que cuentan a los ojos y mirada de Dios son los que pasan desapercibidos para los poderes de este mundo. Por lo tanto, la tarea del creyente será ponerse en sintonía con esta pedagogía de Dios y trabajar por un mundo nuevo y distinto donde esta visión se haga realidad: El Reino.
NOTA: El título de Señor nació de la comunidad que había experimentado el encuentro con el resucitado (Hechos 2,36) Pero en este relato Jesús es llamado así, incluso antes de su nacimiento. Una prueba más de que estos acontecimientos son interpretados desde la fe de la Iglesia primitiva.
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