jueves, 24 de junio de 2021

MODELOS SIN PASARELA

 

Cuando en este artículo te hablo de “modelos” no tengo la intención de referirme a aquellas personas que se ocupan de exhibir diseños de moda en la pasarela Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, (anteriormente conocida como Cibeles Madrid Fashion Week y desde su creación hasta 2007 Pasarela Cibeles) Aquí, la palabra “modelo” quiere definir a aquella persona que es punto de referencia en algún aspecto de su vida, de tal manera que debe ser imitado, se debe seguir su ejemplo y reproducirlo en la medida  de nuestras posibilidades. Concretamente: “Modelo de fe y confianza en Jesús”

Tradicionalmente, los modelos de fe que nos propone la Iglesia son, por encima de otros, Abraham y la Virgen María. El primero se fía de Dios, abandona su tierra y cree la promesa de Dios hasta el punto de estar dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac. María, por otro lado, es el modelo de fe desde el momento que aceptó los planes de Dios con aquel famoso: “hágase en mí según tu palabra”

Hoy quiero que caigas en la cuenta en otros modelos y ejemplos de personas que han vivido la fe en Jesús de forma íntegra a pesar de vivir situaciones límites en su vida. Estoy convencido que tú mismo conocerás a gente así.

El evangelio (Marcos 5,21-43) que la Iglesia proclama en este  domingo 13 del Tiempo Ordinario (Ciclo b) sitúa a Jesús y a sus discípulos de vuelta de su incursión en la tierra de los “gerasenos”, los cuales le ruegan y le invitan cortésmente que les deje tranquilos y se marche, no quieren complicaciones y prefieren su ausencia a su incomoda presencia. Por ello “Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla” donde había caído ya la semilla de su palabra y se “le reunió mucha gente a su alrededor”

Contrasta con la actitud de los “gerasenos” la actitud de Jairo, “un jefe de la sinagoga” que al ver a Jesús se “echó a sus pies” y le rogaba que fuera a su casa e impusiera las manos sobre su niña que estaba muy enferma. E, igualmente, una mujer anónima que “padecía flujos de sangre desde hacía doce años” quien había oído hablar de Jesús y pensó que con “sólo tocarle el vestido, curaría”

Los dos milagros tienden hacia un mismo objetivo: por un lado revelar el poder de Jesús que sana, libera y salva. Y, por otro lado,  instruir a sus discípulos sobre el poder de la fe. Jesús es presentado, por el evangelista, como el único médico capaz de otorgar al ser humano su genuina dignidad, la paz y la Vida Verdadera.

No son estos milagros actos de un “mago” deseoso de gloria tras el fracaso en tierras paganas de la Decápolis, sino, más bien, una catequesis sobre las maravillas que el Señor puede realizar en el ser humano gracias a la fe. Una fe sencilla pero firme como la de la mujer que le toca el manto, y una fe probada como la de Jairo que está en clara oposición a la fe de los discípulos en el episodio de la tempestad.

Reflexión: El domingo pasado te hablaba de la fe del discípulo que le hace romper con la comodidad para seguir a Jesús como apuesta. En este domingo, creo que los dos milagros, realizados por Jesús, nos hablan de la fe del discípulo en medio de las dificultades de la vida y de las exigencias del seguimiento. Se nos presentan, por lo tanto, como modelos de vivir la fe en la dificultad.

Tanto Jairo como la hemorroisa no tienen una vida fácil. La enfermedad grave de una hija, que fallece en el transcurso de la narración, y la enfermedad de la mujer que además es legalmente marginada por impura, según las leyes del Levítico 15,19-30… hacen de ambos, unas personas heridas en lo más profundo de su ser. Te invito a que te sitúes en el lugar de Jairo y de esta mujer, a que examines tu vida, tus heridas, tus dificultades… y desde aquí contemples tu actitud de vida, tu confianza y tu fe.

Jairo y esta mujer son modelos sencillos para todo cristiano que quiere acercarse a Jesús sea cual sea la situación en la que se encuentre. Jesús es capaz de comunicar vida aunque tú te encuentres en situación de muerte. Jesús siempre está en la disposición de ponerse en camino y acompañarte. Ahora bien, la invitación a hacerlo tiene que surgir de ti. Él no quiere llevarte a rastras, ni a la fuerza, ni a empujones… Él acepta y espera tu invitación para caminar contigo, imponerte las manos y devolverte la fuerza, la salud y la vida.

Este evangelio tiene otros muchos matices y personajes que puedes contemplar y aplicar a tu seguimiento como discípulo. Son ejemplos de diversas actitudes ante un mismo hecho. Pero me encanta el Maestro en este evangelio y sus frases: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.» «Talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña, levántate)» No me digas que no tenemos nada que aprender e imitar.

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