El próximo domingo, 19 de noviembre, se celebra la séptima Jornada Mundial de los Pobres, bajo el lema: “No apartes tu rostro del pobre” (Tb 4,7) En palabras del papa Francisco, esta jornada, quiere “apoyar el camino de nuestras comunidades” y “descubrir cada vez más el contenido central del Evangelio”
El Papa, en el mensaje para esta jornada, guiado de la mano de Tobit, nos invita a descubrir nuestra propia pobreza para poder ser capaces de reconocer a los pobres y tener una atención efectiva hacia ellos. “Si soy pobre, puedo reconocer quién es el hermano que realmente me necesita”
Esta jornada nos llama a encontrar a cada pobre y a cada tipo de pobreza, sacudiendo de nosotros la indiferencia y la banalidad; de tal manera que nos impliquemos en primera persona y no “deleguemos” en otros la acción caritativa.
El mensaje del Papa nos invita a meditar que: “Los pobres son personas, tienen rostros, historias, corazones y almas. Son hermanos y hermanas con sus cualidades y defectos, como todos, y es importante entrar en una relación personal con cada uno de ellos”. Y nuestra fe nos enseña que “cada uno de los pobres es hijo de Dios y que en él o en ella está presente Cristo”
El Papa nos presenta diversas características del mundo en el que vivimos, no para caer en el desaliento sino para vivir la vocación de todo cristiano, que es “implicarse”. Resume el momento histórico que vivimos con estas características:
1.- El bienestar sube de volumen, mientras la
pobreza se silencia.
2.- Se tiende a descuidar todo aquello que no
forma parte de los modelos de vida destinados sobre todo a las generaciones más
jóvenes, que son las más frágiles frente al cambio cultural en curso.
3.- Lo que es desagradable y provoca sufrimiento
se pone entre paréntesis, mientras que las cualidades físicas se exaltan, como
si fueran la principal meta a alcanzar.
4.- La realidad virtual se apodera de la vida
real y los dos mundos se confunden cada vez más fácilmente. Los pobres se
vuelven imágenes que pueden conmover por algunos instantes, pero cuando se
encuentran en carne y hueso por la calle, entonces intervienen el fastidio y la
marginación.
5.- La prisa, impide detenerse, socorrer y hacerse cargo de los demás.
Ante esta realidad y ante los pobres no podemos volver la mirada hacia otra parte, porque eso nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús. Si soy pobre, puedo reconocer quién es el hermano que realmente me necesita. La parábola del buen samaritano (cf. Lc 10,25-37) nos interpela el presente de cada uno de nosotros, para que nos impliquemos en primera persona.
Si deseas leer el texto íntegro del mensaje del Papa, para esta Jornada Mundial de los Pobres, puedes pinchar este enlace.
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