martes, 9 de enero de 2024

“ELECCIÓN A PARES O NONES”

 

Domingo 2º Tiempo Ordinario

Recuerdo con exactitud cómo, en el patio del colegio, hacíamos dos equipos usando el método sencillo y preciso de “pares o nones”. No era por sorteo como se hacían los dos grupos, sino por elección, comenzando por aquel que había ejercido de capitán y había logrado descubrir si la cuenta de la suma de los dedos presentados correspondía a un número par o impar que, con anterioridad, había elegido. Así comenzaba la elección del grupo que iba a acompañar al capitán y que se iba rellenando de miembros gracias a la aportación de los que formaban el equipo que ayudaban al capitán a seguir eligiendo a unos y no a otros.

En este segundo domingo del tiempo ordinario (ciclo b) el evangelio nos recuerda la elección de los primeros discípulos, que evoca el proceso y las distintas circunstancias de las primeras vocaciones. Como en la elección a “pares o nones” no es por suerte cómo son elegidos los primeros amigos íntimos de Jesús, pero sí hay mediaciones humanas, experiencia personal y respuesta libre.

El evangelio (Juan 1,35-51) nos ofrece, al inicio de la vida pública de Jesús, la llamada que el Maestro hace para componer el grupo de personas que le van a acompañar en su misión. En el origen de las primeras vocaciones cristianas está, como base y punto de partida, el testimonio de Juan Bautista sobre Jesús, que lo identifica y proclama con el título de “Cordero de Dios” que tenía grandes resonancias de inmolación y liberación para los judíos.  «Estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.» (Este título es inverosímil que se diera en este primer momento, sino más bien a la luz de la resurrección y la acción del Espíritu Santo)

En el texto evangélico se pone de manifiesto el papel fundamental de las mediaciones humanas en la vocación. Primero es Juan Bautista, quien, además de proclamar la identidad de Jesús a sus seguidores, se lo presenta a dos discípulos y les invita a que vayan tras de Él. Más tarde será Andrés quien ejerza de mediador y presente a Jesús a Pedro «Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).» Si siguieras leyendo el evangelio te darías cuenta que Felipe también es mediador entre Jesús y Natanael.

Otro elemento que subraya el texto, en el proceso de la vocación, es la experiencia personal de cada uno. Los discípulos descubren, son tocados, se convencen, creen… pero no por razones y discursos bellísimos de otros, sino por su experiencia personal: «Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde» La mirada de Jesús, el compartir con Él, el poder verle y observarle, el convivir, la cercanía… es lo que deja huella en aquellos primeros discípulos.

El proceso vocacional culmina con la respuesta personal y libre de seguir a Jesús o no. El discípulo es un seguidor y expresa con su seguimiento la adhesión a Jesús. La aceptación de seguir al Maestro es libre y en consecuencia es respuesta de amor. No hay seguimiento al Señor desde la esclavitud sino desde la libertad.

Reflexión: No sé si te habrás dado cuenta que Juan evangelista al describir este encuentro con Jesús ha marcado una hora precisa: “las cuatro de la tarde”. Puede parecerte un dato insignificante o poco relevante, sin embargo ese dato, para quien vivió el hecho, da testimonio de que es un momento especial que ha dejado marca en su vida hasta el punto de precisar la hora concreta y no divagar o dudar si fue a las 10 de la mañana o sobre las dos de la tarde. La hora precisa tiene un mensaje y es que ese encuentro, entre Juan y Jesús, fue especialmente fuerte que dio sentido a su vida y que le sostuvo en momentos de dificultad.

Como todo hecho que deja marca en tu vida, el recuerdo de ese encuentro permanece en ti con todos los detalles concretos que rodearon ese momento y con todas las huellas precisas en tu memoria. Seguro que tú también tienes en tu vida de seguimiento de Jesús, algún “cuatro de la tarde”; es decir algún momento fuerte que ha marcado tu existencia cristiana y te ha llenado de sentido. Recuperar ese momento, volver a él, podría ser una de las actividades espirituales a meditar desde el evangelio.

Por último te invito a que aprecies la importancia del testimonio en el descubrimiento de Jesús. De forma encadenada se nos narran los encuentros de Jesús con cinco de sus discípulos. Son relatos de vocación pero todos ellos son también relatos de testimonio, ya que descubren al Maestro porque otros les han informado, señalado o presentado con entusiasmo a Jesús.

Puede que ahora, y no por sorteo sino por elección, te toque a ti ser testimonio de tu encuentro con Jesús para que otros se enamoren y le sigan.

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