martes, 23 de enero de 2024

“PALABRAS, OBRAS, TENSION, NOVEDAD”

 

Domingo 4º Tiempo Ordinario

Puede que, en la sociedad que estamos viviendo, estés cansado y harto de palabras y sermones, de conferencias y discursos. A lo mejor exiges ya acciones, hechos y obras que refrendan todo lo que se habla y así cumplir con lo prometido.

A todos los niveles (sociales, políticos, económicos, religiosos…) y en todas las circunstancias de la vida, valoramos más las obras que las palabras, pero reconocemos que cuando las palabras, que salen por la boca, se acompañan de obras, crece en nosotros la admiración y el asombro. Igual es porque el cuerpo se nos está acostumbrando a la ausencia de coherencia, a la falta de autenticidad o a las promesas incumplidas. Y es que, como dice el refranero, “una cosa es predicar y otra dar trigo”, resulta más fácil dar consejos que practicar lo que se aconseja, lo contrario es de tipos valientes que no tienen miedo, ni se acomplejan.

El domingo pasado, Jesús anunciaba la buena noticia de la llegada del Reino y la puerta de acceso a él mediante la conversión y la fe. En este cuarto domingo del tiempo ordinario (ciclo b) rodeado de un pequeño grupo de discípulos, Jesús emprende su actividad. Lo hace con hechos que manifiestan lo que había anunciado: la presencia del Reino de Dios como Buena Noticia. No se conforma con hablar de un nuevo Reino liberador, sino que su primera acción tiene esta dimensión, porque es una obra contra el mal que oprime, margina y esclaviza a la persona: un hombre, que se encontraba en la sinagoga, y tenía un espíritu inmundo es sanado.

El evangelio (Marcos 1,21-28) nos lleva a Cafarnaúm, y nos coloca en la sinagoga y en sábado. Es el comienzo de la primera acción pública de Jesús, y ya aparecen tensiones con los letrados… en el horizonte se barrunta el conflicto. Queda clara la diferencia entre Jesús que libera y la enseñanza y formalismo de los escribas. El pueblo distingue a uno de otros y se asombra por lo que ve en el Maestro: “Este enseñar con autoridad es nuevo”

Así es percibido Jesús por el pueblo. Y así el pueblo lo ensalza en contraposición con los letrados. La autoridad que se atribuye a Jesús y su enseñanza se califica como “nueva”. Si usáramos un juego de palabra podríamos decir que: Aquel que no tiene autorización legal para enseñar (Jesús) realiza una acción con autoridad, mientras que los que tienen autoridad para enseñar (letrados-escribas) se quedan en palabras estériles e ideológicas para la vida del pueblo. En el fondo dos concepciones religiosas subyacen; por un lado, los letrados que como acceso a Dios ponen el acento en la pureza ritual y, por otro lado Jesús que revoluciona el ambiente de la sinagoga, y libera, sana y enseña al ser humano con palabras y obras cargadas de poder… Esto es nuevo, es una buena noticia que causa asombro en el pueblo y que desenmascara a los que no aceptan los signos del Reino.

Nos puede ayudar para la comprensión del evangelio y para discernir la tensión que pulula en el ambiente entre escribas y Jesús, la primera lectura (Deuteronomio 18,15-20) en la que se pone en guardia al pueblo frente a cualquier tipo de advino o falso profeta. Y se anuncian las claves para conocer a aquel que es, por gracia de Dios, enviado a transmitir las palabras del Señor. El suscitado por Dios como profeta, para que sea verdaderamente tal, debe seguir las huellas de Moisés, poniendo de relieve la función de ser mediador entre Dios y el pueblo. Pero se distinguirá como verdadero y auténtico por su fidelidad a la Palabra de Dios.

Reflexión: Como habrás podido comprobar, enseñar en Jesús no es simplemente hablar bien, sino por encima de todo “hacer el bien” Hechos y palabras se conjugan, de forma armoniosa, dando como consecuencia una autenticidad y autoridad que interroga a quien está presente. El asombro que produce Jesús entre las personas que están en la sinagoga es debido a que sus acciones corroboran sus palabras.

Ante el mal en el mundo que daña al ser humano, Jesús presenta toda su actividad como una lucha contra él. Como cristianos, que intentamos hacer de nuestra vida un seguimiento del Maestro, hemos de traducir esta primera acción pública de Jesús, en la sinagoga de Cafarnaúm, a nuestro tiempo. Desapuntarnos de la misión de erradicar el mal, que esclaviza al hombre y la mujer de hoy, sería caer en la hipocresía de hablar mucho y con autoridad, pero no mover un dedo para liberar, sanar y curar.

Un nuevo reto te plantea la Palabra de Dios: anunciar el Reino, no con palabras sino con hechos, no de forma ideológica, sino con una práctica que libere, a pesar de que cree conflicto.

Aunque los aires que corran no ayuden a ello, tú y yo, si queremos de verdad “hacer milagros” que humanicen y eliminen los espíritus inmundos del 2024, tendremos que aceptar este reto, poner en él todo nuestro empeño y realizar obras nuevas que lo anuncien. Creo, que el método es vivir la misericordia, para así recuperar la esperanza que el mal se vence y combate con el bien.

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