martes, 14 de septiembre de 2021

LECCIÓN MAGISTRAL PARA EL APRENDIZ-DISCÍPULO

 

Estoy convencido que tenemos algunas lecciones bien aprendidas. Puede que nos las enseñara el profesor/a de la infancia, del instituto o de la universidad… puede que la lección nos viniera presentada por nuestros padres o por cualquier familiar por pequeña que sea su edad… también las amistades y las personas con las que nos relacionamos ejercen de maestros y nos enseñan lecciones que no hemos olvidado… e incluso la vida misma, que es una gran educadora en más de una circunstancia, nos da una o varias lecciones… lo cierto es que podemos ser “sabios” si nuestra actitud en todas las facetas de la vida es la de “aprendiz” y no la del “sabelotodo”

Estas lecciones bien aprendidas, por el que quiere crecer y está en actitud permanente de mejorar, nunca se olvidan por mucho tiempo que pase. Y se ponen en práctica en miles de circunstancias porque se tienen frescas y muy presentes a lo largo de la vida.

La Palabra de Dios es siempre enseñanza y en este domingo 25 del Tiempo Ordinario (ciclo b) el evangelio (Marcos 9,9-37) nos presenta a Jesús en una actitud claramente magisterial, ejerce de Maestro con el grupo de los Doce a quienes les enseña lo central del seguimiento ante la diversidad de sus preocupaciones.

Al igual que en el domingo pasado, aunque usando otras expresiones, Jesús habla a sus discípulos y les instruye sobre su camino de entrega: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.»  Los discípulos, mientras tanto, andan en lo suyo, en este caso: «discutían quién era el más importante» Por ello urge, ante la discusión que los Doce han mantenido por el camino, una lección magistral del Maestro: LA DEL SERVICIO.

El Señor muestra con dos sentencias la exigencia dura del discipulado. Atacando de raíz el afán de orgullo y de poder, la primera sentencia señala donde está la verdadera grandeza. Sin excepciones ni restricciones, grande es solamente aquel que, en actitud de servicio se interesa por el prójimo de manera afectiva y efectiva. «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Queda así invertido el orden de valores que tantas veces prevalece entre los seres humanos.

La segunda sentencia, con la presencia de un niño, símbolo de lo insignificante y pequeño, explicita y completa la primera. Uno es grande no cuando se ocupa un puesto de relevancia, sino cuando en la vida se hace sitio para quien no tiene grandeza. «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

Jesús mismo y Dios, a través de Él, se encarna en el que no goza de relieve ni prestigio, en el débil e indefenso.

Reflexión: La instrucción de Jesús a sus discípulos, es también para nosotros oyentes y lectores de evangelio. Tienen que calar dentro del corazón las palabras del evangelio de este domingo para así poder transformar la vida. Quien quiera ser el primero sea el último de todos y el servidor de todos. El que acoge a un niño como este me acoge a mí y el que me acoge a mí acoge a quien me ha enviado… es decir: SERVICO- ACOGIDA, un tándem que no puede estar ausente en aquel que quiera seguir a Jesús y ser su discípulo.

Se nos brinda por parte del Maestro la posibilidad de un cambio en nuestras preocupaciones. Se nos invita a un cambio desde Dios, es decir mirar con los ojos de Dios y así podremos convertirnos de la injusticia a la justicia, del abuso al servicio de los demás, de la infidelidad a la fidelidad, del odio al amor, de la venganza al perdón, de la cultura de muerte a la cultura de la vida, del descarte a la fraternidad...

Es comprensible la actitud primera de los Doce, ellos siguen sin comprender y son víctimas del miedo, no se atreven a contradecir a Jesús (como lo hizo Pedro el domingo pasado) ni tampoco se atreven a preguntarle. Este miedo revela que carecen de una fe sólida y que aún necesitan un adecuado conocimiento de la persona de Jesús. La lección que ellos reciben hoy no se les olvidará y a lo largo de su vida mostrarán que el servicio, la entrega y la acogida son pilares esenciales del cristiano.

Como personas en aprendizaje, como discípulos y no maestros, recibimos de Jesús la lección del SERVICIO. Es el camino que emprendió el Señor y que le llevó a dar su vida para sanar la nuestra. Ahora somos nosotros, si la lección la hemos aprendido bien, los que estamos llamados e invitados a servir a los hermanos/as para sanar también sus heridas. Quien busque el servirse del prójimo y no el servir al prójimo ha errado su camino, no podrá llamarse cristiano y debería pasarse por la escuela del evangelio donde recibirá una lección que nunca podrá olvidar.

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