Celebramos el domingo 4º del tiempo de Cuaresma (ciclo c) y se nos presenta, en forma de parábola, el mensaje central del cristiano sobre Dios. Si alguien nos pidiera una fotografía de Dios o que en pequeños rasgos le definiéramos, no dudéis ni un instante, ofrecerle este evangelio, que se empape de tu Dios-Padre/Madre y de lo que Él es: amor de verdad, amor a lo grande, amor con intensidad e inmensidad
El evangelio (Lucas 15,1-3.11-32) posiblemente sea uno de los textos más conocidos por todos. Lo hemos denominado como la parábola del hijo prodigo, aunque para mi es, más bien, la parábola del padre bueno, ya que nos muestra la bondad del padre que olvida todo lo que hizo el hijo. Una bondad incomprendida por el hijo mayor, que representa a escribas y fariseos.
Esta parábola es propia de Lucas, aunque tiene una posible analogía en Mateo 21,28-32. En ella, encontramos el tema de la alegría como en las parábolas anteriores: la oveja perdida y la moneda encontrada (Lucas 15,24-32) pero, principalmente, se fija en la figura del padre y su bondad que perdona. No podemos olvidar, aunque no es el centro de la parábola, el proceso de conversión del hijo menor que le hace dirigirse hacia el padre aunque se sienta indigno de él: “ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros"
Lo grande de este texto es que el Padre, sin saber nada de la actitud del hijo, se adelanta y lleno de emoción le abraza, besa y perdona: “cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos” La consecuencia de esta iniciativa del padre se simboliza en el anillo que es signo de autoridad, en las sandalias que es el calzado del hombre libre y en la túnica que devuelve la dignidad a quien venía harapiento y desnudo… Solo así puede entrar al banquete
Encontramos una segunda parte en la parábola (Lucas 15,25-32) dirigida, concretamente, a los fariseos quienes como el hijo mayor pretendían dar a conocer que habían cumplido todas las exigencias de la Ley. Se invita a este colectivo a que aprendan a acercarse a los pecadores y necesitados, como Jesús lo hacía y de esta manera participen de la bondad y de la alegría del Padre Dios.
Reflexión: Amig@s, como os he dicho en diferentes ocasiones, la Palabra de Dios está viva y es actual. Es una Palabra en continuo movimiento, siempre nueva y siempre alumbrándonos los pasos del sendero de la vida. Por ello, aunque hayamos leído este texto en muchas ocasiones, siempre encontraremos una novedad para nuestro vivir aquí y ahora.
El evangelio de este domingo me anima a invitarte a que experimentes el amor de Dios que siempre precede a nuestra conversión. Igualmente quiere ser una invitación a que descubras en el amor del padre de la parábola la bondad y el abrazo de perdón de Dios: es una invitación a dejarse arrastras por su dinámica de amor y a participar de su alegría.
Jesús nos ha revelado como es el corazón de Dios. El padre es amor. Amor alegre. Cuando el hijo se va, se le parte el corazón, pero no lo puede impedir. Ha rechazado su protección y la casa paterna, donde había seguridad y bienestar… Cuando regresa rebosa de alegría por el hijo encontrado. Le da un trato que supera todo lo imaginable. Sale a su encuentro porque el hijo corre el peligro de que sus paisanos, al verlo venir, reaccionen en su contra, apedreándolo, ya que ha puesto en entredicho el honor de su padre, al pedirle la herencia en vida. Su padre sale a protegerlo y, al, ponerle el anillo, traje y sandalias, lanza a todos los presentes el mensaje de que su hijo está de nuevo bajo su protección: vuelve a ser un hijo más en la casa. El ternero que mata en su honor lo tenía especialmente cebado y guardado para las grandes ocasiones.
Desde la justicia estricta de los hombres no podrás comprender este movimiento del padre, como no lo comprendía el hermano mayor, que representa a los cumplidores estrictos de la justicia implacable de Israel. Sólo desde un Dios que es acogida podremos entender que abrace y perdone al hijo perdido, fracasado y arruinado.
A ti y a mí nos interpela esta parábola y nos pregunta sobre cuál es nuestra visión de Dios y qué relación tenemos con Él. ¿Es el Padre de la parábola que se alegra y abraza o es el hermano mayor observante y hasta ejemplar, pero sin entrañas de bondad
Aviso a navegantes: El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado"…Ante el deseo de un Dios intransigente Él nos pide que le dejemos ser Padre.
Refleja el Amor paternal de Dios Padre ese padre el que nombramos en la oración del Padre Nuestro.y nosotros unos hijos desagradecidos queriendo siempre hacer.lo que nos da la gana.esta parábola refleja el Sacramento de.la co fusión.donde siempre Dios nos acoge y.perdona con un Amor infinito.
ResponderEliminarGracias por el comentario. Cada uno ve esta parábola desde su encuentro personal, oración y vida.
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