martes, 7 de junio de 2022

SOLO SÉ QUE NO SÉ NADA

 

Reconozco que, en muchas ocasiones, he sido “incoherente”, porque por un lado he afirmado que Dios es transcendente y que supera toda mi capacidad intelectual; y por otro lado me he puesto a explicarlo como si lo conociera en toda su pureza y pudiera contenerlo en mi inteligencia humana. Puede que las pequeñas aproximaciones que haya podido realizar sobre quién es y cómo es Dios son más fruto de mi deseo y anhelo de encontrarme con Él y conocer algunas respuestas, que fruto de poseer una definición perfecta sobre Alguien al que nunca puedo conocer plenamente en esta vida.

Las palabras de la lectura del evangelio de este día de la Santísima Trinidad (ciclo c) me invitan a reconocer al Espíritu Santo, el Paráclito, que nos dice el evangelista Juan, como aquel que me ilumina y me desvela algo del misterio de Dios. Dejarnos conducir por Él nos pondrá en “modo aprendiz”, actitud imprescindible para acercarnos a la grandeza de Dios Padre desde nuestra pequeñez humana de hijos.

La expresión “Paráclito” define al Espíritu Santo. Este término es la traducción de la expresión griega “parakletos” (“consolador”)  que ha sido a su vez traducida, de muchas formas y maneras. Especialmente es conocido el Espíritu como abogado, intercesor, maestro, santificador… que mora, hace presencia, en los discípulos, que revelará la enseñanza dada por el Señor y que les impulsará a ser testigos del Salvador, de su muerte y resurrección, hasta los confines de la tierra.

El evangelio de este domingo (Juan 16,12-15) es conocido como el quinto anuncio del Paráclito. Se le da una función al Espíritu de GUIA “cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena” Es decir, la presencia del Espíritu nos develará, bajo su iluminación, el misterio de Jesús y, como una central creadora de luz siempre nueva, nos llevará de la mano para conocer la palabra del Maestro.

El “Paráclito” nos guiará hasta la “verdad plena”, nos refrescará toda la obra de salvadora de Jesús y su misma persona: todo su mensaje. El Espíritu nos anunciará NO acontecimientos que tengan lugar en el decurso de la historia, en una especie de adivinación del futuro SINO que nos desvelará que Jesús no fue un simple milagrero sino el camino abierto hacia el Padre. (“Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando”)

Lo que es de Jesús es también lo que es del Padre. “Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará” La unidad existente entre el Padre y el Hijo es la que fundamenta la continuidad de la palabra de Dios (o palabra de Jesús) en la Iglesia bajo la acción del Espíritu.

Reflexión: Los teólogos (yo no soy precisamente uno de ellos) han repetido insistentemente que Dios es siempre más de cuanto nosotros, los seres humanos, podemos pensar sobre Él. Creo que es muy necesario que tú y yo reconozcamos nuestra incapacidad para alcanzar el conocimiento pleno del ser mismo de Dios, es decir, de cómo es Dios en sí. Es un buen principio para acercarse un poquito a Dios el saberse analfabeto en este terreno.

El paso de Jesús por nuestra historia ha sido un paso de MAESTRO. Él nos ha revelado el rostro del Padre y nos ha enviado su Espíritu que nos conduce. Es verdad que en el Nuevo Testamento Dios se nos revela como Padre, como Jesús el Hijo de Dios, como Espíritu… De ahí, la teología ha deducido que en Dios hay tres personas realmente distintas, que, sin embargo son un mismo y único Dios. Esto lo conocemos como el misterio de la Santísima Trinidad. Creo que, en el fondo, no es cuestión de números, ni pretender querer entender lo que no vamos a comprender, porque en el concepto que tenemos de tres no cabe el  uno, ni en el uno se comprende el tres.

Creo que en este día, más que liarnos con el jeroglífico de los números tres en uno y uno en tres, podemos contemplar la donación, la igualdad y la comunicación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu como modelo de lo que debe ser nuestra convivencia. Vivir la fe en nuestro Dios es vivir para los demás en armonía, en donación y comunicación; y no en aislamiento o soledad, sino en apertura y claridad.

Sí te invito a que sientas y experimentes al Dios que nos presenta la Palabra de Jesús. Aquel que es como la luz del sol, que penetra a través de los cristales de la ventana de la casa, se dispersa y se divide. Aquel que como  el racimo de uvas se multiplica pero que es uno en el jugo hecho de las uvas… No quieras encerrar toda su fuerza y potencia en tu inteligencia, pero hazle sitio en tu vida, en tu cotidianidad, en lo aparentemente insignificante… Él te dará la vida que necesitas para amarle y amar.

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