
¿Cuántas acciones hemos dejado de hacer por
no ser víctima de las lenguas viperinas? El miedo a ser criticados nos paraliza
en nuestra actividad. El ser ofendidos o desacreditados tiene más fuerza y peso
que nuestra libertad de acción y comportamiento. Llegamos, incluso, a dejar de
hacer algo bueno porque no va a ser bien visto por la gente, no va a ser
aceptado. Parece que tu comportamiento tiene que estar sujeto a un plebiscito
universal de aceptación por parte de los demás, como si tu vida la tuvieras que
someter a una votación popular y realizar sólo y exclusivamente lo que a los
otros le parece correcto, pero no a ti.
En las lecturas de este domingo 31 del tiempo ordinario (ciclo c) descubro, y me encanta,
la libertad de comportamiento de Jesús que “pasa olímpicamente” de las
murmuraciones de aquellos que veían incorrecto que entrara a hospedarse en casa
de un pecador. Gracias a esa libertad del Maestro el publicano Zaqueo accede a
la conversión y a la salvación. La misma libertad la encuentro en el actuar de
Dios que, nos presenta el libro de la Sabiduría, pasa por alto los pecados de
los hombres en busca de su arrepentimiento.
Nuevamente estamos frente a un evangelio
(Lucas 19,1-1’0) exclusivo de Lucas.
Se nos narra el encuentro de Jesús con el publicano Zaqueo, descrito como un
hombre que se ha hecho rico con negocios más que dudosos, posiblemente por
ejercer su labor de recaudador de impuestos en Jericó, ciudad situada en una
importante ruta comercial.
El tema principal de este texto es la
CONVERSIÓN Y SUS EXIGENCIAS. Tema, por otro lado, muy querido por Lucas. Zaqueo
se acerca a Jesús por curiosidad y termina acogiéndolo en su casa y
repartiendo, entre los pobres, una gran cantidad de sus bienes. No faltan las
murmuraciones de las mentes cortas y obtusas que hacen prevalecer la ley por
encima del bien del ser humano: «Todos
murmuraban diciendo: Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero, como ya he comentado anteriormente en
este artículo, esta libertad de comportamiento de Jesús es el que permite que
se pueda hablar “hoy” de salvación. Pero
Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a
los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». Jesús
le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa»
Zaqueo se manifiesta como auténtico “hijo de
Abraham” a pesar de ser recaudador de impuestos (profesión que lo excluía de
toda relación con los puros y justos) Su generosidad es el signo de su
pertenencia al Reino, aquellos que saben descubrir en Jesús al enviado de Dios,
el Mesías.
Lucas no era de origen judío, y su obra está
dirigida ante todo a los cristianos que, como él, provenían del mundo
pagano. A esa comunidad de creyentes, y hoy a ti y a mí, se nos narra este
encuentro de Zaqueo con la salvación: El Hijo del hombre salva lo perdido, lo
despreciado, lo que no cuenta a los ojos humanos. «El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba
perdido»
La primera lectura (Sabiduría
11,22-12,2) nos enseña que la grandeza de Dios está en el ejercicio de la
misericordia. Expone al autor la razón de este actuar de Dios: “Amas a todos los seres y no aborreces nada
de lo que hiciste” Por amor.
Pero Dios, que ama todas las cosas, siente
predilección por la obra cumbre de sus manos: el hombre creado a su imagen y
semejanza. Por ello perdona, es indulgente, corrige, reprende… para que se
conviertan y crean en Él. “Por eso
corriges poco a poco a los que caen, los reprendes y les recuerdas su pecado,
para que, apartándose del mal, crean en ti, Señor”
Reflexión: Las lecturas de hoy nos hablan de evangelización. Jesús evangeliza a la
ciudad entera de Jericó porque la conversión de Zaqueo seguro que tuvo
resonancia en toda la ciudad. Pero fue una evangelización nueva, desacostumbrada,
inimaginable. Jesús se fue directamente a alojarse, a compartir casa, mesa y
mantel… ¿Con quién? Con el más odiado de la ciudad, el más ladrón, el más
detestable, el rico…. El jefe de los recaudadores de impuestos (los publicanos)
La conversión, el
cambio, que se produce en Zaqueo, que parte de la libertad de comportamiento de
Jesús, se realiza en el corazón… el mensaje del Maestro no se impone, se
contagia, se transmite, se vive. Jesús realizó todo un programa pastoral con
Zaqueo; programa desconcertante, escandaloso, a primera vista loco, sin pies ni
cabeza… pero que dio fruto en el interior de Zaqueo. Es el estilo de Jesús.
Hoy también llega la salvación a tu vida. Por muy
Zaqueo que te veas, Jesús quiere alojamiento en ti. Si te sientes perdido Él viene
a buscarte y salvarte, porque Él es libre en comportamientos.