Creo que estamos viviendo un tiempo en nuestra Iglesia donde dar testimonio, con nuestra vida, de la fe que profesamos se convierte en necesidad. En este tiempo concreto de nuestra historia, bien personal bien comunitaria, necesitamos la fuerza y el coraje para vivir el seguimiento de Jesús, en este tiempo de testimonio, en medio de las diversas dificultades.
Concluida la primera etapa de la salvación, con la destrucción del templo de Jerusalén, comienza una nueva etapa de misión y de Iglesia que yo denomino “Tiempo de Testimonio” y ahí es donde englobo y concentro las lecturas de este domingo 33 del tiempo ordinario (ciclo c) Desde estas lecturas, que se nos presentan, podemos contemplar la belleza de este tiempo en el que vivimos, no exento de dificultad o de incomprensión; que por otro lado es ingrediente normal de la vida cristiana en esta etapa testimonial. Convendrás conmigo que la fidelidad a Jesús es algo bello pero también es algo difícil que aporta en mayor o menor medida rechazo y conflicto.
Lucas nos ofrece en el evangelio (Lucas 20,27-38) el anuncio de este tiempo nuevo de testimonio. El templo, que para los judíos es símbolo de su fe y de su nacionalidad, de alianza y de la presencia de Dios en medio de su pueblo, es anunciado por Jesús como tiempo pasado: «Esto que contempláis (el templo) llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida» Ha llegado el final de la Antigua Alianza entre Dios y el pueblo de Israel (basada en una religión legalista, farisea y cultual) y Jesús inaugura la nueva etapa del Reino donde la humanidad será el gran templo de Dios.
En esta nueva etapa o nuevo tiempo se nos advierte sobre posibles signos engañosos como falsos profetas, impostores, anunciadores de catástrofes, vendedores de utopías y parásitos con fórmulas salvadoras…Igualmente se nos avisa sobre las ofertas engañosas y descabelladas que nos ofrecen nuevos dioses que liberan, salvan y dan seguridad de forma inmediata… como si la salvación no fuera cuestión de toda la vida «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos.»
El evangelio nos reubica y nos habla de algo que nos “chirria”: la persecución como algo inherente al tiempo del testimonio. La fidelidad a Jesús trae rechazo que no solo se dio en Él sino también se dará en nosotros, sus seguidores. «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio»
Por último, me gustaría que observaras como el evangelio de este domingo te abre una doble luz para el tiempo del testimonio. Por un lado la confianza «Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá» La esperanza cristiana no se alimenta del fracaso de otras personas u otras filosofías. No nace del resentimiento o del desprecio a los esfuerzos de la ciencia… simplemente descubrimos que estas esperanzas son insuficientes. Y, por otro lado, se subraya la perseverancia como actitud que debemos vivir en este tiempo. Sólo el trabajo constante y tenaz abre un porvenir de Vida Verdadera y Salvación «con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas»
Reflexión: Ante una Palabra de Dios como las que se nos ofrece en este domingo, podemos quedarnos en la anécdota de comprobar lo que se parece la descripción del final de los tiempos del evangelio a los acontecimientos que están sucediendo en nuestra época actual (guerras, enfrentamientos, terremotos hambre, epidemias) Mi apuesta y reto, a lo que te invito, es bucear en lo que nos quiere decir el evangelista para vivirlo en este tiempo.
Creo que no podemos caer en la tentación de ser nosotros profetas fanáticos y fatalistas que seduzcamos a las gentes con locuras, situaciones de muerte, de miedos y barbaridades. Más bien, seamos profetas que demos sentido y recuperemos el don del discernimiento ante los acontecimientos históricos que se dan en nuestro mundo. Y desde la esperanza vivamos un mensaje como el que nos ofrece la primera lectura (Malaquías 3,19-20a) “A los que teméis mi nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra”
Pienso que el mensaje de Jesús sigue teniendo una actualidad plena y está vigente. Hoy se nos ofrece una nueva forma de encontrarnos con Dios desde la presencia de lo divino en el ser humano, que es el templo de la nueva alianza. Más que hacer defensa de forma violenta y apologética de nuestras convicciones, que es ineficaz y estéril… seamos profetas, llenos de Espíritu, con nuestro testimonio, teniendo la confianza que el Maestro camina con nosotros y que su Palabra nos dice que la vida merece la pena, que la historia tiene su sentido y que todo sucede para el bien de los hijos de Dios.
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