1º Domingo Tiempo Cuaresma.
En muchas ocasiones te he hecho referencia a que no leas el evangelio como quien lee una historieta o el relato de un héroe o una biografía de Jesús… porque sentirás una enorme incapacidad para poder interpretar correctamente algunas de las escenas. Más bien, comprende que el evangelista y el escritor sagrado te ofrecen una catequesis, mediante hechos y realidades, que tienen vigencia en tu historia y en tu mini-mundo, pero que no han sucedido tal cual se expresan en los escritos.
En este 1º Domingo del Tiempo de Cuaresma (ciclo a) vas a poder comprobar que una interpretación literal de los textos del Génesis y el de las tentaciones de Mateo nos situaría en el mundo de la ciencia ficción como si estuvieras contemplando la famosa y taquillera película ambientada en el 2154: “Avatar”
El relato que se nos presenta en el evangelio de este domingo (Mateo 4,1-11) es un claro ejemplo de todo lo dicho anteriormente. En él se describe, con un lenguaje simbólico y alegórico, todas las tentaciones que tuvo que pasar Jesús a lo largo de su vida. No es una crónica de la triple prueba de Jesús en un lugar concreto (desierto) y en un tiempo determinado (40 días) sino la presentación plástica de la línea de conducta del Señor a lo largo de toda su vida, en la que dejó bien clara su condición de Hijo obediente al Padre a pesar de las innumerables situaciones en las que tuvo que escuchar el acreditarse como Hijo de Dios por medio de milagros y signos portentosos.
El desierto, lugar donde se desarrolla la escena evangélica, en la Biblia es sinónimo de lugar de prueba y tentación, morada del mal y de malos espíritus, pero también es lugar de encuentro con Dios y desde donde llega la salvación. Los cuarenta días, es también, una cifra simbólica que hace referencia a toda la vida. Esta misma cifra es la duración del diluvio, es el tiempo del pueblo en el desierto, es el tiempo que estuvo Elías por el desierto antes de llegar al monte del Señor… Cuarenta, bien sean días o años, es un periodo en el que sucede y se vive algo fundamental.
Las tres tentaciones que son descritas se pueden resumir en: organizar la vida al margen de Dios teniendo todas nuestras necesidades cubiertas al precio que sea, renunciar a la cruz del seguimiento y optar por el espectáculo, lo prodigioso, lo milagrero, lo fácil y lo cómodo y entregarse a los ídolos buscando el poder, el egoísmo.
La tentación reinante, que es como el sustrato de todas las demás tentaciones, la encontramos explicitada en la primera lectura (Génesis 2,7-9; 3,1-7) La serpiente, juega el papel de enemiga de Dios creador y del hombre su criatura. La serpiente siembra la desconfianza del ser humano hacia Dios. Ella se autoproclama conocedora de las intenciones de Dios y lleva al ser humano a pensar que ese Dios no es de fiar y tiene la intención de frustrar todas sus aspiraciones impidiéndole conseguir algo que se puede obtener, ser como Dios: «No, no moriréis; es que Dios sabe que el día en que comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal».
El origen de toda tentación reside en la falta de confianza, actitud esencial con Dios y base de la obediencia. La serpiente ha conseguido colocar al ser humano ante una gran decisión: confiar en Dios y fiarse de Él y de sus palabras o desconfiar y pensar que Dios es egoísta, celoso de su poder, falso, que no es de fiar y que no quiere que el ser humano crezca.
Reflexión: En este primero domingo del tiempo de cuaresma, nos vamos al desierto con el Maestro. La primera frase del evangelio es: “Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado” El Espíritu de Dios existe, aunque a veces vivamos como si no existiera. Si dejas que el Espíritu actúe en ti, vivir será una aventura apasionante y emocionante. Si prefieres que el Espíritu de Dios desaparezca de tu vida, prepárate para vivir en el aburrimiento.
Curioso que fuera el Espíritu Santo quien llevara a Jesús al desierto, para ser tentado. Parece que siempre nos han enseñado que quien le llevaría al desierto para sufrir la tentación sería el diablo. Pues no, es el mismísimo Espíritu, porque la tentación en sí, no es algo malo, sino ocasión preciosa de elegir, mejor aún reelegir, a Dios y decirle: Padre te prefiero a ti y me quedo contigo.
Es el tiempo, a mi modo de ver, de que los “cristianitos de a pie” (tu y yo) hagamos una opción profunda por la confianza en Dios. Ella nos llevará a tomar postura por una fe vivida desde el compromiso y la exigencia, por unas obras que no sean escaparate luminoso de nuestras personas y por el abandono del tener. Tu desierto y tus cuarenta días forman parte de tu historia, son tu realidad… es ahí donde debes vivir tu fe, confiando en el Padre, que te acompaña, y en el Espíritu que te guía. ¡Lo que digan los demás está de más!
No hay comentarios:
Publicar un comentario