martes, 28 de febrero de 2023

TRANSFIGURACIÓN ES DON, NO CONFORT

 

2º Domingo Tiempo Cuaresma.

Estarás de acuerdo conmigo que cuando llega a nuestra vida el fracaso o la incomprensión tener una respuesta certera, una mano por encima del hombro, una palabra de aliento o un silencio comprensivo… es bálsamo que sana, cura y levanta de la postración en la que nos encontramos. Que importante es no poner resistencia a quien acerca su mano con la intención de ayudarte a mirar tu realidad desde otra perspectiva, desde otro ángulo.

En el 2º Domingo del Tiempo de Cuaresma (ciclo a) la Iglesia nos presenta el pasaje de la transfiguración. (Os recuerdo que el género literario en el que está escrito este pasaje es el de las “teofanías” de las que ya hemos hablado en otras ocasiones) Los discípulos andan sumergidos en la incomprensión, están obstinados en su idea de un Mesías político y triunfal y se resisten a aceptar las propuestas del Maestro que les habla de muerte, cruz, sufrimiento y aparente fracaso. En este texto vas a encontrar la respuesta que da Jesús a los discípulos cuando estos manifiestan su incomprensión. Representados en Pedro, Santiago y Juan estamos todos los seguidores de Jesús de todos los tiempos, momentos y lugares.

El relato del evangelio de la Transfiguración, (Mateo 17,1-9) es una palabra de ánimo para los discípulos, pues en ella se manifiesta la gloria de Jesús y se anticipa su victoria sobre la cruz. El Señor “tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta”  Suben a lo alto de la montaña y viven, como testigos, una experiencia particular de encuentro con Dios, un acontecimiento único: Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz”

Este cambio externo que se produce en Jesús tiene como función confirmar la identidad y la misión del Señor. Es decir, el camino de entrega de Jesús, como Mesías, es el camino que Dios quiere. La presencia de Moisés y Elías conversando con Jesús y la voz de la nube, que es símbolo de la presencia divina, así lo corroboran. Dios confirma a Jesús en su identidad y misión y revela a los discípulos que ese es el Hijo, el Mesías, el Elegido, el Amado y el Predilecto a quien hay que escuchar y que es norma de vida y de seguimiento: “Escuchadle”

La transfiguración va a desvelar el sentido de la vida de Jesús pero no dispensa a los discípulos el vivir la realidad en toda su dureza: “cargar con la cruz”. La propuesta de Pedro: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí quieres, haré tres tiendas» esconde una visión falsa de lo que es seguir a Jesús porque es querer optar a la resurrección sin muerte, ni cruz, ni Getsemaní.

Ante esta propuesta de quedarse en lo alto del monte en la contemplación, Jesús les dirá: «Levantaos, no temáis.» Es decir, debéis afrontar mi camino y mi mensaje y para ello es preciso bajar de la montaña y pisar la realidad de vuestras vidas con la convicción que “Yo” camino en tu historia, contigo. El subir al monte de la trasfiguración no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección. La meta es una transfiguración personal y comunitaria.

Reflexión: Si comprendieras que lo ocurrido a los discípulos en el monte de la transfiguración es el bálsamo y la respuesta de Jesús ante las dificultades del seguimiento, te darías cuenta que el camino realizado por ellos, es imprescindible realizarlo tú. Si Pedro, Juan y Santiago necesitaban este aliento, tu y yo, discípulos como ellos, necesitamos de esta “mano por encima del hombro”, que es el Tabor, para comprender que el camino de Jesús de entrega total de sí por amor, es nuestro camino.

No lo dudes, dejarte conducir por Jesús a este lugar desierto y elevado, tomando distancia de las mediocridades y vanidades que nos rodean, es una necesidad, para tu vida de discípulo, que requiere escuchar la Palabra de Dios que se manifiesta en las Escrituras y en los hermanos.

Pero amig@, no te refugies ni te escondas de continuo en la montaña de la transfiguración. No has sido invitado al “retiro del Tabor” para quedarte ahí por siempre, ni para hacer tres tiendas, ni para separarte de la realidad… sino para ayudarte a discernir y comprender tu vida, tu mini-mundo, y seguir a Jesús en él y afrontar, sin miedo, tu realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones.

Yo creo, que el Tabor tiene el peligro y el riesgo de instalarnos en él como refugio cómodo que nos permite vivir sin sobresaltos ni excesivas preocupaciones. No nos dejemos atrapar por el confort del monte… ni ahí, ni así creo que te quiera Jesús. Más bien ARRIESGA como hizo Abraham y, como nos dice la segunda lectura, “toma parte en los duros trabajos del Evangelio”. El Tabor es, aliento y bálsamo… lo que quieras, menos confort de por vida.

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