martes, 7 de febrero de 2023

MÁS ALLÁ DE LA LEY… EL CORAZÓN

 

6º Domingo Tiempo Ordinario

Los primeros cristianos se hacían una pregunta que también nos podemos hacer nosotros, los discípulos del siglo XXI. ¿Estamos obligados todos a cumplir los preceptos de la ley del Antiguo Testamento o han sido abolidos por Jesús? Ya conocemos como se las gastaban los fariseos que proponían que: el hombre debía practicar las buenas obras que le hacían justo ante Dios y con ello creían alcanzar la salvación… pero también conocemos que la interpretación de la Ley, por parte de estos fariseos, había caído en la casuística, en la trampa de realizar los mínimos imprescindibles o en el cumplimiento puro y duro sin amor ninguno.

En este 6º Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo a) vamos a encontrar un estilo y una propuesta nueva, para vivir los preceptos, desde otra orilla distinta y alejada del frio cumplimiento de mandamientos uno tras otro. Se nos propone una vivencia de la ley desde dentro, sin barreras, a fondo, en plenitud, desde el corazón… El nuevo estilo que perfeccionará la ley del Antiguo Testamento no se basa en cumplimiento externo sino en actitudes.

Las enseñanzas de la ley y de los profetas no deben ser acotadas por una interminable serie de preceptos (sobre 613), sino asumidas desde dentro del corazón, como expresión de la voluntad de Dios.

El evangelio (Mateo 5,17-37) va a responder a la pregunta con la que se abría este artículo y que las primeras comunidades cristianas se hacían y que puede que nosotros nos hagamos.

Mateo, que escribe su evangelio a una comunidad formada en su mayoría por personas provenientes del judaísmo y donde tiene gran influencia la interpretación de la ley dada por los fariseos, explica, por un lado, la originalidad del comportamiento cristiano y, por otro, muestra la conformidad del mensaje de Jesús con las Escrituras. Por ello, el evangelista pone en labios del Maestro que: «No he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud»

Jesús rompe y hace saltar por los aires una forma externa, fofa y sin fuerza de vivir la fe e introduce la formula “… pero yo os digo”, señalando que lo que se nos enseñó por parte de los antiguos es perfeccionado por el evangelio. Será el versículo 20: «si vuestra justicia (fidelidad) no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos» el que puedes considerar como síntesis, criterio y conclusión de todo el discurso y de tu actuar. Aunque la clave para entender todo lo que Jesús nos propone se encuentra en las palabras finales del evangelio del próximo domingo: «Sed perfectos (buenos), como vuestro Padre celestial es perfecto»

Desde esta perspectiva puedes entender las diversas antítesis que se nos proponen en el evangelio de este domingo. Y como son perfeccionadas desde la regla evangélica de la actitud del corazón: Ya no se invita sólo a no matar sino a la urgencia del perdón mutuo con pequeños gestos; no se invita sólo a no cometer adulterio, sino a reconocer que la fidelidad empieza en el corazón, porque es allí donde nacen los deseos que después se traducen en hechos; no se invita sólo a no jurar en falso sino a la sinceridad y confianza para que el sí o el no de los labios se corresponda con el sí o el no del corazón…

Reflexión: La novedad de Jesús efectivamente es ir más allá de la literalidad de una norma y acoger, explorando, aquello que se encuentra en el fondo. Te invito a vivir y cultivar unas actitudes que vayan más allá de la ley y de lo que es costumbre social. Te animo a superar el frío “cumplí-miento” y dejarte interpelar por la Palabra de Dios que purifica tus actitudes, tu interior, tus creencias y principios.

Los letrados y fariseos cumplían con la ley supuestamente al milímetro, pero hace falta algo más que el simple cumplimiento para pertenecer al Reino de los Cielos; ese “algo más” para realizar correctamente la ley es lo que añade Jesucristo: las actitudes del corazón, el amor.

Observo, con cierto estupor, el olor creciente a rancio que tiene el realizar esta o aquella norma simple y llanamente porque está mandado. Crecen las normas sin corazón por todos los lados y, a la par, disminuyen las actitudes del interior. Nos conformamos con realizar lo que se nos exige en una norma escrita, incluso nos quedamos tranquilos con hacerlo, pero no nos preguntamos cómo lo hacemos para que sea camino al Reino.

Te reto, en esta semana, a que bucees dentro de ti, allá en tu interior, donde se cuecen los deseos, intenciones, actitudes… que más tarde se traducirán en obras. Pregúntate que haces tú de diferente a los escribas y fariseos para que sea mayor tu fidelidad a la voluntad de Dios que la de ellos. Impregna tus acciones del amor de Jesús de Nazaret para que descubras que, ser discípulo, no consiste en saltarte los preceptos que te apetezca por antiguos e insulsos, sino vivirlos de una manera nueva, distinta y apasionada.

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