martes, 8 de agosto de 2023

BUSCANDO A TIENTAS

 

Tiempo Ordinario. Domingo XIX 

Que “miedito” me dan todos los que viven sin dudas ni vacilaciones. No creas que les tengo envidia, ni sana ni insana. Si te soy sincero, siento, sin vergüenza alguna pero tampoco con orgullo desmedido, que entre el creyente que profeso ser y el creyente que soy en realidad hay una distancia, en algunos casos enorme. Constato en mí una fe débil y frágil que me hace descubrir mis dudas y no desesperarme ante ellas y menos aún asustarme.

¡Señores y señoras! tienen ante ustedes a una persona que ha descubierto sus vacilaciones, pero que no deja de “buscar a Dios a tientas”. Por ello, y quien me conoce lo sabe, vivo en permanente búsqueda de Dios, en muchas ocasiones en el riesgo, al límite, en la oscuridad y en la inseguridad.

En este domingo XIX del Tiempo Ordinario (ciclo a) descubro que en el proceso de búsqueda a tientas de Dios lo importante es saber gritar: “Sálvame, Señor” Saber levantar hacia Dios nuestras manos, no sólo como gesto de súplica, sino también como entrega confiada de quien se siente necesitado. Buscamos a Dios entre un oleaje que nos golpea la barca pero siempre con la esperanza de encontrar una mano que nos salva del hundimiento total.

En el evangelio (Mateo 14, 22-32) Jesús anda sobre las aguas. Este relato introduce elementos nuevos y modificaciones al texto narrado por Marcos en 6,45-52. Te señalo al menos tres:

En primer lugar no son los discípulos quienes están fatigados y sacudidos por el viento, sino que en Mateo es la barca, que “muy lejos de tierra, era sacudida por las olas, porque el viento era contrario”. Es una referencia simbólica a la Iglesia primitiva, acosada ya en el último tercio del siglo primero por la oposición de los judíos fariseos y romanos. En segundo lugar te invito a que fijes tu mirada en el protagonista de la acción junto a Jesús. Es Pedro, ausente en la narración de Marcos, que en este relato cobra singular importancia. Él es la cabeza de la Iglesia, pero se nos muestra con una fe frágil, llena de miedos y vacilaciones. Por último, en la escena final, a diferencia de Marcos, el episodio concluye con un acto de fe, en el que es proclamado Jesús como Hijo de Dios. («Los de la barca se postraron ante él diciendo: Realmente eres Hijo de Dios.»)

La escena inicial de los versículos 22-27 que nos ofrece este evangelio dominical, representa la situación en la que se encuentra la comunidad de Mateo después de la resurrección del Maestro. Jesús no está físicamente con los discípulos y ellos se encuentran a merced de las olas del mar y de los vientos. (En el Antiguo Testamente el mar y las olas representan las fuerzas del mal que Dios vence con su poder) Aquí es vencido por Jesús que, en medio de la noche, y a pesar de creer los discípulos que están ante un fantasma, afirma su identidad de Mesías con la paz: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!»

Es muy significativo el dialogo entre Pedro y Jesús (vv. 28-31) que como te he dicho sólo se encuentra en la narración de Mateo y revela la importancia del apóstol para el evangelista y su comunidad. En esta ocasión se resalta cómo, a pesar de su frágil fe, Pedro es modelo de todos los creyentes, que se debate entre la confianza en el Señor y el temor que provocan las adversidades. Esto puede que te sea familiar en tu vida e historia personal.

Como colofón al relato (vv. 32-33) el desconcierto inicial de los discípulos se convierte en una confesión de fe. Las palabras pronunciadas por los componentes de la barca (comunidad-Iglesia) son las mismas que las que pronunciará Pedro en nombre de los Doce (Mt 16,16) y el centurión romano al pie de la cruz (Mt 24,57) Esta confesión de fe refleja la convicción de la comunidad de Mateo, que reconocía a Jesús como Hijo de Dios frente a los judíos que dudaban de su divinidad.

Reflexión: Amig@, el relato de la tempestad calmada contiene una enseñanza dirigida a la comunidad cristiana de todos los tiempos, para que afronte con valentía, como Pedro, el riesgo del encuentro con Jesús; y para que, sintiendo siempre su presencia, no vacile ni tenga miedo ante las dificultades e incomprensiones que la rodean. La búsqueda a tientas de Dios se nos presenta, no con fórmulas dogmáticas, razones, argumentos o seguridades sino con la figura de Pedro caminando sobre las aguas acercándose a Jesús. ¡Bello!

Una vez más, en el trabajo de la búsqueda interior de la fe, para poder seguir a Jesús en fidelidad y crecer espiritualmente, la “comunidad” tiene una gran importancia. No has subido a la barca tú sólo, no sales al mar tú sólo, no te adelantas en el camino tú sólo, no buscas tú solo... Necesitas de la comunidad con quien compartes, celebras y vives la fe. Todo cambia si en el fondo de tu corazón, y en de la comunidad, se despierta la confianza en Dios. Él es una mano tendida que nadie puede robarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario