martes, 27 de febrero de 2024

EN GUARDIA

 

Domingo 3º Tiempo Cuaresma

La expresión “estar en guardia” se utiliza para decir que una persona está atenta a lo que pasa, preparada para lo que pueda suceder. Así, la frase “bajar la guardia” se usa cuando una persona no está concentrada y con atención ante una situación difícil, que puede acarrear problemas.

Dicen, los que entienden de mascotas caninas, y yo precisamente no soy uno de ellos, que para saber si tu perro está en alerta te debes fijar en su cuerpo: la mirada estará pendiente de su entorno, con intensidad; las orejas estarán hacia arriba; el cuerpo estará ligeramente tenso; las cuatro patas las tendrá en el suelo, bien posicionadas; y la boca la tendrá cerrada... Es decir, el animal perro tiene un lenguaje corporal, lógicamente no verbal, con lo que te da a conocer su estado. Sus posturas transmiten y comunican. No es lo mismo, por lo tanto, que tu perro esté panza arriba o con el rabo entre las piernas, ni tampoco te dice lo mismo si te mira o no te mira, si ladra o bosteza… Si tienes por mascota a este animal todo lo dicho seguro que lo sabes y conoces perfectamente. Sólo es cuestión de observar.

Amig@, si un perro por sus posturas corporales te quiere transmitir cómo se encuentra y en qué actitud se halla, un humano lo puedes interpretar mejor, pues en este caso, además de ofrecerte poses las acompaña de palabras y acciones que son muy clarificadoras.

En este domingo tercero del tiempo de cuaresma (ciclo b) la actuación de Jesús en el templo de Jerusalén nos pone en guardia, ya que el Maestro, con esta acción, inaugura un tiempo nuevo en las relaciones del ser humano con Dios. Él reemplaza al templo antiguo y se presenta como el verdadero templo, es decir lugar de encuentro del hombre y de la mujer con Dios.

El Evangelio de la expulsión de los mercaderes del templo y la conversación posterior (Juan 2,13-15) es un relato típicamente teológico, visto a la luz de la resurrección de Jesús y que nos transmite un mensaje que va más allá de la acción concreta: Jesús es el verdadero templo, el lugar de encuentro con Dios. La presencia de Dios no está en un recinto cerrado, sino en la persona del Señor resucitado, por eso nos dice el evangelio que “Él hablaba del templo de su cuerpo”

Como te decía, al inicio de esta reflexión, la actuación de Jesús nos pone en guardia frente a posibles intereses que no son correctos, que se desvían de lo sagrado y que convierten la casa del Padre en un mercado indecente. No nos podemos conformar en este evangelio con una imagen violenta del Mesías, a la que no estamos acostumbrados, un Jesús fustigando a la gente con un azote en las manos. Es más profundo, es la reacción de hacer de lo sagrado un mercadeo manipulador y profano, es la reacción ante quienes no respetan lo divino ni lo humano y todo lo supeditan a sus propios intereses. El templo deja de ser lugar de encuentro con el Padre cuando nuestras relaciones con Dios y con los hermanos están mediatizadas por intereses egoístas. El templo debe ser lugar del amor, de la ternura, de la liberación, de la acogida de Dios… y esto lo debemos de manifestar con nuestras formas externas e internas.

Reflexión: ¡Como mola contemplar a Jesús transgrediendo los trapicheos de los hombres! Desmarcándose y sorprendiendo a propios y extraños. Desmontando el negocio de los auténticos profanadores del templo. Y sustituyendo a los compradores de Dios por la gratuidad de su persona.

Es una acción provocativa y a la vez profética. Ya no son necesarios “los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y  los cambistas” porque este templo queda derruido. El antiguo templo, con todo lo necesario para que pudiese cumplir su función de sacrificar animales, es sustituido por el nuevo templo. Jesús es, a partir de este momento, lugar de encuentro del hombre con Dios.

Comienza así un nuevo tiempo que es inaugurado por el Maestro, el Hijo de Dios, el único que tiene autoridad en el templo y sobre el templo. La Pascua de Resurrección es la restauración del templo derruido «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»

Amig@, puedes quedarte en acciones concretas o preguntarte si nuestras iglesias son lugares donde nos encontramos con Dios y si nuestras celebraciones son presencia del Dios vivo que nos impulsa a construir su Reino. Yo te animo a “estar en guardia” y, desde este evangelio, comprender que el centro debe ser Jesús. De nada sirven los planes pastorales, reuniones, encuentros, sínodos y demás parafernalia si Jesús Resucitado no se haya en el centro de nuestra asamblea y comunidad.

¡Ah! Por si faltaba algo para rizar el rizo, te recuerdo que, según san Pablo, eres templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en ti. Por extensión, toda persona es templo y morada de Dios.

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