Domingo XXXII del Tiempo Ordinario
Si quieres destacar una idea pon al lado su contraria. Es el juego que se utiliza con mucha frecuencia en los anuncios publicitarios. Contraponer, confrontar o contrastar una cosa con otra, para que veas la bonanza del produzco que se te ofrece y lo compres. Quieres destacar que un producto lava la ropa con un resultado de blanco nuclear, pues te lo contrastan con otro producto que no lo deja tan limpio por muchos lavados que realices. La vitrocerámica está rallada, usa el producto que te indican y verás que brillo obtienes y sin dañar… Podría poner muchos ejemplos. Este método de contraponer una cosa y su contraria lo hemos usado en la Iglesia, ¿recordáis cuando en nuestros catecismos se yuxtaponían siete virtudes a siete pecados capitales? “Contra la pereza, diligencia, contra la gula templanza…”
Al hacer una primera lectura de la Palabra de Dios de este domingo 32 del Tiempo Ordinario (ciclo b) observo como se contraponen actitudes claramente diferentes que evidencian lo que se quiere resaltar… afina bien y lo comprobarás por ti mismo. El evangelista Marcos tiene un arte especial para contrastar. En este pasaje, a través de dos conductas contrapuestas (letrados/viuda), construye una enseñanza para la comunidad.
La primera lectura (Primer Libro de Reyes 17,10-16) acentúa el poder de la Palabra de Dios, que comunicada por el profeta, puede restituir la vida a quienes están en las mismas puertas de la muerte. En esta lectura se contraponen el poder del Dios del profeta Elías con el dios pagano Baal. El milagro existente en este texto, es una victoria de Dios que da trigo y aceite (dones atribuidos a Baal) incluso en el territorio de Sarepta, una pequeña ciudad de la costa fenicia (lugar donde reinaba Baal) a una viuda y su hijo (súbditos de Baal)
En el evangelio (Marcos 12, 38-44) nos encontramos con una nueva contraposición. Frente a la vanidad y avaricia de los escribas, Jesús presenta como modelo a una viuda pobre y su generosidad.
Los escribas, (profesionales de la Escritura), tipos admirados y estimados por el pueblo, son desenmascarados. Jesús les señala como vanidosos con cuatro pinceladas: “Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes”. Igualmente les tacha de avariciosos, singularmente grave porque les lleva a la explotación de los más indefensos (viuda) sirviéndose del prestigio religioso que poseen. “Devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos”
Frente a estos letrados, que han pervertido la ley, y a muchos ricos que echaban en cantidad, en el arca de las ofrendas, el evangelista contrapone a una viuda pobre que echó dos reales. Este gesto no pasa desapercibido para el Maestro y ensalza a la viuda porque esas dos monedas llevan el sello del don total, de la entrega más generosa. Por ello, antes de abandonar el templo, el Señor quiere que sus discípulos graben bien en su memoria una nueva lección. Jesús se sirve de la escena de una viuda pobre que se acerca al arca de las ofrendas, para expresar lo que debe ser el verdadero acto de culto. Por ello, esta mujer es a quien los discípulos deben imitar. «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie… ha echado todo lo que tenía para vivir»
Los ojos de Jesús saben mirar más allá de las apariencias, de las cantidades y de las ostentaciones externas. No se le escapa la humildad y sinceridad de la ofrenda de la viuda a quien le otorga un valor infinito. Su pequeñez y su totalidad es lo que Jesús va a resaltar de esta mujer, para que sus discípulos comprendan la lógica del Reino de los Cielos, que no es la lógica del mundo, que en muchas ocasiones está realmente enfermo del tener, del poseer y del aparentar.
Reflexión: El encuentro con Dios no se consigue a través de unos ritos externos, más o menos suntuosos, sino mediante gestos sencillos y silenciosos, que pueden pasar incluso desapercibidos. Lo que cuenta es un corazón desprendido y confiado en la acción de Dios, ya que Él no se fija en lo que damos sino en lo que nos reservamos para nosotros.
Hoy recibimos una nueva instrucción por parte de la Palabra. Se contraponen dos formas de vivir que corresponden a dos expresiones de significado contrario. Mediante dos viudas, en situación extrema de necesidad, se nos llama la atención para saber ser en medio del mundo sal de la tierra y luz de las gentes, desde nuestro desprendimiento y entrega total.
Amig@, es el momento de salir del letargo del corazón y saber contraponer frente a la vanidad y la avaricia el estilo nuevo de hacerse los últimos y servidores, de acoger a los pequeños y de compartir con los necesitados. Y, todo ello sin medias tintas ¡a tope!
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