viernes, 28 de febrero de 2025

MANERAS DE VIVIR

 

8º Domingo del Tiempo Ordinario

Corrían los años 80 cuando salió a la luz “Maneras de vivir”, una canción del grupo español de rock Leño. Compuesta, entre otros, por Rosendo. Si eres de los que les gusta el rock and roll seguro que has escuchado esta canción versionada muchas veces y considerada como una de las canciones emblemáticas del rock español de la década ochentera. Para algunos es un himno del rock urbano en España que refleja una filosofía de vida cruda y realista, donde se subraya la diversidad de experiencias y actitudes ante la existencia. "Maneras de vivir" es un canto a la autenticidad, a la aceptación de la propia forma de enfrentar la vida y a la importancia de vivir el presente con coherencia. 

En este domingo 8º del tiempo ordinario (ciclo c) se nos presentan las actitudes que debe tener el verdadero discípulo. Para ello, Lucas compone un texto lleno de sabiduría popular. Es una invitación, no sólo a abrir los ojos, sino a vivir y actuar con criterios sólidos, que no suelen ser los habituales de nuestro mundo. Las “maneras de vivir” que nos propone el evangelista rezuman realismo y siguen teniendo vigencia en la actualidad.

El evangelio (Lucas 6,39-45) nos ofrece varios proverbios. En primer lugar, Jesús señala que un ciego no puede guiar a otro ciego, puesto que los dos caerán en el hoyo; en segundo lugar, se recuerda que el discípulo no es mayor que el maestro; en tercer lugar, a través de la imagen de la viga y la mota en el ojo, el Señor previene contra la hipocresía de juzgar al hermano al mismo tiempo que justificamos nuestros propios errores; en cuarto lugar, Jesús carga contra el juicio sobre las apariencias, ya que el árbol se valora por lo que produce y no por lo que parece ser.

Finalmente, para resumir esta enseñanza, Jesús dirige su atención hacia lo más íntimo del hombre: su corazón, donde nace lo bueno o malo. «El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca».

Para el Maestro, lo bueno surge siempre del corazón, de una interioridad sana y honesta, porque quien tiene torcidas sus intenciones ya está desvirtuando la supuesta bondad de sus actos. El interior es el termómetro donde se cuecen los frutos llenos de bondad, belleza, verdad y liberación de nuestros actos. Quien lleva en su corazón las marcas del odio y de la mentira, del afán de poder y del lucro a toda costa jamás podrá liberar a nadie: «No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.»

Este evangelio es una propuesta a una manera de vivir en la que nos liberemos de nuestro egoísmo, del afán de aprovecharnos u oprimir al otro. Es una invitación a eliminar de nuestro corazón el orgullo, la mentira, la hipocresía y el considerarnos mejores que los demás. Es la opción por la autocrítica para poder corregir, desde la humildad y sin juicio interior, al hermano.

En este mismo sentido, la primera lectura (Eclesiástico 27,4-7) aconseja que no elogies ni destruyas a nadie antes de oírlo hablar. Escúchalo porque las palabras que pronuncie te descubrirán que clase de persona tienes delante, los defectos o virtudes que posee y la intención de corazón. “El fruto revela el cultivo del árbol, así la palabra revela el corazón de la persona” Expresión gemela a la pronunciada por Jesús: «De lo que rebosa del corazón, lo habla la boca»

Reflexión: Si no quieres hacer el ridículo en tu discipulado, y muchas veces lo hacemos, no pretendas conducir al otro si no te sabes el camino, no juzgues el interior de las personas porque eso solo lo sabe Dios y no te rijas por tus criterios, sino por los del Maestro, ya que no eres más que Él. Cuando pretendemos usurpar el sitio de Jesús y ponernos nosotros en el medio, simplemente la cagamos. Y de estas meteduras de pata está llena de ejemplos la historia de la Iglesia.

Este pasaje evangélico tiene plena actualidad. Es un toque de atención a nuestras “maneras de vivir”. Aquellas en las que creemos conocer el evangelio y saber qué es ser cristiano, pero nos encerramos en nuestras costumbres, tradiciones y leyes. Estamos ciegos. O en aquellas en las que nos fijamos más en los defectos y fallos de los demás y no nos hemos parado un segundo a mirar los nuestros. O en las que decimos unas cosas preciosas con los labios, pero hacemos la contraria, construyendo una religiosidad de palabras, pero escasita de obras.

Que tu manera de vivir no sea estéril, sino fecunda. El evangelio no es exclusivamente para leerlo, ni orar es para emocionarse… es necesario hacer obra la buena noticia que está viva en tu corazón. Eso es dar fruto. Lo demás igual es palabrería innecesaria e inútil. Si no hay en tu corazón buena noticia, mejor cállate, saldrás ganando.

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