miércoles, 5 de febrero de 2025

MOMENTAZO

 

5º Domingo del Tiempo Ordinario

En la vida de toda persona, creyente o no, siempre hay momentos de luz interior, momentos de transparencia, que nos iluminan con tal claridad que nos hacen girar y del que arranca un cambio. Son el “momentazo” que deja temblando el corazón, nos descubren nuestra pequeñez y nos hacen balbucear palabras que no saben explicar el acontecimiento vivido. Estos momentos pueden venir a través de hechos, encuentros, acontecimientos, personas… pero lo cierto es que, en ese preciso instante de tu vida, es cuando se hace necesario escuchar una voz amiga que dice: “No temas”.

En este domingo 5º del tiempo ordinario (ciclo c) el evangelista nos sitúa a orillas del lago de Genesaret. Allí, encontramos a Jesús, en la barca de Simón Pedro, enseñando a la gente que se agolpaba para oír el mensaje de Dios. Fue un momento de encuentro y de experiencia profunda de los discípulos y el Maestro. Y, hasta tal punto, que Simón Pedro balbucea: “Apártate de mí que soy un pecador” Del Maestro escuchará: “no temas”

Lo que en este relato se nos narra como ocurrido en un momento determinado recoge, sin duda, la experiencia vivida de los discípulos a lo largo de toda la convivencia con Jesús.

El evangelio (Lucas 5,1-11) nos revela la iniciativa de Dios en la llamada al ser humano y, a la vez, la decisión y la generosidad de la respuesta humana para ser misioneros y enviados. Se nos narra la llamada a los primeros discípulos. La pesca milagrosa prepara a los discípulos para seguir a Jesús y es signo simbólico de la misión del cristiano y de la Iglesia.

La iniciativa parte de Jesús “Rema mar adentro y echad las redes para pescar”. Él pide y llama a cualquiera. No importa que hayamos fracasado o que estemos cansados: “Hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada”. La llamada de Jesús no es a cobro revertido, sino gratuita.

Simón Pedro reconoce el liderazgo de Jesús, incluso superior al de él mismo, y lanzará las redes para pescar sólo por habérselo pedido el Maestro: “por tu palabra, echaré las redes”.

El resultado, bajo la guía de Jesús, es totalmente otro: “hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red” Pero no sólo cambia el resultado (de no pescar en toda la noche a tener que llamar a unos compañeros para ser ayudados por que se hundía la barca), Jesús cambia también la dirección del grupo y de las personas “No temas: desde ahora, serás pescador de hombres”. Simón Pedro y sus compañeros han vivido un momentazo y desde este encuentro, dejan los valores en los que confiaban hasta ahora y comienzan un giro de sus vidas “dejándolo todo, lo siguieron”

La expresión “dejándolo todo” nos recuerda el tema del desprendimiento, actitud propia del discípulo. Es una condición indispensable, no un mero consejo, para pertenecer al grupo de Jesús. Dejándolo todo es una invitación al cambio en la escala de valores, cambio que no se realiza en un instante, ni por un acto de generosidad, sino que día tras día hay que ir integrando los valores del Reino en nuestra vida cotidiana.

Por último, me gustaría que te fijaras en el cambio de forma de llamar a Jesús. Antes de lanzar las redes le llaman Maestro, después de ver el resultado de la pesca le denominan Señor. La misión exige un cambio en la misma concepción que se tiene de Jesús a quien hay que reconocer como “Señor”, en quien actúa el poder de Dios. Pedro es quien simboliza esta nueva disposición y ya no se dirige a Jesús con un título de respeto sino como Señor. «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador… «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». 

Reflexión: El simbolismo de la pesca, creo no muy acertado para los oídos modernos, expresa dos ideas fundamentales. La primera, que los cristianos somos llamados por Jesús para construir el Reino y anunciar el evangelio; que formamos una comunidad que no sólo recibe la salvación, sino que está llamada a hacerla presente y comunicarla “mar adentro”. La segunda, que las redes del Reino se lanzan para todos, sin distinción alguna. Puede que no te sientas parte de la Iglesia de forma práctica y consciente, pero sí se te invita a sentirte llamado y amado por el Dios de la misericordia.

Amig@, este texto te habla de vitalidad misionera, especialmente de los primeros cristianos, que sin medios y en una cultura y ambiente hostil, se fiaron de Jesús y se lanzaron, como las redes de Pedro, por todo el mundo conocido para extender el evangelio. Pero es un relato para el “hoy” y para “ti” y se te recuerda que la misión nace del descubrimiento personal del Señor y se apoya en la confianza y en la fuerza de su palabra.

Es el momento de escuchar al Señor (rema) de arriesgar (mar a dentro) y con confianza anunciar el evangelio (lanzar las redes). No te olvides que debes seguir a Jesús dejándolo todo. ¡Ah! el asombro se apoderará de ti. Y que eres pecador, vale… ya lo sabemos, no des más la chapa con tu fragilidad.

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