viernes, 23 de mayo de 2025

LA NUEVA PRESENCIA

 

6º Domingo de Pascua

Dicen que “nada hay nuevo bajo el sol” (esta expresión ya aparece en el libro del Eclesiastés 1,9) pero la impresión que tengo es que nos cansamos y nos aburrimos pronto de lo que poseemos tanto material como espiritualmente, posiblemente porque no lo alimentamos de forma adecuada y continua. En el ADN de algunos seres humanos hallamos una especie de aspiración para buscar lo que supuestamente entraña, como característica principal, la novedad.  Esta debe ser la razón por la que nos lanzamos a por aquello que acaba de aparecer, de formarse o de fabricarse.

Incluso lo que se oye o se ve por primera vez se le otorga el título de novedad y puede que no sea tal, ya que, en muchas ocasiones, lo que nos parece novedoso tiene un precedente.

Las lecturas de este domingo sexto del tiempo de Pascua (ciclo c) también nos habla de novedad. Nos ofrecen una ayuda para afrontar y situarnos ante la novedad de la extensión del evangelio al mundo pagano y la novedad de la acción del Espíritu, que será la nueva presencia de Jesús en medio de la comunidad.

En la primera lectura (Hechos de los Apóstoles 15,1-2.22-29) los apóstoles abren definitivamente la puerta de la fe a los gentiles por obra del Espíritu Santo y avalada por Él. Detrás de la petición de la “circuncisión conforme a la tradición de Moisés” de los convertidos paganos, se expone el tema central de la salvación. ¿Es Jesús el único Señor y Salvador o hace falta otra cosa (circuncisión o ley), además de Él, para llegar a Dios y ser sus hijos?

Dos formas distintas de entender la fe en Jesús se hacen patentes en este texto; por un lado, los cristianos de origen judío (llamados judaizantes) pertenecientes a comunidades de Palestina, en concreto la de Jerusalén, que conservan las prácticas tradicionales y, por otro lado, Pablo y Bernabé que consideran que estas prácticas ponen en peligro el núcleo de la salvación. Además, ellos (Pablo y Bernabé) han experimentado cómo el Espíritu actúa entre los gentiles sin necesidad de estas prácticas judías.

La respuesta de los apóstoles y presbíteros, movidos por el Espíritu, ante la controversia planteada es “no imponer más cargas que las indispensables” 

En el evangelio (Juan 14,23-29) Jesús anuncia, promete y revela una nueva presencia. La presencia de Dios en la comunidad cristiana y en cada ser humano, tal como la describe el Señor en este pasaje, cambia el concepto antiguo de Dios y la relación del ser humano con Él. Dios ya no es una realidad exterior al hombre y distante de Él, sino que Jesús nos muestra que la realidad humana se hace santuario (morada) de lo divino. El Padre no es alguien lejano, sino el que se acerca al hombre y vive con él. (“Vendremos a él y haremos morada en él”) Buscar a Dios no es ir a encontrarlo fuera de uno mismo sino dejarse encontrar por Él descubriendo su presencia en cada uno de sus hijos.

La presencia de Dios en ti y en mi está guiada por el Espíritu Santo, “El Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho” En el evangelio de Juan es llamado Paráclito, con el significado amplísimo de defensor, intercesor, maestro, pedagogo, ayudante, sustentador, abogado y, sobre todo, animador e iluminador de la fe de la comunidad y de cada uno de nosotros.

Se apunta, por tanto, hacia una novedad en el campo de la enseñanza, ya que este Espíritu nos mostrará y recordará todo lo dicho por Jesús. Él es el testigo garante de la fe y su novedad no consistirá en decir cosas nuevas, sino en enseñar y recordar todo lo que dijo el Señor. Es decir, la enseñanza nueva del Espíritu será sobre la base de lo dicho y hecho por Jesús.

Reflexión: Es sorprenderte comprobar como la novedad radical del cristianismo no fue percibida por todos desde el principio y que existieron diversas formas de vivir y entender la fe en Jesús, incluso, a veces contrapuestas. “Nada hay nuevo bajo el sol” también es un buen slogan que se repite en nuestra Iglesia actual de muchas formas y maneras.

Las cualidades esenciales que dan sustancia a nuestro seguimiento en la fe las marcó la vida de Jesús y sus palabras, hacia ellas nos empuja la acción del Espíritu como empujó a las primeras comunidades cristianas y a los discípulos. Por ello, no te sientas huérfano, la presencia viva del Espíritu Santo, que hace morada en ti, llena todo tipo de vacío.

Tu vida no está programada, la nueva presencia de Jesús es quien te anima e impulsa. Si vives esta experiencia descubrirás que dejarse guiar por el Espíritu te hará ser un cristiano renacido en el amor e impulsado para vivir con Dios y para Dios. Nada nuevo.

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