sábado, 5 de julio de 2025

DOS PROPUESTAS PARA EL CÍRCULO DE SILENCIO DE JULIO... DIAS 8 Y 15

 

UN NUEVO MANDAO

 

Domingo XIV Tiempo Ordinario

¿Quién de entre nosotros no ha tenido que hacer un recado en un momento determinado de la vida? Hace unos años, no muy lejanos en el tiempo, uno de nuestros mayores te mandaba a un lugar, con una misión concreta, y no dudabas un instante en realizarlo, porque no era una opción el “no”. Además, no hacerlo implicaba una falta de respeto o se entendía como desobediencia. Los recados son muy variados, pero todos requieren ser enviado por otra persona y un desplazamiento para obtener algo o realizar una acción.

Como el “libro de los gustos está en blanco” y “para gustos los colores”, a mí, personalmente, me gusta más la expresión “Hacer un madao”, que tiene el mismo significado, pero una sonoridad distinta. A la postre, lo que importa es que un “mandao” o un recado no deja de ser una misión o tarea, donde uno es enviado por otro a realizar una gestión que implica levantarse del sofá.

La Palabra de Dios, y más concretamente el evangelio de este domingo 14 del tiempo Ordinario (ciclo c) nos presenta a setenta y dos discípulos del Señor, que son enviados por Él a “realizar un mandao”, con unas características concretas. No son enviados a predicarse a sí mismos, ni a anunciar su propio mensaje, sino a proclamar el evangelio de la cercanía del Reino de Dios. Esto me lleva a pensar que la Iglesia está en misión permanente y que, por lo tanto, tu misión y la mía, debe tener el estilo que nos presenta el texto dominical.

El evangelio (Lucas 10,1-9) nos ofrece diversos rasgos de la evangelización. El primero de ellos, es la universalidad, es decir, todos los cristianos estamos llamados a anunciar el Reino, no sólo los Doce. Y para ello, “designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir Él” Empobreceríamos este relato evangélico si pensáramos que son enviados a la misión exclusivamente curas, monjas y misioneros. La elección y el envío tiene un carácter comunitario, es misión de todos. Es necesario que haya hombres y mujeres, laicos o no, que anuncien la Palabra y que trabajen por hacer real y presente el reino en el mundo.

En segundo lugar, destaco que esta misión tiene un carácter de urgencia. “¡Poneos en camino!”. Es decir, tomar conciencia de las necesidades del Reino y poner los medios más adecuados para asumir con responsabilidad la misión a la que somos enviados. “No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino” es una invitación a vivir esa urgencia que no permite detenerse en la complejidad de la cortesía oriental, ni a poner la confianza en las posesiones o poderes.

Por último, se anuncia la dificultad que entraña la misión y que se describe con la imagen de los discípulos “como corderos en medio de lobos”. Pero esta dificultad no se puede combatir ni con la intimidación ni con la fuerza, sino con la “paz” que es el signo bíblico por excelencia de la presencia de Dios y de su Reino de salvación y de liberación. Junto a la paz el discípulo debe misionar compartiendo y sanando: “comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya”

Con estos consejos y con la certeza de la fuerza de Jesús que los acompaña, los discípulos salen a “los pueblos y lugares a proclamar que está cerca de vosotros el reino de Dios"… El regreso de los discípulos es alegre, han comprobado que el Reino empieza a manifestarse en la humanidad.

Reflexión: Las indicaciones que Jesús da a los setenta y dos discípulos siguen siendo hoy una inspiración y una pauta de actuación para nosotros, ya que son alertas de posibles situaciones con las que nos podemos encontrar.

Estas instrucciones tienen un componente grande de libertad, pues el discípulo no está sujeto ni a bolsa, ni a sandalias, ni a alforjas, sino que ha de aprender a vivir “ligero de equipaje” porque su seguridad en la misión no está en tener y acumular. Por ello, una Iglesia que busque el pesebre de los poderosos no podrá ser testigo de la paz, ni estará en condiciones de anunciar que el Reino de Dios está cerca.

Amig@, descubre la belleza que encierra el “mandao” que Jesús te hace. En medio de una sociedad de “lobos” se te invita a vivir de tal manera que toda persona pueda descubrir que la bondad, la ternura, la misericordia, la paz y el servicio existen. No te anuncies a ti mismo, ni a tu persona ni a tu mensaje, sino, más bien, proclama el mensaje de Jesús: “El reino de Dios ha llegado”, el mal no tiene la última palabra, el amor es más fuerte que el miedo.

No olvides quién te envía. Tu fuerza radica en tu pequeñez, tu poder se forja en el Espíritu de Dios que camina contigo. Es el tiempo de ponerse en camino y acoger el “mandao” del Maestro.