miércoles, 30 de julio de 2025

PRIORIDADES

 

Posiblemente, la gracia del ser humano esté en la gran variedad y distintas prioridades que poseen cada uno de ellos. Al nacer un hombre o mujer se rompe el molde y no viene a la vida otro semejante a él o a ella. Por esto, no te mosquees si tu prójimo no da sentido a lo que tu crees que es prioritario. Seguramente, lo que tú crees esencial, él lo ve secundario. ¡Allá cada cual!

Lo alucinante es que los que mamamos a los pechos del mismo Evangelio tengamos, en cuestiones de fe, prioridades ya no distintas, sino contrarias.

La lectura evangélica de este domingo 18 del tiempo Ordinario (ciclo c) está enmarcada en el capítulo doce de Lucas. Todo este capitulo nos está hablando de la prioridad del Reino y de que la vida de una persona tiene sentido, y se hace rica ante Dios, cuando ha sabido establecer una escala de prioridades que responden a las urgencias del Reino. Saber centrar nuestra vida y tener unos objetivos claros y evangélicos que sean expresión de la voluntad del Padre, es lo que nos hace ricos ante Dios.

En el evangelio, (Lucas 12,13-21) Jesús rechaza sabiamente el papel de juez y arbitro en el asunto de herencias: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia» Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?» Es una de las pocas peticiones que no son atendidas por Él. Pero sí aprovecha para lanzar un mensaje, donde invita a evitar ser preso de la codicia: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia»

Lucas, para referirse a la codicia, usa el mismo termino que Pablo en sus cartas para referirse a la idolatría: “Dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría” (segunda lectura) Y es que la idolatría consiste en poner la confianza y en entregar la vida a alguien o algo que no es Dios.

Contra esta inversión de valores, prioridades y seguridades, el evangelista narra una parábola destinada a ilustrar que, aunque se nade en la abundancia, la vida no depende de las riquezas «Aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes»

El corazón de esta parábola está en el monologo. Se trata de un hombre rico, ensimismado, satisfecho con el resultado de la cosecha, que no sólo confía en sus bienes, sino que está dispuesto a disponer de ellos en exclusividad y en beneficio propio. “Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida” La intervención de Dios hace ver lo ilusorio y equivocado de sus planes: “Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?"

La parábola nos habla de una cuestión de prioridades y de sentido de la vida. Hay un rechazo, por parte de Jesús, a la acumulación de bienes en beneficio de uno mismo, porque esta forma de vivir no se ajusta a la voluntad de amor generoso de Dios. «Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios». De nada sirve la acumulación de bienes; y quien piensa que la vida depende del atesorar riquezas en este mundo es un insensato.

Reflexión: Amig@, el riesgo de quien vive disfrutando de sus bienes es olvidar su condición de hijo de Dios y hermano de los otros seres humanos. En la medida que tu corazón está puesto en lo material, en la misma medida te esclaviza, te cierra a Dios, te hace que te olvides de tu condición de hermano y que rompas tu solidaridad con el otro. Dios no puede reinar, principalmente porque no le damos sitio, en el hombre o mujer que es dominado por los bienes materiales, de los que emergen el poder y la seguridad.

Me gusta la presentación que hace de Jesús el evangelista Lucas. Si te das cuenta, no es un moralista al uso, deseoso de saber cómo adquirimos los bienes y cómo los usamos, sino que condena directamente la vida del que se obsesiona por almacenar cosechas en graneros cada vez más grandes. En el evangelio de Lucas, el tema de las riquezas (de las riquezas acumuladas) quema, porque aparece casi siempre en contraposición al Reino y como algo idolátrico.

Piénsalo detenidamente y encontrarás una gran insensatez y necedad el consagrar todas tus energías, imaginación, tiempo y esfuerzos en adquirir y conservar riquezas para tú uso exclusivo. Por ello, no seas necio, lo “que has acumulado, ¿de quién será?"

Un grado más que el de la insensatez, es la locura mental de aquellos que rompen el orden mundial con aranceles injustos, fruto de su codicia, que empobrecen al pobre. Igualmente, se supera el grado de la necedad y el de la maldad en aquellos que arrasan una tierra y a cuantos en ella habitan, impidiendo que tengan acceso a la ayuda necesaria para subsistir y debilitando al ser humano hasta morir de hambre… En fin, mira a ver cuáles son tus prioridades. Y después cotéjalas con el Evangelio… Lo demás está demás.

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