Con el primer Domingo de Adviento, comienza, en la Iglesia, un nuevo año litúrgico, (Ciclo A)
A lo largo de este año, seguiremos la lectura del evangelio de San Mateo. Un
evangelio que fue redactado en griego, alrededor de los años 80-90,
posiblemente en Antioquia de Siria.
La comunidad a la que Mateo dirige su evangelio
parece estar compuesta por cristianos que proceden del judaísmo, que conocen las
Escrituras y que se están abriendo a cristianos que provienen del mundo pagano.
En este evangelio se presenta a Jesús como el
Mesías,
pero no un mesías político que traerá la liberación del poder de los invasores,
sino como un Mesías pacífico (Mt
21,7-11), que es Hijo de Dios (Mt 3,13-17) y buscará a lo largo de su
vida hacer la voluntad del Padre.
San Mateo tiene la certeza de que Jesús es el
Señor Resucitado, que está presente en medio de la comunidad y la acompaña.
Esta convicción será la que infunda confianza y fortaleza en medio de las
dificultades, la que oriente a tomar decisiones y anime en su tarea misionera.
Para San Mateo el discípulo de Cristo es: el
que es fiel, el que anuncia y realiza las obras del reino, el que hace la
voluntad del Padre, el que acepta a Jesús como Mesías, Hijo de Dios Resucitado,
el que vive sintiéndose hijo de Dios y hermano del prójimo.
Estas pequeñas notas sobre el Evangelio de Mateo, nos ayudaran a conocer y comprender mejor la riqueza del misterio de Cristo y a profundizar en el mensaje que podremos escuchar en las celebraciones de la Eucaristía de este año que hoy da comienzo.
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