miércoles, 3 de marzo de 2021

DESMARCARSE

 

Usando el símil futbolístico podemos vivir jugando “cortito y al pie”, “desmarcándonos” o “despejando sin sentido”. Creo que el ser humano, a lo largo de los días de su vida, no juega con un sólo estilo, sino que se entremezclan todos según las circunstancias del juego. Unas veces buscas la seguridad del pase corto, otras eres un transgresor, en otros momentos en tus acciones predomina o pretendes sorprender, en otras ocasiones es lo impredecible lo que surge, también hay circunstancias en la que dedicas todos tus esfuerzos a sacar o despejar el balón de tu área defendiéndote y sin un rumbo concreto... La vida es un partido de futbol donde podemos tener claro quién es el entrenador y quién los compañeros de banquillo.

¿Y Dios… quien sería en ese partido? Unos pondrán el énfasis en el árbitro, la figura que juzga, a la que se le obedece y quien te sanciona con las tarjetas amarilla y roja… otros lo pondrán en el VAR (Video Assistant Referee) otros pensaran, lícitamente, que es un mero espectador, algunos que es el marcador electrónico… yo lo equiparo al balón porque es la causa de la felicidad.

Todo lo anteriormente expuesto me lleva a pensar que, como cristiano (futbolista), así como actúes en la vida (estilo de juego) y la experiencia que tengas de Dios (balón), así es como conseguirás la felicidad. (Gol)

Las lecturas de este domingo 3º de Cuaresma (ciclo b) nos abren muchas posibilidades para crecer en la experiencia de Dios y por lo tanto hacer de nuestro paso por esta vida un “jogo bonito” (Pelé)

La primera lectura (Éxodo 20,1-17) en el marco de la liberación, nos ofrece el Decálogo como el código que surge de la alianza de Dios con su pueblo. Estos mandamientos parten del reconocimiento y de la gratitud al Dios que elige a Israel y le libera de la esclavitud. Es una llamada al pueblo para que sea el reflejo de Dios y se manifieste con la misma bondad, misericordia y compromiso como lo hizo Él. Los mandamientos son normas que impiden que el individuo y la comunidad vuelvan a la esclavitud adorando otros dioses que enajenan, destruyendo la fraternidad, amenazando la vida o la libertad de los demás, impidiéndoles una existencia feliz.

El evangelio (Juan 2,13-25) también lo tenemos que entender en el marco de la liberación (“Se acercaba la Pascua de los judíos”) y, además, como un hecho que forma parte del programa de Jesús: Jesús inaugura un tiempo nuevo en el campo de las relaciones del hombre con Dios. Remplaza y sustituye el templo antiguo, que era la institución más significativa de Israel con todo lo necesario para cumplir su función sacrificial (vendedores, cambistas de monedas, animales…) por un nuevo templo: Jesús es ese nuevo templo, el nuevo lugar del encuentro del hombre con Dios.

Jesús no es un profeta reformador, es el Hijo de Dios (“No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”) No purifica el antiguo templo sino que lo “sustituye”. Ya no son necesarios ovejas y bueyes para encontrarse con Dios, sino Jesucristo.

La Pascua de Resurrección, hacia la que caminamos en Cuaresma, es la restauración del templo derruido y será la luz que aclarará esta acción simbólica de desmarcarse echando del templo a todos los negociantes del amor de Dios.

Reflexión: ¡Como mola contemplar a Jesús transgrediendo los trapicheos de los hombres! Desmarcándose y sorprendiendo a propios y extraños. Desmontando el negocio de los auténticos profanadores del templo. Y sustituyendo a los compradores de Dios por la gratuidad de su persona.

Para comprender esta acción de Jesucristo tenemos que tener experiencia de Dios y haber experimentado, como el pueblo de Israel, que Dios nos libera de todo aquello que nos esclaviza. Para ello nos envió a su propio Hijo, no para condenar al mundo sino para que el mundo se salve por Él.

Tú y yo, que hemos conocido a Jesús, estamos llamados a agradecer al Señor el compromiso matrimonial que ha hecho con nosotros, su pacto y alianza liberadora. Y, desde esta experiencia, continuar en el mundo la obra iniciada por Dios, siendo testigos de su salvación y comprometiéndonos con la liberación de todos los seres humanos para que ellos descubran, a través de nosotros, a un Dios que los quiere.

¡Ay amig@s....! Y esto o se juega desmarcándonos o no lo conseguiremos. Quien juegue al “amarrategui” terminará perdiendo. Sin prisas “partido a partido” (Cholo Simeone)

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