5º Domingo Tiempo Cuaresma.
Será que me encuentro “espeso” o será otro el motivo, lo cierto es que no encuentro un título apropiado, sugestivo y provocador para la reflexión de las lecturas de este domingo. Por ello, creo que la mejor opción es que seas tú quien ponga título al artículo de esta semana, el que creas más conveniente o el que veas más significativo con aquello que quieras resaltar. Yo he barajado unos cuantos pero ninguno de ellos me satisfacía.
En este 5º Domingo del Tiempo de Cuaresma (ciclo a) se nos habla del binomio muerte y vida, se nos invita a la esperanza y a la fe, se nos hace una promesa, se comunica un rescate, se nos anuncia la presencia de Dios en nuestra historia, se nos muestra en un mismo pack lo humano y lo divino del Maestro, la grandeza y el amor misericordioso de Dios…En fin una auténtica coctelera donde se entremezclan diferentes temas que van a provocar en ti un sabor nuevo, distinto y apasionado para crecer en tu espiritualidad.
En la primera lectura (Ezequiel 37 12-14) el profeta, que ejerció su misión durante la etapa del destierro de Babilonia, ha de luchar contra el desaliento del pueblo que se siente abatido y sin futuro. En esta experiencia que sufre el pueblo, que es expresada con la imagen de la muerte, se oye una palabra del Señor que es “promesa de vida” y que ha de ser transmitida al pueblo: “Dice el Señor: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel”
Dios mismo va a ser el autor que realice el proceso del pueblo de la muerte a la vida. El Espíritu de Dios, que dio aliento al primer ser humano (Génesis 2), será quien devuelva a la vida a aquel pueblo que se siente despojado y desesperanzado. El profeta anuncia la recuperación de la tierra como signo de vida (“Viviréis; os colocaré en vuestra tierra”) lo que implicará reconocer a Dios como el Señor que está presente y dirige la historia («sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago.»)
En el texto del evangelio (Juan 11, 1-45) Jesús manifiesta su victoria sobre la muerte. Él mismo se presenta como “Resurrección y Vida”, Él es la liberación de la muerte.
En el proyecto creador de Dios, las personas no estamos destinadas a la muerte sino a la Vida plena y definitiva. Los creyentes tenemos que comprender la calidad de la Vida que Jesús comunica a quienes creemos en Él. Para ello, el Maestro, no elimina la muerte física, si no que nos proporciona un "no morir para siempre". Nosotros participamos de la misma vida del Resucitado y esta es tan fuerte y poderosa que traspasa los límites de nuestra existencia biológica y nos hace participes de la Eternidad
El diálogo con Marta, hermana de Lázaro, es el momento propicio para que Jesús manifieste su identidad: VIDA VERDADERA. Tras esta revelación, Jesús interroga a Marta: “¿crees esto?” y ella hace una confesión de fe: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.» La fe de Marta en Jesús y, por extensión la nuestra, nos hace hombres y mujeres nuevos que reconocemos en el Señor no sólo Vida después de la muerte, sino Vida en abundancia para nuestra historia presente.
Reflexión: El evangelio de la resurrección de Lázaro, como el domingo pasado la curación del ciego de nacimiento, nos invitan a conocer la persona de Jesús y nos revelan su verdadera identidad y persona. La afirmación del Señor: “Yo soy la resurrección y la vida” queda explicada con este signo de la resurrección de su propio amigo Lázaro; que más allá del hecho, lo que se nos dice es que el Maestro viene a comunicar al ser humano la vida que Él posee.
Igualmente encontramos en este relato el contraste de la persona de Jesús. Por un lado se nos muestra un Jesús humano y entrañable, que se conmueve ante la pérdida de un amigo, y por otro lado, un Jesús divino que manifiesta su poder mostrando la victoria de la vida sobre la muerte, ordenando al amigo que salga fuera del sepulcro.
Los personajes de esta narración se mueven en niveles distintos. Los discípulos y las hermanas de Lázaro todo lo miden con un baremo natural, mientras que Jesús mide los acontecimientos con el baremo sobrenatural de que la enfermedad y la muerte no tienen la última palabra y que van a ser superadas por el autor de la vida que es capaz de curar al enfermo y de despertar al dormido.
Amig@, la muerte espiritual y el mal no puede robarnos la esperanza de Vida verdadera que nos ofrece Jesús. Frente a todo lo que sea cultura de la muerte, a ti y a mí nos urge el sembrar y trabajar por una cultura de la vida. Creer en Jesús es creer en que Él es Vida con mayúsculas y que nos la comunica en toda su extensión, fuerza y plenitud para que nosotros seamos, para nuestros hermanos muertos, lo que fue el Maestro para Lázaro.
Jesucristo es la Resurrección y la Vida y lo que ha prometido será,el tiene palabra de vida eterna.
ResponderEliminarGracias por tus palabras Rosa. Él es Vida y en Él hay resurrección.
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