jueves, 28 de marzo de 2024

JUEVES SANTO: NOS AMÓ HASTA EL EXTREMO

 

…Y así el Maestro, lavó los pies a sus discípulos en un gesto de humildad, servicio y amor. Este gesto de Cristo se prolonga cuando nosotros, imitando al Señor, nos lavamos los pies unos a otros, es decir, servimos con disponibilidad al prójimo. Para  lavar como Jesús lava hay que ceñirse la toalla de la entrega-servicio total e incondicional, Con el gesto de derramar agua simbolizamos a cuantos en esta tierra son descartados o se encuentran tirados al borde del camino de la vida: enfermos, ancianos, los que sufren por causa de la ambición y el egoísmo de los poderosos, los que viven bajo el peso del dolor, la tristeza o sufren en su cuerpo o espíritu.

Este es el día de la entrega. Jesús nos entregó cuanto tenía: su palabra, y su Cuerpo y Sangre. En la Última Cena, antes de partir hacia el Huerto de los Olivos, instituye la Eucaristía como alimento para la vida eterna. Él se ofrece en comida y bebida. El Amigo da la vida por el amigo. Su locura de amor le lleva a hacerse Eucaristía, comida partida y compartida.

Es el día de la entrega. Es el día del amor fraterno. Cristo nos deja su testamento espiritual: Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Vivamos en el amor. Urge extender el sentido de este día al mundo.

Oración: 

Gracias Señor, por tu muerte y resurrección que nos salva.
Gracias Señor, por haber instituido la Eucaristía que nos alimenta.
Gracias Señor, por el tiempo para estar contigo.
Gracias Señor, por todos los beneficios que nos concedes.
Gracias Señor, por estar en comunión conmigo.
Gracias Señor, por tus palabras que reconfortan y sanan.
Gracias Señor, por tu cruz que tanto enseña.
Gracias Señor, por tu sangre que a tantos salva.
Gracias Señor, por tu amor sin tregua y sin fronteras.
Gracias Señor, por la Madre que al pie del madero nos dejas.
Gracias Señor, por olvidar nuestras traiciones e incoherencias.
Gracias Señor, por perdonar el sueño que nos aleja del estar en vela.
Gracias Señor, por ese pan partido en la mesa de la última cena.
Gracias Señor, porque aun siendo Dios, te arrodillas y a servir nos enseñas.
Gracias Señor, por tu sacerdocio que es generosidad, ofrenda y entrega.
Gracias Señor, por tu amor sin límites y en la cruz hecho locura.
Gracias Señor.

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